Jorge Etcheverry
Nota: este artículo apareció en más o menos la misma forma en "Poética de escritoras hispanoamericanas al alba del próximo milenio, compilado por Lady Rojas-Trempe, Catharina Vallejo, Miami, Ediciones Universales, 1998. Actualmente estoy actualizando este texto
Al comenzar enfrentamos una disyuntiva. O se intentaba desprender algunas características de forma y contenido de la literatura femenina latinoamericana en Canadá a partir del examen de sus textos, a la vez que se entregaba una visión panorámica de la misma, o intentábamos mostrar algunas de sus determinantes y elementos históricos y contextuales importantes. En estas notas hemos optado por lo segundo.
La literatura femenina hispanoamericana en Canadá -- entendida como el corpus de textos de intencionalidad literaria desde el punto de vista de su producción y que se vehiculizan a través de medios reconocidos como literarios: revistas, periódicos, libros, lecturas -- es por supuesto mucho menos copiosa que la literatura femenina producida y comercializada por las dos culturas hegemónicas de Canadá. Pero ésto se relativiza al considerar la poca importancia demográfica de su comunidad etnocultural de origen en el país y la brevedad de su historia. Al examinar someramente algunas publicaciones antológicas en que aparecen textos de autoras latinoamericanas en Canadá, podremos advertir algunas características de su producción y su contexto, así como algunos cambios en el contexto social y cultural en que esta literatura se origina. Estas antologías no agotan el corpus, en rápido crecimiento, sino que, por sus instancias de producción, presentación y momento de apareción, tienen un carácter paradigmático y señalan etapas en la producción y difusión hasta llegar al momento actual en que la literatura latinoamericana femenina en Canadá está adquiriendo un perfil distintivo.
La Présence de’une autre Amérique, edición colectiva de los autores participantes y publicada por Les Editions de la Naine Blanche, en Montreal, 1990, fue la primera publicación antológica en francés de literatura latinoamericana en Quebec, e incluía a Maeve López, poeta nacida en Uruguay, Nelly Davis Vallejos, poeta chilena exilada en Montreal y a Yvonne América Truque, originaria de Colombia, entre los 15 autores, entre ellos tres poetas quebequenses reconocidos y al editor de La Enana Blanca, Hugh Hazelton, de procedencia estadounidense. Esta antología primariamente de poesía, salvo por dos textos en prosa, presenta ciertos rasgos familiares de las literaturas no hegemónicas o subordinadas. Por ejemplo, antes que surgir en un contexto editorial convencional (empresa comercial), este volumen brotó del trabajo de producción y promoción en el seno de la comunidad interesada, y contó con un apoyo menor de instancias de diverso nivel institucional de la sociedad anfitriona, preferentemente dedicadas al trabajo social y con inmigrantes o exilados. La publicación nació de unas jornadas con el mismo título (La Présence de’une autre Amérique) organizadas por algunos de los autores, y es básicamente una autopublicación, que muestra el deseo de integración a la cultura anfitriona -- los textos están en francés-- y la intención, ya desde el título, de mostrar la “otra América” al público quebequense1. La presencia del editor de La enana blanca entre los antologados, poeta y crítico estadounidense y en cierto sentido latinoamericano por adopción y hasta cierto punto por ideología, y la de los escritores quebequenses, revela la vinculación--a menudo típica-- que se suele dar entre los autores emergentes (que probablemente nunca dejarán de serlo) de las culturas ‘de menor difusión’2 y la de ciertos autores de las culturas predominantes, y que antecede a la eventual mainstreamización y comercialización de algunos de los autores de la cultura/lengua subordinada más cercanos al canon, presuposiciones y demandas del público, la crítica, las editoriales y las agencias financiadoras sociales y de las artes. Esta publicación fue en cierto sentido la presentación de un colectivo de autores que metaforizaba desde una eventual unidad de las Américas su voluntad de ser considerados no tan solo como el o la autora individuales que acceden al mercado, sino como un grupo partícipe de una cultura y literatura distintas y perfiladas, representante de la tercera América de habla hispana, y que pedía, respaldada por autores de la cultura anfitriona, espacio en el contexto literario quebequense, en una relación de armonía y vinculación con la cultura predominante.
Enjambre, Poesía latinoamericana en el Quebec, Montreal, también de 1990, y compilada por Daniel Inostrosa y Jorge Etcheverry, presenta 17 autores, entre ellos cinco mujeres, las mencionadas arriba en el caso de la antología anterior, más las poetas originarias de Perú Alicia Núñez Borja y Yolanda S. De Saldivar, que escribe fuera del español, en la lengua quechua. Se trató de una empresa ocasional, llevada a cabo por tres editoriales pequeñas, sin aporte monetario o de trabajo comunitario de parte de organismos sociales o financieros de Quebec y con las características de producción y aspecto de una autopublicación. Se diferenciaba de publicación anterior en que constituyó un intento de antología--básicamente los ausentes fueron quienes no quisieron participar o a quienes no se pudo contactar--, que intentó agrupar a todos los escritores en sus diferentes niveles profesionales y de difusión que abarcara el campo señalado por el título de la publicación. Las breves introducciones bibliográficas a los trabajos de Hugh Hazelton, de origen estadounidense, y André Jacob, quebequense, pero que “considera a Chile como una segunda patria”, muestran la intención de rebasar el componente etno-cultural latinoamericano estricto hacia la expresión lingüística y temática sin pura base étnica, pero sí de un ‘compromiso’con la cultura latinoamericana a la vez literario/lingüístico y político, lo que quizás reproduce una de las constantes de la cultura latinoamericana. La presentación de autores no estuvo circunscrita al origen etnocultural y lingüístico o la pertenencia a la comunidad 3 latinoamericana per se, rebasando la tendencia hacia la compartimentación en la representación de las comunidades que parecen favorecer incluso las instancias más progresistas. Las dos antologías precedentes marcan el inicio del reconocimiento de una literatura latinoamericana que, al menos en el Quebec, posee un perfil distinto y agrupan a los autores de una manera relativamente sistemática.
En otro nivel editorial, mucho más cercano a la ‘corriente principal’ y cuyo público destinatario y referencia es Canadá en su totalidad, se sitúa un número especial de Canadian Fiction Magazine, fruto de un proyecto específico financiado por Multiculturalismo, organismo de la Secretaría de Estado canadiense, que solamente incluye a una escritora latinoamericano canadiense: la prosista y cineasta chileno-quebequense Marilú Mallet. Esta publicación en inglés, muy bien producida, se acerca al ‘mainstream’canadiense, ya que presenta a los autores percibidos como los más ‘establecidos’entre los latinoamericanos residentes, junto a otros menos conocidos. Publicado en 1987, pero con materiales recolectados desde 1985, en este número especial no se hace cuestión de una literatura femenina latinoamericana en Canadá, y se inscribe en una percepción de la revista como perteneciente a la cultura oficial, en cuyo nivel se elabora el enmarque contextual de la publicación al establecer una vinculación con Cortázar y presentar una entrevista con el autor y crítico de origen argentino Alberto Manguel, vastamente conocido en Canadá, y que representa un caso ideal de integración, ya que se inició publicando en el mainstream y su escritura no presenta rasgos temáticos ni formales que denoten un origen en otra cultura.
Por su parte, Canadian Literature publicó un número especial intitulado Hispanic- Canadian Connections en el otoño/invierno de 1994, que delimita aún más el contexto literario institucional de la literatura hispanocanadiense desde la perspectiva de la institución literaria canadiense. Como el número de Canadian Fiction Magazine, incluye la visión de Latinoamérica de los escritores canadienses, pero en una mayor medida, ya que ésto constituye el tema del volumen. . En esta visión el único artículo panorámico e informativo en términos generales, es de Hugh Hazelton, sobre la literatura latinoamericana en el Quebec, siendo uno de los dos artículos que refieren específicamente a la literatura hispano-canadiense. La única presencia femenina hispánica es la de la poetisa y crítica ítalo-argentina Margarita Feliciano 4.
Aquí podemos mencionar también el volumen antológico editado por Hugh Hazelton y Gary Geddes, y publicado en Cormorant Books en 1990, Compañeros, que fue una antología temática sobre Latinoamérica que incluía textos de autores canadienses y quebequenses y una amplia representación de autores latino-canadienses, entre ellos una nutrida presencia femenina. Lo importante es que este libro integra al discurso literario canadiense/quebequense global referido a América Latina, las voces de autores y autoras latinoamericanos residentes. Fuera de la realización discursiva de un discurso literario canadiense ‘utópico’que admitiría a los autores latinoamericanos de Canadá como parte sustancial, y que responde más al proyecto de los antologadores que a condiciones culturales o sociales objetivas, o a las intenciones de la institucionalidad cultural, este proyecto rompe la relación entre el narrador de la cultura hegemónica y el universo periférico narrado--viajes exploratorios, testimonio de la vitalidad y exotismo, redención misionera del sufrimiento y la opresión--, introduciendo como parte de ese discurso un segmento latinoamericano transplantado, que refiere a Latinoamérica desde el centro.
Más específico y contemporáneo, pero producido bajo las mismas instancias de producción y financiamiento que las otras revistas anteriores (mainstream literario), el número de la revista de poesía y teoría poética ARC dedicado a la poesía chilena en Canadá incluye 20 autores, de los cuales 4 son mujeres (Carmen Rodríguez, Nieves Fuenzalida, Nelly Davis Vallejos, Alejandra Bravo), más un artículo sobre la poesía chilena femenina en Canadá de la traductora y profesora de Carleton University Gabriela Etcheverry. Aquí aparece por primera vez en una publicación de este tipo la delimitación de una literatura femenina hispanoamericana en Canadá, lo que responde a los imperativos socioculturales actuales relativos a la representatividad de grupos y comunidades en la re-presentación artística 5.
El corpus de la literatura femenina latinoamericana en Canadá está sus comienzos, y se encuentra inmerso en el también muy nuevo fenómeno, que adquiere una fisonomía más o menos perfilada a mediados de los ochenta, de la expresión literaria latinoamericana en Canadá. La literatura latinoamericana femenina, conjunto de textos de intención/recepción literarias producid por mujeres de dicho origen, está adquiriendo un perfil separado, aunque no distintivo, si por esto último entendemos un corpus textual con rasgos formales o de contenido específicos que permitan agrupar los diversos textos de acuerdo a ciertas temáticas y categorías del discurso en tanto expresión. Expresión literaria femenina o producida por mujeres, y no necesariamente feminista, ya que en la mayoría de los casos las autoras no se plantean en su escritura como siendo concientemente femenina, escribiendo desde su género y con un sentido reivindicativo/político femenino/feminista en sus diversos matices o intensidades. Excepciones podrían ser, entre las autoras más difundidas, la prosista y cineasta Marilú Mallet, publicada en el Mainstream quebequense y en menor medida en el canadiense como mujer y chilena exilada, cuya experiencia como mujer/autora se entrelaza con los temas discursivos más amplios del exilio--testimonio de la represión en Chile, y proceso de adaptación a la nueva sociedad. En el caso de otra autora--también chilena y exilada--, Carmen Rodríguez, exilio y represión, se encuentran también presentes, pero su radicalismo ha adquirido un formato y vías ‘canadienses’o mejor aún norteamericanas, manteniendo como base su compromiso político social inicial con Chile y Latinoamérica. Su carrera literaria en Canadá se entrelaza con su papel militante feminista/social/multicultural en el colectivo de la revista Aquelarre, una publicación progresista/feminista, sobre todo dirigida a las mujeres latinoamericanas, pero también a exilados, refugiados, los sectores crecientes de pobres y marginales que esta sociedad produce e incrementa, y dirigida a lectores de habla inglesa y española. Lo crucial de esta revista su radio de difusión en Canadá, y que es producida y escrita básicamente por mujeres latinoamericanas.
Si los comentarios a la literatura latinoamericana y femenina en Canadá, y las muestras y antologías, están salpicados de referencias a autores/as y actividad cultural chilenos, no se trata de manifestar un ‘tribalismo’ en que quizás esta sociedad/cultura como otras, se estaría sumiendo. El carácter del exilio chileno en Canadá y Quebec, a partir del golpe de estado de 1973 en Chile, permite explicar su inicial conducción de las iniciativas culturales y/o políticas de la comunidad latinoamericana, y por ende femenina, en Canadá, hasta muy recientemente. El exilio chileno constituyó el primer exilio latinoamericano relativamente numeroso. No fue una ola de inmigrantes, sino de gente que había pertenecido a las distintas agrupaciones o partidos progresistas y revolucionarios chilenos, cuya participación en las tareas de solidaridad con Chile fue bastante general y masiva en sus comienzos, y que utilizó a la cultura como un elemento importante de sus políticas de solidaridad. Además, esta comunidad naciente contó con un grupo considerable de profesionales, intelectuales, escritores, artistas plásticos, cineastas, profesores, dirigentes políticos, y otros, ligado en su mayoría a las organizaciones de solidaridad: los chilenos tuvieron una considerable participación en los primeros intentos antológicos de autores/as latinoamericanos/as en Canadá, como antologadores y autores 6, y los dos únicos artículos publicados específicamente sobre la literatura de las mujeres latinoamericanas en Canadá han sido hechos por chilenas. El rol de la comunidad chilena exilada aparece siempre al tematizar o hacer la historia de algún aspecto de la cultura latinoamericana en Canadá, como factor coadyuvante de la misma, ya que por otro lado esta cultura brota del incremento cuantitativo de la inmigración/exilio latinoamericanos desde los setenta, y a que en las dos últimas décadas Canadá ha presenciado la proliferación de diversas literaturas que representan e intentan validar sectores cultural/étnica y genéricamente marginales, o no hegemónicos, tendencia global en las sociedades metropolitanas, y que manifestaría la crisis de un discurso maestro occidental.
En los últimos años han surgido tendencias críticas que reflejan un movimiento de relativización/deconstrucción de los discursos maestros/hegemónicos culturales y literarios, eurocéntricos, y que responden a movimientos sociales hacia la representación de las minorías marginales/no hegemónicas a niveles nacionales, y de las mayorías de las regiones postcoloniales/dependientes a nivel global, lo que ha despertado interés en la presentación y discusión de dichas problemáticas a nivel universitario. Se hace sentir la urgencia del establecimiento de los discursos genéricos subordinados, fundamentalmente femeninos, y surge la posibilidad de insertar la literatura hispanocanadiense femenina en el marco de los estudios literarios femeninos especializados. No se ha efectuado, a excepción de panoramas generales o ensayos monográficos tentativos, una crítica del discurso literario latinoamericano en Canadá, pero se puede prever un incremento de los estudios ‘especializados’de la literatura femenina latinoamericana en Canadá.
La actividad de autoras y críticas, aparte de la presencia latinoamericana, son claves en este sentido. En las palabras de Carmen Rodríguez: “Romper estereotipos ha sido algo que las latinas han estado haciendo en este país por más de 20 años. La llegada masiva de chilenos y argentinos en los setenta y de centroamericanos en los 80, llegaron a consolidar una fuerte presencia latinoamericana en Canadá”. La autora continúa afirmando que “ya en 1974 los latinoamericanos formaron grupos que utilizaban la música para denunciar las atrocidades de los regímenes militares que los habían arrojado fuera de sus países” 7. Los textos producto de escritores y escritoras de origen latinoamericano muestran un compromiso, ya sea con los problemas propios del área neocolonial originaria como, y a veces posteriormente, con la lucha social en el país anfitrión. Más allá de eso, es difícil descubrir temáticas exclusivamente femeninas, lo que nos parece válido también para las formas de expresión o estilísticas. No hay trazas de una ‘estética’femenina reconocible. Características atribuidas a la escritura femenina “fluida, no lineal, descentralizada, sin jerarquías, y de voces múltiples”8 se pueden aplicar más bien al discurso de algunos autores varones exilados, situados un poco hacia la vanguardia o la neo-vanguardia. Además, la fijación temática en el cuerpo, característica de al menos parte de la literatura femenina, también está presente en los autores. En ambas manifestaciones de la cultura latinoamericana en Canadá existen fenómenos que apuntan a la problematización de la identidad. La situación de los escritores latinoamericanos en general, no sólo de las mujeres, es la de un sector minoritario etnocultural, subordinado, no hegemónico, dependiente y enfrentado a una definición en mayor o menor grado de los parámetros de su obra por el “sistema” y de la difusión, evaluación y sanción critica de las misma por la sociedad de ‘corriente principal’. Esto refleja el plano estructural de la vida económica, política y social, donde el sujeto subordinado de origen ‘étnico’ tiene que negociar la modificación de aspectos de su cultura para ser admitido en el mainstream. Este proceso pone en entredicho la subjetividad y la identidad, ya que la ‘aceptación’ por parte de la cultura dominante depende de factores externos al sujeto, que tiene que ‘adaptarse’ en un proceso que no es la expansión o desarrollo de sí, sino el despojamiento de parte de sí, la alienación voluntaria 9. La identidad se vuelve frágil, incluso se acerca a la escisión.
Las temáticas y formas de la literatura latinoamericana en Canadá muestran esta fractura o debilitamiento de la identidad, que ejercita la exploración de los límites y funciones corporales, ya que el cuerpo pasa a ser el único bagaje en una situación de repliegue e incertidumbre frente al medio social y cultural. Esto se da tanto en los autores como en las autoras.
Hemos definido a esta literatura como un corpus de textos “de intencionalidad literaria”. Antes que implicar juicios de valor respecto a cánones literarios universales, cuya ‘maestría’ se encuentra cada vez más en entredicho, y aceptando las diferencias y oposiciones que enmarcan a la literatura latinoamericana femenina producida en Canadá, como a la masculina, esta definición suspende el juicio sobre la ‘calidad literaria’ como adscripción a un canon determinado. Las diferencias entre los textos producidos por los autores latinoamericanos en Canadá son tan grandes como las existentes entre éstos y sus contrapartes canadienses.
Tenemos por ejemplo a poetas neovanguardistas que representan la apropiación o distorsión del texto occidental maestro poético europeo vanguardista, y que escriben desde una posición de cuasi superioridad basada en el supuesto estatus del género en el país (Chile) en la ‘poesía contemporánea occidental’. Pero que no cuentan casi con audiencia ‘canadiense’, dados los parámetros explícitos o implícitos de entrada al sistema de la institucionalidad literaria. Por otro lado tenemos a la mujer que decide escribir su relación personal, quizás su biografia desde su llegada al país o desde antes y que podrá ser un documento accesible, representativo y veraz a pesar de su falta de ‘mérito literario’ según ciertos cánones. Y con la que se podrán identificar muchas mujeres en situación parecida y con las misma formación cultural.
Pareciera que la situación relativamente periférica de la literatura canadiense respecto a la literatura ‘occidental’ modernista ha hecho que la presencia de tendencias literarias más centradas en el texto, en relación al contenido, y que aspectos tales como la poesía vanguardiasta o neo vanguardista europea y latinomericana o el nouveau roman o la novela latinoamericana contemporánea, no hayan dejado casi huella en un canon básicamente realista o en una concepción de la poesía como básicamente lírica. Paradojalmente, las tendencias hacia la testimonialización y la auto representatividad de los diferentes componentes étnicos, genéricos y culturales en el sentido de una versión fiel de la problemática de una comunidad, han robustecido la razón de ser y las características ‘realistas’ de la literatura canadiense hegemónica, dándole una nueva solidez a su insegura autoimagen del pasado. Los parámetros de la literatura canadiense ‘oficial’, sus exigencias de tramas y contenidos claros y accesibles, representación fiel y aséptica de la realidad, y formas simples de expresión acordes a los cánones genéricos tradicionales, favorecen la expresión de contenidos pertinentes a la experiencia directa de autores portavoces de sus grupos de origen social, genérico o cultural. Accesibilidad y pertinencia en la relación o expresión de una experiencia son pues las claves que moldean el trabajo de los autores y autoras latinoamericanos residentes que logran la sanción de las instancias literarias hegemónicas en Canadá, lo que fuerza nuevamente a una cierta ablación cultural en algunos casos, especialmente de escritores que llegan formados de Latinoamérica. Pero que propende a que la literatura latinoamericana en Canadá, como la de otras comunidades, sea idealmente la de quien llega joven y/o se forma en el país, o la del/a residente que inicia una relación o expresión de los aspectos decisivos de su vida y circunstancias pasadas y presentes. A esto ayudan las expectativas y presuposiciones de la crítica y el público canadienses respecto a los autores/culturas de origen tercermundista, sobre todo de origen negro o latinoamericano: represión y exotismo en el área de origen, la vitalidad y pureza ínsitas en el mito del hombre natural, la presencia de elementos del mito y tópico del ‘buen salvaje, la condición del exilio o transplante, la saga de la aculturación, y más recientemente, el encuentro social/cultural con las culturas/lenguas hegemónicas o con otras culturas/comunidades subordinadas. Una vez que los autores y autoras negocian su entrada en el sistema, obviando las limitaciones en términos de la expresión y el contenido, así como los parámetros de sensitividad que marcan lo permisible, las presuposiciones y expectativas abren variadas posibilidades: por ejemplo, el tema y la condición del exilio 10 es un elemento relevante desde el cual el autor (la autora) puede acercarse a la observación, descripción y plasmación, de alguna manera distanciada, de su área de origen y la presente, y que son funcionales pese al cambio de la exterioridad del autor desde el papel de ‘extranjería’ al de marginalidad, es decir desde el individuo solitario que observa a la sociedad desde una alteridad individual negativa, al que lo hace desde la perspectiva de su grupo y asumiéndose como su portavoz, a veces programático,
Existe desde hace poco una serie de instancias que están teniendo como resultado la preservación de la multiplicidad de perspectivas y niveles de la cultura latinoamericana en Canadá, incluyendo la femenina. Y a dar expresión a esta última en el país 11.