Friday, February 29, 2008

Reflexión sobre reflexión hacia el sur de jorge etcheverry.

Claudio Durán Senior Scholar York University En la reflexión sobre Reflexión hacia el sur de Jorge Etcheverry, centraré estas notas sobre la dialéctica entre compromiso histórico y vida diaria así como la percibo en este libro. Antes, quisiera referirme en síntesis a la poesía de este autor a partir de algunos puntos que él hace en su escrito: Su poesía es dúctil; transportable; armable y desarmable; pasada, presente y futura; contextualizable y recontextualizable. Es así una poesía dinámica y dialéctica: no es, por cierto, ‘letra muerta’. Su poesía estará entonces apareciendo y reapareciendo a lo largo del tiempo en una gran diversidad expresiva. La poesía de Jorge Etcheverry, que he leído en este libro, envuelve una enorme riqueza de facetas, matices, temas, actitudes, aproximaciones a la vida, etc. Mencionaré aquí, antes de entrar en la presentación específica hoy día, algunas de estas cuestiones: están la riqueza y coherencia del lenguaje en apariencias sencillo, pero cargado de experiencia y talento poético; encontramos una ironía, a veces referida a sí mismo, otras veces a alguna otra persona, situación o cosa; su visión de las mujeres y de las relaciones de género; el exilio por cierto; una suerte de arte poética que se puede ir descubriendo en varios pasajes; una reflexión sobre la tradición cultural de Occidente; la vida de alta relación racial y étnica en el Norte; recuerdos y añoranzas de amistades y personas con que se relacionó en el Chile de antes; una visión de lo universal de la experiencia humana y social; notas sobre su origen étnico, pero a la vez, y muy interesante, sobre el origen de la especie humana y su relación con otras especies; finalmente, en ocasiones, una suerte de pesimismo y desesperanza que puede incluso llevar a una cierta aspereza de su alma. Corresponderá a un trabajo futuro mostrar estas características, facetas y matices de la poesía de Jorge Etcheverry no sólo en un libro (ciertamente un libro sumamente especial), sino en el conjunto de su obra. El libro está dedicado a Sharon, su compañera del Norte. Así, Norte y Sur se relacionan estrechamente: habrá entonces que recorrer esta poesía que circula por dos carriles profundos, inextricablemente unidos y, sin embargo, a la vez, tan separados. El Norte es Canadá y el Sur es Chile, pero, para llegar a Chile desde Canadá, uno debe pasar por Estados Unidos y América Latina en su conjunto. Si bien la dialéctica Sur/Norte tiene su centro en la relación Canadá/Chile, EE.UU. y A.L. están implícita y explícitamente presentados. Comienza el primer poema del libro cuyo título (Reflexión hacia el sur) es a la vez el título del libro en su conjunto, con una nota que presidirá la dialéctica que he elegido para centrar mi comentario, aquella entre compromiso histórico y vida diaria: “Somos un pueblo extrañamente dotado por la naturaleza”. Y cuando Jorge Etcheverry aclara el sentido de este verso inicial, que pudiera incluso ser malentendido, nos ubica en una de las problemáticas históricas más violentas y sangrientas de la historia de Chile: “Nos hemos preguntado—dice él—al redactar estos prolegómenos, suspendiendo el lápiz sobre la hoja de papel cubierto de líneas horizontales, por lo que hizo a los araucanos resistir por tantos siglos a los conquistadores”. Se inicia así la dialéctica del conquistado/conquistador en la historia del Sur. Sin embargo, esta relación de dominio se reproduce múltiplemente en el conjunto de la sociedad chilena: una realidad histórica, social, política y económica en la cual “[bajo] la apacible superficie de la tierra se gestan vastos movimientos”. Y una ventaja que tienen los grupos dominantes parece ser, como lo dice este poeta: “Las clases pudientes creen a veces percibir ese rumor subterráneo entre ronquido y temblor de la tierra. Que no los deja dormir tranquilos, los hace paralizar la copa entre los dedos en medio de la fiesta y reuniones sociales, con la mirada fija y como ausente”. No están las clases pudientes tranquilas, pero tienen el poder de percibir, avizorar los movimientos roncos y subterráneos: debajo de la apariencia está la esencia trágica de la guerra y la violencia. Y en el fragor de la lucha los grupos dominados experimentan “[las] convulsiones sociales, los mártires, la utopía casi al alcance de la mano. Estrangulada con el propio cordón umbilical. Abandonada en los baldíos de la historia”. Así, el nacimiento de una generación sin dominación y violencia ha resultado, hasta ahora, abortado. Nuestra historia es como una “escopeta” dice el poeta. A la vez que Jorge Etcheverry va presentando los diversos aspectos de la dominación, la guerra y la violencia, también nos habla de aquellos rasgos de Chile que han sido y son profundamente positivos: como el papel progresista de las mujeres, la creación cultural, musical y poética, la facilidad de adaptación a otros países sin nunca mimetizarnos. Es probable que este poeta vea en estos rasgos un germen de la utopía chilena, que es también una utopía universal. Y es probable también que Jorge Etcheverry pueda ver en mayor profundidad la realidad histórica de la dialéctica mapuches/conquistadores precisamente por haber vivido tanto tiempo en el Norte Boreal del continente americano. Es difícil distinguir en las aproximaciones perceptuales de la realidad chilena que se dan en el Norte, si ellas están influidas marcadamente por el Norte, o si también se perciben en Chile mismo con la misma certeza. En todo caso, el poeta nos hace mirar al pasado y presente de Chile, y también a su geografía, en un tono emocional que entra ciertamente en la nostalgia, en lo romántico, en el lirismo: “Se levanta la Violeta Parra en vuelo cantante enredando en su despegue varias otras figuras matriarcales. La Gabriela Mistral niña la mira pasar sobre un cerco de piedra en el Norte Chico, mientras camina hacia la Escuela Pública de delantal blanco y con chapes”. Acto seguido nos lleva a Coipué región del Maule. A propósito de sus relaciones familiares nos muestra el mar de Tal-Tal, la Parte Alta de Coquimbo, y aunque sea a la vez triste y represivo, Juan Fernández. Nos hace sentir el Valle Central, el extremo Sur, las calles de Coquimbo, “la visión y la audición del ruido de Santiago desde la cumbre del San Cristóbal”, “los cielos claros del Norte Chico”. Y vemos en su poema inicial también la nostalgia profunda y húmeda: “A beber las aguas siempre verdes y frescas, a absorber por los ojos las vastas faldas de los más azules cielos”. Mi percepción de este poema, que creo se puede hacer generalizable al conjunto del libro, es que la dialéctica entre lo histórico, o con más propiedad el compromiso histórico, y la vida diaria en Jorge Etcheverry, se da de una manera que yo caracterizaría de cerrada, o tal vez, debiera decir, de presentar ambos aspectos íntimamente ligados: yo los he separado aquí, para quizás, verlos mejor, cada cual en su aspecto. Sin embargo, en el conjunto, el compromiso histórico y la presentación de la vida diaria aparecen claramente en profunda unidad. Recuerdos, ensoñaciones y nostalgias van juntas con el claro sentido de profundísima injusticia histórica. Veamos el final de este poema con que comienza el libro Reflexión hacia el sur: “Entre la maraña enrevesada que nos llega por amigos, los medios, el internet, otros latinos O simple gente que sobrevivió a las avalanchas revolucionarias que de repente se abrieron como volcanes y luego se cerraron Todavía aquí achunchados si hay que decir que en Chile no pasa nada o que pasó todo a quien nos pregunta por aquí Mientras nuestras miríadas de fosas nasales recogen un olor como de fogatas en la noche, que viene de muy lejos y se propaga porque la tierra es redonda, y nos sentimos un poco encabritados y un poco alegres Y de repente un montón como de bichos que teníamos adentro nos comienza a desfilar con sus propias banderas de sindicatos o partidos Mientras nuestras manos se crispan solas y en nuestros corazones hay como una música húmeda”. El compromiso histórico en íntima unidad con la nostalgia profunda y húmeda. Y fue su compromiso histórico quien trajo a Jorge Etcheverry al Norte: él nos muestra ese momento del adiós en un tono emotivo aunque cuidado, tal vez contenido: “mejor aun cuando inmóviles en la escalinata que nos lleva directo al vientre del aeroplano nos damos vuelta agitando la mano en un signo tan convencional como preñado de significaciones, hacia los amigos y familiares y simples relaciones que se han conglomerado ahí, en la losa del aeropuerto para despedirnos”. Nos dice a la vez que tuvimos que venirnos porque al haber tomado un compromiso histórico pasamos a ser presa de la acción represiva de las autoridades que combinan el crédito mundial con la fuerza bruta local. Ese Chile que es como una escopeta! Y aquí hemos hecho una vida que ha bifurcado a la familia. A los descendientes que se han criado en el Norte se les cuenta de los líderes asesinados, de la violencia que expulsó de las ciudades y los mares y los campos…, y se les cuenta a los nietos del monte, del desierto el mar, también la nieve. Pero esos nietos “hablan otra lengua, comen otros alimentos” y al parecer llegan a “pensar que los montes y los valles y la larga costa era un sueño” de sus abuelos y abuelas. Todo esto nos señala a un poeta para quien su poesía es una impresionante expresión de lo histórico-social y lo íntimo, lo humano, lo familiar. Es decir, el compromiso político y lo lírico pueden darse conjuntamente. Claro está que en ocasiones el poeta se intranquiliza con esta expresión unitaria: “No es fácil en estos tiempos y menos para nosotros volverle la espalda ni por un momento a la realidad histórica Que nos exige cada día un compromiso más intenso y preciso Para dedicarnos en cambio una vez más a las lamentaciones y digresiones tan caras a los románticos”. O se pregunta si no se habrá “puesto un poco gordo” al mismo tiempo que se le “ve demasiado tranquilo últimamente”. Para calmar cualquier fisura en su compromiso histórico nos dice: “Nunca han dejado de preocuparnos las grandes batallas que convulsionan a tres de los cinco continentes: Asia, África, América Los poetas comprometidos tienen el deber de cantarle a la Revolución, denunciando el actual estado de cosas”. O sea, el compromiso histórico es universal. Sin embargo, él tiene a la vez conciencia clara y precisa que el compromiso “se hace en otros metros, usando otro tipo de imágenes”. También nos dice en otro lugar: “Démonos la libertad para centrar la atención en las minucias del diario vivir. Seamos en eso como un borracho que de repente se detiene en su caminata nocturna, y luego de orinar mira las estrellas y dice en voz más bien alta ‘Qué le vamos a hacer, qué diablos, en fin…’ ”. Pues, el diario vivir es también una parte de la vida que no tiene por qué obstaculizar el compromiso del poeta con la lucha histórica contra la violencia, la opresión y la injusticia. El poeta también amó a niñas reales y fantasiadas, muchachas y mujeres, sufrió los rigores de los rechazos y las frustraciones, las vicisitudes de todo ser humano en el terreno del amor y la sexualidad. Hay tal vez en los pasajes en que el poeta refiere su vida sentimental un tanto de contención emotiva, pero el detalle es significativo: “Y no era la primera vez que me veía metido en esta clase de forros. Me acuerdo de las eternas esperas en las esquinas de otra ciudad, en otro país Las despedidas patéticas en los terminales de buses Un gato blanco eternamente pelechando, en una casa oscura, de techos altos O de otro color, en un segundo piso, en otras latitudes Los insomnios revolcados de ojos tamaños entre el sol poniente y el naciente La arena en los párpados. Las curas lloradas y las confidencias vergonzantes”. Quisiera concluir con dos reflexiones sobre este libro de Jorge Etcheverry. En primer lugar, una pregunta sobre lo que he planteado como una relación dialéctica más bien cerrada en Jorge Etcheverry entre el compromiso histórico y la vida diaria. En un pasaje del libro el poeta señala que “[una] mente lógica puede hacer equivaler las experiencias”. Hay varios textos en el libro en que se refiere la razón, la raíz racional de la historia occidental a que Chile pertenece. Este tema apenas lo toco aquí, y sería uno de esos tópicos para futura investigación. Pero, lo que quisiera plantear es esto: Cuando se reflexiona sobre la relación entre el compromiso histórico y la vida diaria se podría tal vez decir que no hay explicación lógica entre ambas cosas. Así, solamente se puede nombrarlas uno junto a la otra, en el mismo sentido en que uno notaría a una persona enojada que pasa por la calle y al mismo tiempo pasa otra que va contenta. Esta yuxtaposición es casual, meramente coyuntural y no tiene lógica ni relación de causa y efecto. Sí, posiblemente, podría ser, dada esta analogía. Sin embargo, la poesía de Jorge Etcheverry nos lleva a ver, siguiendo la analogía en otro sentido, que esa relación es inherente. Digamos que la persona está enojada porque la han reprimido y que la persona contenta participa de la represión de una u otra manera. Claro está, entre ambos extremos hay una gran cantidad, tal vez infinita, de posibilidades de entender la relación. La segunda reflexión se refiere a “ese gigantesco pájaro poético” que es la metáfora con que Jorge Etcheverry caracteriza a Pablo Neruda. En la reflexión hacia el sur de este poeta no podía faltar Neruda. Y no podía faltar un sentimiento de reverencia hacia Neruda. Hay también una crítica (casi) implícita a Neruda: “Personalmente me encanta el Canto, la Primera Residencia y pare de contar, un poco Arte de Pájaros, las Piedras de Chile”. Esta limitación es justa (recuerdo que el poeta, filósofo, investigador literario y traductor español José María Valverde me dijo una vez que él conservaría de Neruda no más de 500 versos). Pero, lo que me produjo más cavilación en Jorge Etcheverry son estos versos: “Díganme si hay una pizca de Neruda en lo que estoy haciendo, si yo también me cobijo bajo esa sombra gigante Que tantos dicen proyecta su ego hipertrofiado Que amasado y soplado a la vida con la greda del Sur de Chile Para el reparto del yo se lo llevó todito, dejando a generaciones sucesivas de poetas de la zona Con el yo minimizado. Pero no entremos en peleas de capillas. Dejemos a ese gran pájaro alejarse Proyectando su sombra vasta sobre los cinco continentes”. Me ha impresionado esta referencia tan intensa a Neruda, no me calza con mi aprecio por la poesía de Jorge Etcheverry, pues esta poesía no necesita sustento nerudiano, por cierto. Entonces, ¿cómo se deberá evaluar esta relación de Jorge Etcheverry con Neruda? ¿O sucederá acaso que los poetas chilenos tenemos que examinar hasta dónde nos cobijamos en Neruda? ¿También, se aleja Neruda de nosotros o nosotros de Neruda? P.D. del editor Enlace a 'Reflexión hacia el Sur' http://www.letras.s5.com/je261104.htm

Tuesday, February 26, 2008

Raúl Castro se ha ganado el derecho a ser Presidente

Silvio Rodríguez: "Raúl Castro se ha ganado el derecho a ser Presidente" El cantautor, quien durante los últimos quince años fue diputado de la Asamblea del Poder Popular de Cuba, aseguró que el gobierno de Raúl Castro continuará con "el proceso de auto-reflexión". El cantautor cubano Silvio Rodríguez dijo hoy en Guatemala que Raúl Castro, "por su trayectoria, se ha ganado el derecho a ser Presidente", al tiempo que hizo votos para que termine con "la visión cerrada de la economía". "Por razones físicas Fidel Castro no puede seguir al mando y ha dejado las riendas de la Revolución en manos de Raúl Castro. Yo no lo veo (a Raúl) como su hermano (de Fidel). Da la casualidad que es su hermano, pero para mí es el revolucionario en que más confianza hay", precisó Rodríguez. Rodríguez, quien durante los últimos quince años fue diputado de la Asamblea del Poder Popular de Cuba, aseguró que el gobierno de Raúl Castro continuará con "el proceso de auto-reflexión" iniciado por Fidel dos años antes de dejar el poder. Este proceso, precisó, que ha sido "una especie de consulta popular" en la que "la gente cuenta qué es lo que encuentra mal en el país", ha dado como resultado "un replanteamiento de las estructuras gubernamentales" de Cuba. Algunos de esos cambios, aseguró, se empezarán a realizar en las próximas semanas, pero otros "que dependen de nuestro desarrollo económico (por) algunas limitaciones que hemos tenido producto de una visión cerrada de la economía", llevarán algún tiempo. "Yo espero, y muchos cubanos esperamos, que se rectifique esa visión cerrada de la economía, aún siendo un país socialista, y que se libere, en la medida en que se estime prudente y necesario las fuerzas productivas de nuestro país", subrayó. Para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos, añadió, Cuba necesita "más y mejor producción", por lo que un cambio en la economía del país "es algo que esperamos todos los cubanos que queremos la Revolución, pero que también somos críticos con nuestra realidad".

Thursday, February 21, 2008

La minificción de Jorge Etcheverry: un juego verbal entre géneros

Magdalena Ferreiro “Primero los gatos, subdivididos en: claros y obscuros, sinuosos (persas) y arrepollados (con frío)”. Así empieza la “Enumeracion de animales” de Jorge Etcheverry. Allí se distingue entre osos “de verdad” y otros “con lengua de pañolensi” y se nos invita a ver una lámina uno que, de existir (y muchos desearían que así lo fuera), debería mostrar el asombro de una muchacha que ve brotar de su vientre una mariposa. No es la muchacha (y muchos también preferirían que así lo fuera) la que integra la taxonomía, sino la mariposa, cuidadosamente clasificada “según su comportamiento y origen”. Pero la lámina no está por ninguna parte, excepto tal vez fuera del libro. ¿Dónde? No en el mundo real, (si algo como eso existe), sino en uno saludablemente distorsionado y lúdico al que nos invitan textos como éste. Las ocasiones de visitar ese mundo son raras y preciosas. El sapo que describió Juan José Arreola, que despierta en primavera y descubre, tal vez apenado, que no sufrió ninguna metamorfosis, o el dinosaurio de Augusto Monterroso, que aún sigue allí cuando alguien se despierta (¿Quién?) nos ofrecen, como este texto de Etcheverry, salvoconductos a esa realidad que se entremezcla con la poesía para complicar la vida de quienes se dedican al análisis literario. Según Clara Obligado, los textos de este tipo “Recorren todos los géneros, todas las técnicas: se apoyan en otros textos, tejen vínculos con otras formas: son juego, poema, sentencia, bestiario, chiste, novela, fábula y hasta aviso clasificado”. En resumen, y por continuar en el reino animal, podríamos agregar que se retuercen como anguilas. En el prólogo de su Antología del cuento breve y oculto, del año 2001, los compiladores Raúl Brasca y Luis Chitarroni confiesan haber incluido en ella “fragmentos de dudosa entidad cuentística”. Es que la minificción aparece frecuentemente enmascarada en libros de poesía, que han sido tradicionalmente el lugar de lo no tradicional. Si es raro, piensa el lector de cuentos “normales”, seguro que es un poema en prosa. El lector de poesía clasifica menos y tal vez disfruta más. No diré que el poeta disfruta más que el resto de los escritores o de la gente, ya que ése es un punto aún en investigación. Y adelanto que las conclusiones se ven lejanas y neblinosas. Por suerte. Pero el lector que se acerque a estos textos con una actitud abierta, descubrirá matices especiales de entusiasmo literario. Escribe Etcheverry: “Los centauros cortaron en dos los verdes campos cultivados. Luego dejaron en la tierra ablandada por la lluvia la fuerte pezuña de sus cascos. Al otro lado del mundo, claras mujeres de formas amplias se estremecieron con un temblor secreto”. Este fragmento del texto titulado “Cierta sed” fue publicado originalmente como poema en prosa, pero se sostiene por sí mismo y, como los centauros, deja huellas narrativas. En la contratapa de A vuelo de pájaro, antología de Jorge Etcheverry que incluye varios de los textos seleccionados para esta ponencia, se habla de “los poemas que integran este pequeño volumen”. De hecho, las minificciones del autor clasificadas como tales han sido sólo las seleccionadas para su publicación en antologías del género, como Cien microcuentos chilenos o MicroQuijotes, ambas preparadas por el académico chileno Juan Armando Epple. Es el caso de “La bolsa”, que aparece en MicroQuijotes y que deja el territorio de lo que podríamos considerar un minificción clásica para internarse en la crónica. “Si alguna vez esa bolsa aparece llena de explosivos, documentos o drogas, en cualquier aeropuerto, en allanamientos, en posesión de terceros, etc., quiero dejar constancia de los acontecimientos”—escribe el autor. Según Luis Correa-Díaz, de la Universidad de Georgia, ese texto “actualiza ‘el pequeño Quijote que todos llevamos dentro’, aunque más bien se trata de un pequeño Cervantes”. La minificción de Etcheverry, híbrida de nacimiento, se va de lo literario, mete las narices en lo periodístico, se da un baño de poesía y regresa por caminos narrativos. Confunde y encanta, a veces en tono de crónica y otros en tono de leyenda, como se aprecia en estos fragmentos de “El Rebelde”: “Él era el más justo entre nosotros, el del iris claro y las pupilas obscuras y profundas, donde todos nuestros secretos podían ahogarse, todas nuestras fiebres enfriarse. (...) Alguien dice que no existió nunca”. En el prólogo de Cuentos breves y extraordinarios, probablemente la primera antología del género en lengua española, editada por primera vez en 1953, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares señalan: “Lo esencial de lo narrativo está, nos atrevemos a pensar, en estas piezas; lo demás es episodio ilustrativo, análisis psicológico, feliz o inoportuno adorno verbal”—concluyen. Y tal vez ése sea el secreto de la sobrevivencia de la minificción, ese género siempre algo marginal a los grandes movimientos literarios, pero de buena salud “as time goes by”. Un género que invita a viajes algo inquietantes, como éste, que propone Jorge Etcheverry en “Jornada”: “Entre una pierna y otra pierna habrá una madeja negra y en medio de ella brotará una fuente de agua y más abajo habrá una cueva que indica el camino a los infiernos. El vientre será combado y húmedo. Saliendo de la enmarañada selva de cantos rodados y de algas, aplastando batracios y apartando serpientes encontraremos la depresión del Ombligo y luego de muchas lunas veremos las montañas, de las que brotan sendos chorros de leche. Pero nunca podremos alcanzarlas ni menos volver atrás”. En resumen, se trata de quemar naves desde el primer momento. Y, por qué no, también hasta el último. Referencias Borges, Jorge Luis y Adolfo Bioy Casares (selección y prólogo): Cuentos breves y extraordinarios. Buenos Aires, Santiago Rueda, 1967. Brasca, Raúl y Luis Chitarroni (selección y prólogo): Antología del cuento breve y oculto. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2001. Correa-Díaz, Luis; et al, “En torno a los MicroQuijotes editados por Juan Armando Epple, una lectura compartida” en www.puc.cl Epple, Juan Armando (selección y prólogo): Cien microcuentos chilenos. Santiago de Chile, Cuarto Propio, 2002. Epple, Juan Armando (selección y prólogo): MicroQuijotes. Barcelona, Thule Ediciones, 2005. Etcheverry, Jorge: A vuelo de pájaro- Miniantología personal. Ottawa, Verbum Veritas, 1998. Obligado, Clara (selección y prólogo): Por favor, sea breve. Antología de relatos hiperbreves. Madrid, Páginas de Espuma, 2001. Internet: www.escritores.cl www.poesia-sexo-marihuana.com www.puc.cl

Sunday, February 17, 2008

Vitral con pájaros de Jorge Etcheverry: la poesía fotografiada a colores

Zaira Espinosa Decía William Blake: “la eternidad está enamorada de los frutos del tiempo.” Esa misma idea se distingue en Vitral con pájaros, poemario de Jorge Etcheverry. Versos eternizados que revelan sentimientos y espacios del modus vivendi de nuestra sociedad actual entrelazándose con el origen de una voz poética de lustros atrás. Para Etcheverry, además, el tiempo es paralelo al espacio. Canadá-Extranjero-Chile-hoy-antes-ahora. Vitral con pájaros es una selección de poemas que el mismo autor confiesa son de otras épocas. Sin embargo, cada uno de los textos se aproxima al presente como parte de una contemplación pausada y minuciosa de las relaciones humanas, el paisaje urbano y la bitácora viajera. Según Ethel Krauze: “la poesía más que conocimiento del mundo, es experiencia entrañable, visceral, una manera de estar en el mundo”. Aproximarse a la poesía de Etcheverry es verlo estar, por lo que más allá de una simple identificación de palabras e imágenes, la lectura resulta una apreciación fotográfica de la voz del poeta. Foto uno (El paisaje del tránsito vial y emotivo) Camino a un lado de Jorge Etcheverry. Conversamos, pero no se si al conversar él también retrata el derredor con las palabras que aún no se escriben o se pronuncian. Eso mismo sucede en las reuniones, en la mesa, reposando un tema con el vino tinto. Una mirada silenciosa recorre el lugar, el trayecto. Luego hay un momento en que los retratos suenan como un ferrocarril que se aproxima, cito: “…todos los hombres y mujeres/ sentados en el bus/ que conscientemente se anulan/ debajo de sus trajes y gafas/ los empleados, los intelectuales de barba/las mujeres funcionarias de rasgos angulosos/ y ojos pálidos/ que aprietan las piernas/ y ponen la frente lisa del día de negocios/ luego de la noche sexuada/ y el olor de la noche”. El tono de la imagen es de una cotidiana mañana-tarde-antes-hoy-aquí-allá, cualquier sitio urbano, cualquier tiempo, ambos con la cara impedida de otro rasgo que no sea indiferencia. Un tono graduado de silencios; un tono en altavoz, cuando el poeta quiere señalar las partículas flotantes entre miradas. En los poemas: “En el bus”, “Épica cotidiana”, “Caminos de la tarde”, “En el centro”, “Y la gente” se distinguen las imágenes coloridas de invierno, el sol primaveral, el deshielo de las relaciones humanas, la capacidad para apreciar esa “Nueva Jerusalén de tarjeta postal” que define el lugar que aglomera inmigrantes en el transporte urbano, sus lenguas y sus facciones. Etcheverry usa un lente de alta definición verbal, cito: “Y afuera del bus las calles/ impolutas vacías/ stark, drab, empty/ los edificios de concreto…/Y quizás valió la pena/ entonces/ venir a dar aquí/ y de repente, callado,/ sorprenderlos/ escucharlos, verlos/ y es que un poco / en cierto grado/ esas incontables masas allá abajo /allá lejos/ en el sur se concretizan como un rayo de sol/ en estas circunstancias”. Fotografía del exilio, una estampa trazada de evocaciones. Como en sus poemas: “Los viejos de Chile” o “Kale borroka”, el aquí-hoy se ensancha a un aquí-norte-sur-hoy-ayer-mañana. El interior se exterioriza en una impresión de todos los tiempos. Alguna vez fue sur, otras norte, las masas son viento que circula. La poesía, ventanal abierto, permite al viento correr. Por eso, diríamos que Etcheverry contiene en su pluma, o mejor dicho, teclado, el universo auténtico de la percepción que el lector identifica y asume a sus experiencias de vida como exiliado u otra calidad extranjera en país blanco, bien nutrido y de buen ver, Canadá. Foto dos (Escenario de poetas) En Poética de lo sagrado de Oscar Wong se reitera la idea: “la poesía, a través de la palabra, traduce los sentimientos en imágenes”. Etcheverry es poeta que retrata su oficio y lo satiriza, cito: “…tratando de condensar el universo/ en una estrofa, /reflejarlo en un objeto, /y a la vez guardar el paso /con la corriente de la realidad/ No es fácil /Me pregunto por qué gano tan poco /…me consuelo /pensando /que el trabajo de Cristo /era mucho más importante /y más difícil /y que lo crucificaron”. Para Etcheverry, escribir es un gran trabajo, domar a una “bestia”, sentarse en un café, esperar un ataque de verbos y confrontar indemne, esperar una lluvia que desborde las aceras de agua y salir a transportarse en la corriente. El retrato, o caricatura en su defecto, se convierte en eslabón que une ritmos e inventa testimonios de poeta, como en “Antipoema para restarse a beneficio”, cito: “los poetas que leen/ son todos pésimos /Conozco a todos los músicos /me sé sus canciones de memoria” Para Oscar Wong poesía es: “revelación, sensibilidad, emoción”, para Lichtenberg poesía no es como un lente para ver a los demás, sino un espejo; para Juan Agustín Goytisolo es el medio para cambiar el pulso, el ritmo de la historia; para el poeta nicaragüense Ernesto Mejía Sánchez: “escribir un poema es como recordar el futuro” , para el español Gabriel Celaya es “poesía-herramienta, a la vez que latido de lo unánime y ciego”, Xavier Villaurrutia veía en la poesía manos metálicas, compañía para hablar a solas; poesía según Salvador Díaz Mirón es: “pugna sagrada, ansia infinita de lo imposible”, Eliseo Diego dice que un poema no es más que la felicidad. Poesía para Jorge Etcheverry es “estar parado en una vereda”, sentir el curso de la vida, la metáfora tiene vientre, es insomnio, la noche tiene alas violáceas, reservar espadas en su funda, un animal con sus garras preparadas para desgarrar, una semilla en algodón. Etcheverry escribe la poesía con la mirada que domina el pulso de las calles, casas, personas. En la poesía de Vitral con pájaros, reitero, la imagen es nítida y sus colores destacan, cito: “El hecho es que cae la noche /no, no cae /pues ella no es ella, en verdad /no pájaro no doncella alada /para que pudiera caer desde lo alto.” Collage (Las mujeres) Mujer-musa, el norte-sur, la llama-sangre, la poesía-aire que se inhala, como los recuerdos que también a veces matan así como el humo del cigarro. La mujer en la poesía de Etcheverry, mata y da vida, ejerce las imágenes, las sobrepone del olvido. Vitral con pájaros contiene retratos de palabras-mujeres, sobre mujeres que sonríen dentro de esas palabras. Vemos a Etcheverry imaginando, percibiendo las sirenas, las divas, las amigas que ya no están (“Despedida”, poema dedicado a Yvonne América Truque q.e.p.d), a madre e hija que crecen sin parar de alma y sueños (La Gabriela grande y la Gabriela chica). En “Oda a una mujer enferma de la tiroides” Etcheverry evoca un deseo rojizo, monocromático, cito: “Me gustas /por tus ojos claros /y tus largas piernas paganas /Déjate crecer el pelo /y consume en las mañanas /levantándote del lecho/ comprimidos recetados /(tiroxina) /y que tus tobillos /y los dedos de tus manos /adelgacen /Sólo entonces serás mía”. La imagen adquiere textura, es un paisaje y al mismo tiempo un canto. Vitral con pájaros, es una obra de gran contenido visual en su lenguaje, sus palabras son fieles retratos del escenario de vida que el poeta Etcheverry capta con su pluma, nos transfiere más allá de una época, de un estado de ánimo, de un espacio urbano. Etcheverry vuelve la página en lienzo, y a cada palabra le da un rostro, hasta que tantos rostros, sonrientes-impávidos-tristes- aquí-allá-ahora-risa-llanto y mirando hacia el lector, son la poesía.

Friday, February 1, 2008

CANTO I (de una versión de "Hablativo Agente"

I Día húmedo. Bueno para escribir Mucho más alto, no sé donde Un opalino deshecho de galaxias una eléctrica entraña de pescado La lluvia combate a morir a los relojes, se derrumban enormes aludes de sonido. Buen día para conversar Toda la ciudad muerta, todos los lechos ocupados, todas las calles vacías, todas las calles húmedas Así como en tiempo de gran calor, de gran exuberancia. Los hombres se pierden gritando en la espesura, repleta de reptiles acalorados y de pájaros.....no sé.....con el sol sentado en la nuca, sobre los hombros. Olvidados de sí mismos se ponen pañuelos al cuello Desde los dormitorios obscuros. Sólo una luz plomiza baña la cara de los objetos. Los detalles se ocultan como los moluscos en la arena del fondo. El techo envuelto en sombras, que retrocede. O se desvanece -con medio cuerpo desnudo-la parte superior- fuera de las frazadas-fumando quizás, quizás considerando la sinuosidad de los músculos--en el reposo--la enorme longitud de las piernas, que no conocen el sol, el brusco brotar de las manos, la inesperada delgadez de las muñecas, la longitud del sexo Las palpitaciones del corazón bajo de un milímetro de papel arroz--pronto a romperse y partir aleteando alentando--parece--asegurando otro día de fatiga, para ampliar la ronda de los días--días de fatiga--el vuelo circular de los pájaros, al sol, gritando: días, días de fatiga. Nuevamente: Días. Días de fatiga Vamos por la floresta verde, sus anchas hojas, sus arañas de patas zancudas Y no acertamos a pensar en nosotros, en nuestras mujeres--la mujer de sol, bajo el sol Y consideramos, nuevamente, cada detalle que viene de afuera "la lluvia" Y los hombres borrachos de calor en la floresta. Y la mujer húmeda en la lluvia II El buscador que marcha por el campo, estudiando cada brizna de pasto, cada cambio de matiz en el terreno Con los primeros relámpagos, y tiene que terminar antes que se desate la lluvia Y por cada brizna de pasto hay una gota de agua, fecundándola así como en la costa el agua salada hace vibrar los matices de las rocas Déjame pensar en nuestras interminables calles, blancas, vacías... Como cuando estamos por dormirnos )Cúal es la fuerza que elige y sustituye las imágenes, si somos todos espectadores? Como los militantes de distintas tiendas políticas, pero que sustentan una común ideología que interiorizados en el mecanismo de sus respectivos aparatos -se saludan --Se conocían de niños-. Se están conversando hasta caer de bruces sobre la mesa, dormidos hasta el alba III Cada brizna de pasto una gota de lluvia, para que la fecunde. Bajo el sol. El conocedor, un potro de ojos facetados, dilata las fosas nasales. Las arañas destilan cierto líquido. Bajo el sol. En las hojas húmedas de la floresta --Con un pañuelo al cuello, fumando. El techo envuelto en sombras se aleja o se diluye. Como en una eléctrica entraña de pescado. Considera la sinuosidad de los músculos, considera la longitud del sexo. La mujer de sol, en la noche, ebria de calor, como la noche Como cuando estamos por dormirnos y )Cúal es la fuerza que elige y sustituye, que fecunda y marchita? Si nosotros no somos espectadores? -La mujer húmeda bajo la lluvia -borracha de calor en la floresta. La mujer de sol considera desnuda la sinuosidad de los músculos. Afuera nuestras calles, blancas, vacías. Considera las concavidades en la sombra. Cálida sombra. (Un elemento nuevo: El vino! (Un licor de luciérnagas! Las palpitaciones de las savias que corren por las venas de las grandes hojas de la floresta. Prontas a romperlas y fluir, alentando. Para ampliar la ronda de los días. Y se comunican a través de todos los matices, de todas las briznas de pasto. Caen los primeros relámpagos. Y la mujer húmeda busca al buscador antes de que se desate la lluvia IV -Con el sol sentado en la nuca, sobre los hombros, por un camino que sigue cada cambio de matiz en el terreno. Como un reptil acalorado y como un pájaro...no sé...luchan, los militantes de distintas tiendas políticas. Bajo el sol. Olvidados de sí mismos se toman mutuamente del cuello. Un corazón rompe un milímetro de papel arroz--y parte aleteando, alentando, asegurando "ya se terminaron los días de fatiga"--el otro bebe vino y cae de bruces sobre una mesa hasta que llega el alba. Y parte, aleteando, alentando "ya se terminaron los días de fatiga", asegurando, "para no ampliar la ronda de los días, días de fatiga". El vuelo circular de los pájaros, cuando gritan, en torno al sol, como un eco: días, días de fatiga Sobre los propósitos abandonados, toda la ciudad muerta Sobre los hombres que se pierden gritando en la espesura, repleta de reptiles acalorados y de pájaros Sobre los dormitorios obscuros, bajo el sol Sobre los moluscos que se ocultan en la arena del fondo Sobre los militantes, caídos de bruces en la mesa, hasta que llega el alba. Un licor de luciérnagas Sobre la mujer de sol y la húmeda mujer bajo la lluvia Sobre nuestras interminables calles, blancas, vacías Sobre los seres; moluscos y cangrejos, sobre mujeres, militantes. Y hombres que fuman en los dormitorios, ()Falta alguien?) arañas de patas zancudas y pájaros Y sobre estas palabras: Parece. Días, días de fatiga. No sé. Terminemos.

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Ottawa, Ontario, Canada
Canadá desde 1975, se inicia en los 60 en el Grupo América y la Escuela de Santiago. Sus libros de poemas son El evasionista/the Escape Artist (Ottawa, 1981); La calle (Santiago, 1986); The Witch (Ottawa, 1986); Tánger (Santiago, 1990); Tangier (Ottawa, 1997); A vuelo de pájaro (Ottawa, 1998); Vitral con pájaros (Ottawa; 2002) Reflexión hacia el sur (Saskatoon, 2004) y Cronipoemas (Ottawa, 2010) En prosa, la novela De chácharas y largavistas, (Ottawa, 1993). Es autor de la antología Northern Cronopios, antología de narradores chilenos en Canadá, Canadá, 1993. Tiene prosa, poesía y crítica en Chile, Estados Unidos, Canadá, México, Cuba, España y Polonia. En 2000 ganó el concurso de nouvelle de www.escritores.cl con El diario de Pancracio Fernández. Ha sido antologado por ejemplo en Cien microcuentos chilenos, de Juan Armando Epple; Latinocanadá, Hugo Hazelton; Poéticas de Chile. Chilean Poets. Gonzalo Contreras; The Changuing Faces of Chilean Poetry. A Translation of Avant Garde, Women’s, and Protest Poetry, de Sandra E.Aravena de Herron. Es uno de los editores de Split/Quotation – La cita trunca.

Instalación en la casa de Parra en Las Cruces

Instalación en la casa de Parra en Las Cruces
Chile, 2005, Foto de Patricio Luco. Se pueden ver en esta "Biblioteca mínima indispensable" el Manual de Carreño, el Manifiesto Comunista y Mi Lucha

Chile, 2005

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Una foto con el vate Nicanor Parra, candidato al premio Nobel de Literatura