Thursday, September 6, 2007

Presencia del castellano

Jorge Etcheverry

(nota publicada en el Eco Latino, de Ottawa, canadá)

¿Y porqué no del español?—A eso vamos. En la segunda mitad de los sesenta estudié Filosofía y además una Licenciatura en Literatura en el Departamento de Castellano del Instituto Pedagógico, el famoso Instituto Piedragógico, por las frecuentes demostraciones, barricadas y enfrentamiento de los estudiantes con las Fuerzas del Orden, vulgo ‘pacos’, Con los años el Departamento se pasó a llamar Departamento de Español, por motivos que, preocupado por otros intereses y urgencias más apremiantes no me preocupé de averiguar. Aquí, en las universidades, como en todo el mundo parece, se llaman también Departamentos de Español, lo que si bien obedece a que el castellano fue el idioma oficial de España, ahora no es único idioma con carta de ciudadanía. Pero aunque reviso los programas de las universidades de Canadá, todavía no me encuentro con cursos en vasco, catalán o gallego. A lo mejor mi búsqueda ha sido un poco negligente. Pero a lo que iba. En más de treinta años que llevo en este país he sido testigo del aumento de la presencia del castellano en todo el país y por supuesto en esta ciudad. En ese entonces si uno lo oía en la calle, en un bus, en un café, se daba vuelta sobresaltado, y si no se atrevía a hablarle a las personas, se las quedaba mirando con una sonrisa o una expresión reconcentrada y nostálgica, que ellos perplejos no sabían a qué atribuir y a veces apresuraban el paso, temerosos.

Ahora si uno va al mercado escucha castellano por todas partes, en toda su variedad de acentos. El Byward Market es una de las pocas partes en esta ciudad en que uno ve gente junta, hay todo tipo de cafés y restaurantes, puestos de esto y lo otro, centros comerciales y pasajes, y por supuesto que los latinoamericanos, españoles, brasileros y en general gran parte de las minorías lingüísticas y etnoculturales se vuelcan desde las calles y avenidas de esta ciudad parcialmente vacía, sepulcral o post apocalíptica de los domingos en la mañana en busca de un poco de vida, ruido, variedad, espectáculo. ¿Tienen algo que ver con esta atmósfera de la ciudad la religión y ética protestantes, que predican ahorro, moderación, reserva y a nivel más anecdótico y en algunos grupos la abstención del café, del puerco, del alcohol, de las transfusiones sanguíneas, pero sobre glorifican el trabajo? —que cosa curiosa y dicho sea de paso en la Biblia se dice que es más bien un castigo impuesto al hombre por el pecado original. Cosa tan paradójica como la exaltación del éxito comercial y económico entre algunos protestantes, cuando Cristo dice clarito que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre al reino de los cielos. Pero puede que haya en juego otro elemento, por ejemplo lingüístico, la manera en que los idiomas influyen en cómo la gente percibe y concibe el mundo. Hablando con una persona anglófona muy cercana (que no voy a mencionar) le decía que por ejemplo en este mismo escritorio hay una impresora, un diccionario de la Real Academia, la mesa, la silla y la impresora son femeninas y el computador es masculino. Miro por la ventana y veo el cielo El hablante castellano vive en un mundo que se percibe como sexuado, el anglófono vive en un mundo básicamente neutro, mucho más abstracto. A eso le podemos agregar las sutilezas del trato personal en castellano, que van del familiar e íntimo del ‘tú’ a lo distanciado y formal del ‘usted’, con todos los matices en juego, que pueden convertir a ese mismo ‘usted’ en indicio de familiaridad máxima, cuando se lo usa en el seno de la relación íntima con un matiz juguetón y pícaro de distancia y formalidad. En una de éstas nosotros los castellanófonos vivimos en un mundo tan rico que nos distraemos, o lo encontramos básicamente bien así como está, entonces no le ponemos tanto pino para modificarlo. Y el anglófono opera en un ámbito más despejado y entonces puede meter mano más fácil, además de que con esa costumbre que tienen de inventar acrónimos hacen todo más rápido. Como vive en un mundo sensorialmente más pobre y más fome tiene que amononarlo mediante el trabajo, la acción práctica.

Bueno, a lo que íbamos. El aumento de la presencia del idioma castellano en el país se ve en la exhibición de más películas, en canales y programas en castellano, en esta misma ciudad existen instancias de práctica y estudio del castellano, un diario comunitario mensual que ya no está dedicado tan sólo a la divulgación de lo que llega de afuera, sino que presenta material de primera mano de autores y comentaristas locales que escriben notas, crónicas, artículos, reportajes, poesía y prosa. Hay instancias editoriales, revistas periódicas, al menos dos sesiones mensuales de lectura de textos literarios básicamente en castellano. Hay por lo menos un festival latinoamericano anual y se está luchando para que la cultura escrita en español de Ottawa y Canadá siga teniendo su evento anual, Boreal. Se está desarrollando lentamente un público y un mercado para la literatura en castellano producida en la ciudad. Esta no despierta mucho interés en los programas académicos universitarios, que enseñan las literaturas española e hispanoamericana, no el engendro híbrido de la producción en español en Canadá, ni en las embajadas latinoamericanas, naturalmente dedicadas a difundir lo que se hace en sus países. Pero existe en Ottawa, además de una pasable mini industria editorial en castellano, una actividad crítica y de estudio de los autores que residen en Canadá, sobre todo esta ciudad capital, y que escriben en este idioma.

En este panorama no están ausentes los anglófonos, y voy a mencionar dos antologías recientes. Una es Iguana, Escribir el exilio/Writing Exile, editada por el poeta y académico Paul Carr con textos en castellano e inglés de diez autores, dos de ellos ottaguinos y uno ex ottawense, y Latinocanadá. A Critical Study of Ten Latin American Writers of Canada, del poeta, traductor, crítico y académico Hugh Hazelton, que es la primera antología crítica de la literatura hispano canadiense, y donde se incluyen dos autores latinos de Ottawa. Claro que hay que mencionar que los compiladores de ambas antologías son estadounidenses que se vinieron a Canadá en tiempos de la guerra de Vietnam. El interés de los escritores, editores y críticos canadienses anglófonos ‘per se’ está por verse.

Blog Archive

About Me

My photo
Ottawa, Ontario, Canada
Canadá desde 1975, se inicia en los 60 en el Grupo América y la Escuela de Santiago. Sus libros de poemas son El evasionista/the Escape Artist (Ottawa, 1981); La calle (Santiago, 1986); The Witch (Ottawa, 1986); Tánger (Santiago, 1990); Tangier (Ottawa, 1997); A vuelo de pájaro (Ottawa, 1998); Vitral con pájaros (Ottawa; 2002) Reflexión hacia el sur (Saskatoon, 2004) y Cronipoemas (Ottawa, 2010) En prosa, la novela De chácharas y largavistas, (Ottawa, 1993). Es autor de la antología Northern Cronopios, antología de narradores chilenos en Canadá, Canadá, 1993. Tiene prosa, poesía y crítica en Chile, Estados Unidos, Canadá, México, Cuba, España y Polonia. En 2000 ganó el concurso de nouvelle de www.escritores.cl con El diario de Pancracio Fernández. Ha sido antologado por ejemplo en Cien microcuentos chilenos, de Juan Armando Epple; Latinocanadá, Hugo Hazelton; Poéticas de Chile. Chilean Poets. Gonzalo Contreras; The Changuing Faces of Chilean Poetry. A Translation of Avant Garde, Women’s, and Protest Poetry, de Sandra E.Aravena de Herron. Es uno de los editores de Split/Quotation – La cita trunca.

Instalación en la casa de Parra en Las Cruces

Instalación en la casa de Parra en Las Cruces
Chile, 2005, Foto de Patricio Luco. Se pueden ver en esta "Biblioteca mínima indispensable" el Manual de Carreño, el Manifiesto Comunista y Mi Lucha

Chile, 2005

Chile, 2005
Una foto con el vate Nicanor Parra, candidato al premio Nobel de Literatura