Los géneros literarios se caracterizan por una clara identidad que los diferencia entre si, cada formato posee su respectiva estructura de composición, y por tanto, es posible establecer con precisión cuando se lee uno u otro.
En el caso de Latitudes, que al parecer es la primera publicación de un libro de la doctora en literatura Gabriela Etcheverry, se provoca desde un punto de vista de su forma, una especie de sincretismo entre los diversos géneros, es posible concebir el texto como un relato único e indivisible, por tanto podemos señalar que se trata de una novela; sin embargo, como la historia atraviesa en el tiempo diferentes experiencias existenciales, sociales y políticas que están marcadas por ciertos hitos o rupturas, bien podrían separarse como narraciones independientes unas de otras; pero el tratamiento dado por la autora va más allá, y cuando decide relatar los acontecimientos trágicos acaecidos desde el inicio del golpe de Estado en Chile, introduce otra variable, convirtiendo el relato en una obra teatral que incorpora personajes, a través de los cuales se va percibiendo el contexto doloroso en el país donde habitan sus personajes, que es su propio país y donde vivió como la mayoría de los chilenos, la imprecación de que fuimos victimas durante diecisiete años, por un régimen terrorista que ejerció el poder en forma discrecional.
Entonces, es posible afirmar que la concepción de su texto se desenvuelve a través de procesos y estructuras donde la intertextualidad enriquece el relato, y le impone un ritmo de gran dinamismo, sin que se interpongan vericuetos lingüísticos que provoquen algún tipo de distracción, en el ejercicio de la lectura. Hay en este sentido, un resultado original que permite ir alternando las formas y concibiendo el proceso de creación a través de diversas variables.
En cuanto a su contenido, la historia parte en un espacio donde se revela la microhistoria de sus personajes, que por momentos parece un testimonio de la vida de la autora, y narra como el curso de los acontecimientos sociales, la traslada por una corriente donde es imposible el retorno.
Cada fragmento tiene la vitalidad y el rescate de la esencia de la experiencia humana de esta mujer, que es la protagonista y que narra en primera persona. Sin embargo, Gabriela proyecta más allá de su intimidad y consigue recrear y crear el entorno de las diferentes realidades donde transcurren sus vivencias.
Desde el extremo austral hasta el norte de Chile, la realidad del emblemático pedagógico de la Universidad de Chile, donde se reflexiona y se hace política con vocación y compromiso, van apareciendo en el recorrido por la que transita su obra. Luego la diáspora y el exilio.
Latitudes es una narración de gran fluidez, escrita con un lenguaje coloquial, pero no por eso, menos profunda que otras obras relacionadas con la experiencia de crisis vivenciada por los chilenos. Se percibe la lucha del ser desde una perspectiva sicosomática, pero también desde el uso de la intuición y la inteligencia para construirla.
A pesar de las dificultades experimentadas por la protagonista y los conflictos existenciales y sociales que la merodean, su visión de la realidad es de naturaleza optimista y su mensaje concluyente es que, más allá de las vicisitudes que nos plantea la vida con sus amenazas que incluyen hasta la muerte, existe siempre frente a la interrupción del camino, la posibilidad de un salto cualitativo para entrar en una nueva fase y proyectar la esperanza. Hasta aquí este comentario.