Jorge Etcheverry
La
literatura se asocia frecuentemente al compromiso. Se le dice al escritor que
debe comprometerse. El compromiso es un término muy común y una realidad. Es una dimensión que ligada al vocabulario de
la política, sobre todo de izquierda, adquiere aspectos éticos cuando se
vincula al tema de la responsabilidad que tendrían los escritores hacia la sociedad,
hacia el mundo en el que se sitúan. Las facetas y acepciones del compromiso son
múltiples. En la difundida versión sartreana, el compromiso es la elección que
hace una conciencia que se ha liberado de toda determinación, un para sí que
mediante él elige dar uso a su libertad. Según esta concepción el compromiso es
el ejercicio último de una libertad arduamente lograda cuando la conciencia
reconoce y acepta su trascendencia respecto a toda determinación, incluyendo
las determinantes físicas, sociales, culturales e incluso el cuerpo mismo. Al
lograr esa libertad, el individuo renuncia a ella, la entrega al comprometerse.
Esta concepción muy en boga en ciertos medios intelectuales coexistía con otras
formas del compromiso que operan en sentido opuesto, y que actualmente han
cobrado mayor vigencia: el compromiso surge de la asunción de las
determinaciones y no del alejamiento de éstas. Así, sería la aceptación en un
autor o autora, de las determinaciones de clase, nacionales, étnicas, sociales,
genéricas, generacionales y corporales en un momento y situación determinados.
Esto revela la parcial sustitución de la conciencia, como máxima entidad
definitoria de lo por así decir humano del modernismo, a un indiscutible
reconocimiento de otras instancias ligadas al ser material, concreto, social.
La trascendencia permanente de la conciencia aparece como instrumento del mundo
concreto, material. En el caso de la mujer, las dimensiones de género y la
corporeidad física y biológica son elementos que se agregan a los
condicionantes ya mencionados y que parecieran ejercer un imperativo para el
compromiso que las escritoras asumen en mayor o menor medida. Si bien hay una
historia prolongada de discurso femenino/feminista y los derechos de la mujer
están establecidos en el discurso oficial mundial—siendo cada vez más
escandaloso donde no lo es—ese discurso, como en el caso del discurso
ambiental, la autodeterminación de los pueblos, los pueblos autóctonos, la paz
y los derechos humanos dista de cumplirse en la realidad vivencial y concreta
de los países. Así, los imperativos a las y los escritores se multiplican. Los
diversos elementos del compromiso raramente aparecen aislados en las obras
literarias, aunque una dimensión de este conjunto que se asume, explícitamente
o no, aparezca como predominante en los textos de que se trate.
El
compromiso político con la revolución social es el más conocido y del que más
se habla y más se invoca como dimensión que los autores tienen que asumir en su
obra. Su presencia resalta en las autoras hispanocanadienses producto de los
exilios latinoamericanos del último tercio del siglo pasado, exilio no siempre
oficial, ya que la línea entre exilados y otros tipos de transmigración se
difumina si el foco se pone en la situación contextual del país de origen. El
origen de las escritoras es otro elemento importante y variado—cultural, étnica
y lingüísticamente—en que las reivindicaciones femeninas se armonizan en medida
diferente con otros parámetros como la pertenencia originaria al Sur como
opuesto al Norte y la inserción como minoría en el nuevo entorno, compartida
por los escritores hispanocanadienses en general. Así, las opciones
identitarias de estos autores se ven sobredeterminadas en el caso de las
escritoras. También creo que aparte del contenido, existen compromisos con
formas o proyectos de escritura. Pero entonces, ¿qué diferenciaría al
compromiso—palabra fuerte—de otras formas de asunción o manifestación de la
realidad? Según Carolin
Emcke “Se
denomina literatura comprometida a esa forma de literatura que no se ha creado
para sí misma, sino que persigue un objetivo político, social, religioso o
ideológico. He aquí, que la literatura comprometida no formula ninguna demanda
concreta. Ella quiere llamar la atención por medio del lenguaje sobre los
problemas e injusticias sociales y buscar soluciones”. (Literatura comprometida: para cambiar y describir el mundo, 2014). Dejamos aparte la falsa dicotomía entre “literatura para sí
misma” y la comprometida, remanente lucaksiano que tiende a excluir lo que
tenga apariencia de vanguardia e implica un cierto imperativo de accesibilidad,
a la vez que menoscaba la visión del arte como siendo esencialmente reflejo, ya que al serlo convertiría al compromiso
literario en una especie de tautología. En todo caso, en la visión
contemporánea, el compromiso sería una asunción volitiva y por eso fuerte e
intencional, en gran manera política, aunque no programática, no tan solo el
reflejo o representación de una circunstancia o estado de cosas, lo que está presente
por lo demás prácticamente en toda literatura.
Pero es difícil afirmar que haya un paso, un salto o una mutua exclusión
entre la creación como acto por así decir lúdico a la decisión de quien escribe
de poner su escritura al servicio de una causa.
Como
quiera que se entienda y matice, el compromiso es y ha sido un componente
central, históricamente, de la literatura en castellano en Canadá, y por
consiguiente la escrita por mujeres. No puede sino encontrarse en el exilio
chileno que fue el más masivo, por ejemplo en obras como: La forastera, Aproximación al compro Nelly Davis Vallejos, 1983 Nieves
Fuenzalida, (el testimonio comprometido Three of Us Remain, the 39th
Fragments of the Clan,
publicados por Verbum Veritas en 1998) Carmen Rodríguez, poeta y narradora, (Guerra
prolongada, 1987). En general en ese momento, las reivindicaciones
genéricas estaban en esos textos subordinadas respecto a las demandas de las
luchas sociales en Latinoamérica y productoras de los exilios, pero no estaban
ausentes, confundiéndose con las del pueblo en general:
Todo
lo pintas,
sabia compañera;
la paz que el humano anhela,
la búsqueda imperiosa
de justicia
y trabajo (Nelly Davis).
El
compromiso articula de diversa manera conglomerados axiológicos, donde unos
valores prevalecerán sobre otros, pero se puede intentar su presentación global
Y la solución
hombre sí
trabajo
sí
revolución
sí
poesía
sí
todo
sí
la vida a todo grito
sí
(Carmen Rodríguez)
Tampoco
el compromiso, básicamente situacional y basado en un estado de cosas, tiene
que dejar de lado otras preocupaciones más universales, como las
determinaciones del ser humano en general:
El hombre
único animal
que tiene recuerdos
de la muerte,
quiere pasar como gacela
desapercibida
de una manada
que bebe rocíos
en la madrugada ( Nieves Fuenzalida)
La
presencia de las posturas femeninas/feministas tenía más presencia e historia
en el ambiente norteamericano y el mundo desarrollado, lo que no tarda en ser
asumido por las autoras, cuando paralelamente se incrementan esos aspectos en
la región de origen. A las ya mencionadas autoras originadas en el exilio
chileno, se han ido agregando o dando a conocer otras autoras como Yolanda
Duque, Aspasia Worlitzky,
Gabriela Etcheverry, Camila Reimres, Anita Junge-Hammersley y Constanza Durán, que en
diversos géneros y estilos manifiestan el compromiso inicial y su
transformación y evolución, que en general se reproduce en los diversos
exilios: al primer compromiso básico ligado a la denuncia de las dictaduras, la
muestra de la lucha de los pueblos y el llamado a la solidaridad se han ido
agregando temas relativos al trasplante y la aculturación, la adscripción o pertenencia
etnocultural y hemisférica, y la condición femenina, además de tópicos como la
defensa de le medio ambiente y la paz que recorren todo el vasto espectro de la
escritura y sus diversos niveles. Pero no toda asunción intensa o su
proclamación constituyen compromiso en tanto escritura expresa y
voluntariamente teleológica, según la estrecha definición ya citada al
comienzo. Por ejemplo el testimonio, cultivado en sus diversas formas por las
autores y autoras hispanocanadienses está muy cerca del compromiso en esos
términos—como en el caso de las difundidas novelas autobiográficas de las
autoras Carmen Aguirre y Carmen Rodríguez, a veces la biografía de otra protagonista, como en la reciente
obra de la escritora peruano canadiense Roxana Orué, Biografía de Magdalena Morataya. Camila Reimers, en Tres lotos
en un mar de fuego hace lo mismo al ficcionalizar tres historias de
mujeres. En la mayoría de los casos el compromiso es la asunción de las
determinaciones de la escritora. Entonces veremos que en el caso de la
escritura femenina hispanocanadiense se abre todo un abanico de compromisos,
que están definidos en mayor o menor medida al asumir, exponer y defender el
origen y circunstancia de las autoras. Por ejemplo, en la poeta Ama Luna,
diversas facetas de su adscripción se entreveran en su poesía. Se ve una
actitud básica que permea la escritura, por ejemplo en el poema Allow
Me To Tell You de dónde soy,
podemos advertir la presencia de la reivindicación femenina, idiomática,
política y del país y región de origen
“Soy de un little country, the más pequeño of them
all”,
donde
vemos que se establece una comparación implícita entre un aquí y ahora de
alguna manera degradado y el ámbito originario visto o recordado a través de un
lente utópico
“I am de donde the people se abraza and care for each
other,
where you share with others tears of felicidad and pain,”
pero
por otra parte
“But
in that same place, mis derechos were violated también”
y
se equilibra esta visión al rescatar al presente respecto a la utopía del
origen, rompiendo la dicotomía del aquí y allá tan presente en la literatura
trasplantada
“I am from one of the most humanitarios countries
un país that opens its doors and welcomes people like you and yo.”
“is it here? or is it there?
or tal vez just a mixed of the two
donde la linea divisoria
of where I am from has faded out
making me of a special and unique blend”,
lo
que resulta en un nuevo compromiso y una nueva identidad personal y colectiva :
Wherever I come from does not matter, lo que importa
is what I share with you and what I have decided to be
Just like this Spanglish that mucha gente now speak”
En
Aspasia Worlitzky, la escritura comprometida
puede surgir de una petición de un otro significativo, que no es tan sólo un
individuo. En una gran parte de la literatura exilada y comprometida está
presente la pareja de compañeros, que de alguna manera tiene una significación
colectiva:
“Y quieres que escriba,
que publique, que diga,
que denuncie, que te hable. (Poema tu mujer)
El
cuerpo, como se decía, es una dimensión muy presente en la literatura femenina.
Campo de batalla, territorio a reivindicar, derecho inalienable y objeto de la
cosificación masculina, en mayor o menor grado, y con raíces que se remontan al
alba de los tiempos. Parte de una mitología y tradición que tiende a equiparar
a lo masculino con la claridad, el pensamiento y la conciencia, y lo femenino
con la tierra, la materia, la regeneración, pero también la tentación y la
impureza. No faltan ejemplos entre las autoras hispano canadienses que asumen
este tema. Cito: “El cuerpo torturado, el cuerpo mutilado, el cuerpo
envejecido, pero siempre amado y dotado de poder, se erigen en el sistema
poético de Nela Rio, no sólo como enunciado que recurre permanentemente en sus
libros, sino también como lugar de enunciación privilegiado por donde
discurrirá un auténtico discurso de la identidad (El cuerpo torturado y mutilado en la obra
poética de Nela Rio), de
Elena Palmero González. Así, el cuerpo escenario material de horrores en las
circunstancias que originaron los exilios, revela su carácter político y la
política adquiere corporeidad. Los elementos
míticos y tradicionales subyacentes incluso en las sociedades más modernas refuerzan
el papel tradicional de la mujer a nivel institucional y político. Otros elementos
de compromiso que han adquirido un carácter casi imperativo para los
escritores(as) son el medio ambiente y la paz, que gracias a los medios
virtuales han producido ingentes cadenas de partidarios, sobre todo a nivel de
practicantes de la poesía en todos los niveles de desarrollo. Las proposiciones
o demandas para el compromiso de las escritoras siguen en general las pautas y
conjuntos de valores vigentes, que no es lo mismo que su existencia o
concretización social e institucional concreta. Pero se cuenta en todo caso con
una historia y un panteón de íconos que apuntan a valores, conductas e incluso
instituciones. La autora peruano canadiense Lady Rojas presenta algunas de esas
figuras. Aparecen Mandela
y Martí, María Parado de Bellido de la historia
nacional peruana, además de figuras
femeninas y expone la situación general de la mujer contemporánea, inseparable
de la situación general, como en el poema Y si soñara. En otro, Elena
Poniatowska es celebrada en cuanto desenmascara la historia y el discurso axiológico
oficial, y sitúa a la mujer como sostén de la realidad social. Ese proletariado
definitivo cuya redención conllevará la de toda la humanidad:
“ellas que ya son
gobierno, ellas, el pueblo, guardianas de los hombres, repartidoras de los víveres, sus hijos a
horcajadas sobre la cadera o recostados en las hamacas de sus pechos”
Para
terminar con estos ejemplos, veremos que el compromiso se instaura como una
necesidad ineludible, al menos para quien lo acepta:
“¿Complicidad?
No entiendo la ruta verdadera
de un poeta que no grite verdades
en estos intrincados tiempos “
nos dice Yolanda Duque. Porque los tiempos son
intrincados. Si bien se está configurando un conjunto de posiciones o
principios axiológicos que tienden a una universalidad humana, y que parecen
ser la base del compromiso actual, hay una zona gris y están
circunstancialmente determinados, amén de que existen básicamente solo a nivel
del discurso institucional. El grupo de valores que se tiende a constituir como
polo del compromiso se ve modificado según se habite en una ciudad occidental o
en ciertas regiones del así llamado “Sur”, y a veces chocan con versiones
locales o globales del progreso económico o los derechos humanos universales.
Una concepción ambiental choca contra las pretensiones de propiedad territorial
de algunos pueblos. La afirmación etnocultural se valida en ciertos contextos
como afirmación legítima y en otros se convierte en germen o realidad de movimientos
o estados integristas y xenofóbicos. Las aspiraciones minoritarias oscilan
entre la demanda de espacio cultural y político o el aprovechamiento
institucional de grupos de interés especial. La expresión, apoyo y difusión
cultural se limita por factores externos ligados a la pertenencia concreta
material de los presuntos autores, cuya trasgresión conduce a la apropiación
cultural. La navegación y manejo de esta compleja maraña es una tarea más que
se agrega a la agenda de las autoras que escriben en castellano en Canadá.