Dios y el universo
Jorge Etcheverry
Dios que
es chileno contempla ambivalente el universo su creación “está mahoma nomás, se
defiende apenas”, y en efecto es un poco como una mejora, como andamios que se
elevan rodeando edificaciones imprecisas, como esas torres que nunca se
terminan y nos miran por décadas en el centro de la ciudad. “Pero la mayoría lo
encuentra del uno, fíjese, le encuentran simetrías, reglas de oro,
o intelligent design, como dicen los gringos, allá ellos. Pero por otro
lado es mejor que lo vean de color de rosa, después de todo tienen que vivir
ahí. Y claro, ya que no todos pueden ser como los señores gnósticos, pues
señorita, que incluso andaban diciendo por ahí que este universo lo había
creado el diablo o un suche que yo había mandado. Y no es naa tan pior, no se
crea, es de lo mejorcito, tiene de un cuantoai y es único en su género, así es
que no hay que ningunearlo tampoco”. Y la que está entrevistando a Dios, esa
señorita, a lo mejor es otra emanación suya, y entonces le dice que “eso de
despachar a mi propio hijo así, medio a la diabla, para que arregle el boliche,
lo amonone, sin ninguna preparación, a la buena mía—es decir de Dios—, no
estuvo muy bien”. Eso le dice a la entrevistadora Dios que a la postre muestra
su equilibro, su ecuanimidad, como chileno, entonces a la vez cachetón y
acomplejado. “Mire, si yo tuviera que definir breve, sucintamente, en pocas
palabras y de manera resumida esta creatura, esta obra, esta producción mía que
es el universo diría que no es ni bueno ni malo, sino todo lo contrario”.