Wednesday, September 14, 2016

Sociología del cuarteo

Jorge Etcheverry


Uno sube al bus y también los demás pasajeros que esperaban, entre ellos un joven más bien delgado, de estatura que se describe en general como regular, más común de facciones, pero que tiene un cierto aplomo, o más bien gestos y movimientos, poses que una vez bien digeridas e incorporadas—se trata de un estudiante—se pueden convertir en garbo, para contrarrestar así una cierta—digámoslo—mediocridad en lo que respecta a lo físico, cosa bastante seria en la juventud y a pesar de la afirmación en los discursos sociales oficiales de la carencia de valor y la superficialidad de los atributos de belleza, que por otra parte son fruto de un canon y según algunos, quizás incluso de origen patriarcal, colonial, occidental y decididamente, para los más pasados a la punta—blancos. Pero hasta donde yo sepa. Nadie hasta ahora ha intentado hacer la apología, la oda de la fealdad y proclamar su superioridad moral. Pero ya nos estamos yendo por las ramas, por los Cerros de Úbeda como dirían los peninsulares, que en mi país de origen llaman familiarmente los coños. Hay una niña sentada junto a la ventana con las piernas muy bien torneadas que aparecen por casualidad bajo una minúscula faldita negra y se nos ocurre automáticamente que no tiene nada de malo que el cuerpo de uno sea admirado o apreciado por los demás, especialmente por los del sexo opuesto según la elección de cada uno—cuyo reciente abanico de posibilidades aceptadas y rampantes saludamos. Mucha ciudadanía de ambos sexos dirá que esa niña contribuye a que la mujer sea objetivada sexualmente rebajando a todas las mujeres. Incluso algunos jueces y curas de diversas confesiones culparán a esa niña por exhibirse y así despertar la furia de los primates que según ellos parecen pensar implícitamente que llenarían calles, plazas, paseos públicos esperando el espectáculo que desencadene su concupiscencia, que necesitaría satisfacerse incuso de manera violenta. Pero ahora, como buenos primates que somos, nos estamos yendo otra vez por las ramas 

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Ottawa, Ontario, Canada
Canadá desde 1975, se inicia en los 60 en el Grupo América y la Escuela de Santiago. Sus libros de poemas son El evasionista/the Escape Artist (Ottawa, 1981); La calle (Santiago, 1986); The Witch (Ottawa, 1986); Tánger (Santiago, 1990); Tangier (Ottawa, 1997); A vuelo de pájaro (Ottawa, 1998); Vitral con pájaros (Ottawa; 2002) Reflexión hacia el sur (Saskatoon, 2004) y Cronipoemas (Ottawa, 2010) En prosa, la novela De chácharas y largavistas, (Ottawa, 1993). Es autor de la antología Northern Cronopios, antología de narradores chilenos en Canadá, Canadá, 1993. Tiene prosa, poesía y crítica en Chile, Estados Unidos, Canadá, México, Cuba, España y Polonia. En 2000 ganó el concurso de nouvelle de www.escritores.cl con El diario de Pancracio Fernández. Ha sido antologado por ejemplo en Cien microcuentos chilenos, de Juan Armando Epple; Latinocanadá, Hugo Hazelton; Poéticas de Chile. Chilean Poets. Gonzalo Contreras; The Changuing Faces of Chilean Poetry. A Translation of Avant Garde, Women’s, and Protest Poetry, de Sandra E.Aravena de Herron. Es uno de los editores de Split/Quotation – La cita trunca.

Instalación en la casa de Parra en Las Cruces

Instalación en la casa de Parra en Las Cruces
Chile, 2005, Foto de Patricio Luco. Se pueden ver en esta "Biblioteca mínima indispensable" el Manual de Carreño, el Manifiesto Comunista y Mi Lucha

Chile, 2005

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Una foto con el vate Nicanor Parra, candidato al premio Nobel de Literatura