Tuesday, April 24, 2012

Teratología

Jorge Etcheverry

Los monstruos aparecen y desaparecen. Se transmutan. Generan extremidades, alas y apéndices. Anidan en el cielo y se acurrucan en la historia. Surgen contemporáneos y cada vez más humanos desplegando alas de murciélago cuando tienen que volar, la luna y la noche son favorables y no hay cruces ni ajo. Saltan embravecidos en una sola pierna en las leyendas del extremo sur de un país que es como la vaina de una espada—dios quiera que no desenvainada—nos miran desde allí mismo con la cabeza vuelta para atrás desde la cubierta de un barco sobre el que bailan, también él un monstruo. Parece no haber barreras físicas para sus transmutaciones, siempre basadas en un algo de anatomía. Quizás estas mismas palabras sean monstruosas si asumimos que al comer de la fruta del árbol prohibido de manera incierta y titubeante abandonamos voluntariamente la felicidad animal a la que tanto deseamos regresar. Dizque. Esta es una interpretación personal y momentánea, mañana abandonada con la salida del sol la Luz de la Razón pero que ahora nos embarga por segundos o minutos. Los monstruos sostenían la tierra sobre su caparazón. Nos tentaban homunculados ofreciéndonos esto, lo otro, lo de más allá. Nos prometen ahora una suerte de vida eterna y vegetativa desde ojos purulentos de zombies que se desplazan por las inciertas, grandes avenidas crepusculares pero tan llenas de brillo y color—de la así llamada cultura de masas, cultura popular. Más concretamente desde probetas, matraces y toda esa instrumentalidad contemporánea, entonces desde los genes mismos. Pero cuidémonos de ese monstruo que tenemos adentro, yo tú todos, bajo nuestras caras afeitadas, nuestros atuendos cuando nos paseamos por estas ciudades vertiginosas—sin atinar a mirarnos en los múltiples espejos del día o de la noche. Cuando volamos a la altura de los tejados envueltos en un deseo como de aniquilación. No sabría precisarlo.

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Ottawa, Ontario, Canada
Canadá desde 1975, se inicia en los 60 en el Grupo América y la Escuela de Santiago. Sus libros de poemas son El evasionista/the Escape Artist (Ottawa, 1981); La calle (Santiago, 1986); The Witch (Ottawa, 1986); Tánger (Santiago, 1990); Tangier (Ottawa, 1997); A vuelo de pájaro (Ottawa, 1998); Vitral con pájaros (Ottawa; 2002) Reflexión hacia el sur (Saskatoon, 2004) y Cronipoemas (Ottawa, 2010) En prosa, la novela De chácharas y largavistas, (Ottawa, 1993). Es autor de la antología Northern Cronopios, antología de narradores chilenos en Canadá, Canadá, 1993. Tiene prosa, poesía y crítica en Chile, Estados Unidos, Canadá, México, Cuba, España y Polonia. En 2000 ganó el concurso de nouvelle de www.escritores.cl con El diario de Pancracio Fernández. Ha sido antologado por ejemplo en Cien microcuentos chilenos, de Juan Armando Epple; Latinocanadá, Hugo Hazelton; Poéticas de Chile. Chilean Poets. Gonzalo Contreras; The Changuing Faces of Chilean Poetry. A Translation of Avant Garde, Women’s, and Protest Poetry, de Sandra E.Aravena de Herron. Es uno de los editores de Split/Quotation – La cita trunca.

Instalación en la casa de Parra en Las Cruces

Instalación en la casa de Parra en Las Cruces
Chile, 2005, Foto de Patricio Luco. Se pueden ver en esta "Biblioteca mínima indispensable" el Manual de Carreño, el Manifiesto Comunista y Mi Lucha

Chile, 2005

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Una foto con el vate Nicanor Parra, candidato al premio Nobel de Literatura