Friday, July 10, 2009

Candy Man, la Inmortalidad, el Arte, la Conciencia, el Humanismo

Jorge Etcheverry En la película el Candy Man le dice a su víctima predestinada te ofrezco la eternidad y la dicha de no ser, sino en la mente de los creyentes. Entonces fue que me cayó la teja, expresión chilena que quiere decir lo mismo que se me prendió la ampolleta. El golpe súbito de la ocurrencia o la idea, en que casi podemos percibir el impacto del choque de esos elementos distantes que se conjugan por sí solos para producir la idea. La segunda imagen aludiendo al hecho de que pese a todos los humanismos y antropocentrismos todavía el pensamiento es esa luz que se prende de repente en medio de la pieza oscura y que se extingue en un instante. Pero a lo que iba, entonces es que me di cuenta. Darse cuenta. Esto que acabo de decir alude al carácter reflejo de la conciencia, que eso era lo que buscaban los artistas principalmente, pero también otros sujetos entregados a otras profesiones que ponen al reconocimiento de los semejantes como la única posibilidad de pervivencia, de inmortalidad, elección o creencia que no puede sostener con buena fe el creyente de ninguna religión

Saturday, July 4, 2009

Día de Canadá con harekrishnas



Siempre asisto al día nacional de Canadá, desde que llegué a Ottawa proveniente de Baton Rouge, Louisiana, por lo del Katrina, después de vivir casi treinta años ahí, prácticamente desde que salí de Chile en 1973, sin contar una fugaz estadía en Roma y otra en París. Aquí en la capital, este aniversario se celebra en la calle y en escenarios públicos el día primero de julio, a escasos tres días del día patrio de los Primos Grandes del Sur. En general, y en esto no soy el único, tiendo a saltarme los eventos centrales, es decir las presentaciones de los conjuntos musicales o artísticos canadienses conocidos de la ‘corriente principal’ que francamente no me gustan (a lo mejor cosa de la edad, la vejez, etc.) y me centro en los eventos más marginales: percusionistas improvisados de los más variados instrumentos, ortodoxos o no, saltimbamquis y predistigitadores, los infaltables músicos andinos que tocan muy bien y recolectan monedas sin cesar en sus anchos sombreros negros puestos sobre el pavimento, y que en esta ocasión se veían estorbados, como todos los intérpretes y el público más o menos cercano, por una rotunda banda de bronces diversos y muy marcial de los Falun Dafa y/o Falun Gong, como cien tipos y niñas con uniforme azul y formación y ademanes militares que hacían su cosa con absoluto desprecio del resto. ‘Fachos’, me dije, con un olfato que se ha hecho endémico entre muchos latinoamericanos y chilenos de mi edad, mientras rechazaba cortés pero firmemente un primoroso panfleto que me entregaba una chinita preciosa pero onda medio zombi, mientras reflexionaba que si bien a los comunistas chinos continentales parece que se les había dado vuelta el paraguas en forma completa y son a lo más un capitalismo de estado a quienes incluso el Canadá conservador podría dar lecciones de programas sociales, y los coreanos del norte una monarquía hereditaria con economía centralizada, sería mil veces peor que esas milicias de gestos milimétricos y de uniforme azul controlaran las vastas, ricas y populosas extensiones de la patria de Mao y Lao Tsé. Pero a lo que iba. Lo más interesante, vibrante y espontáneo se da en las márgenes de estas celebraciones, este año bastante disminuidas por haber caído un miércoles y la gente tiene que salir a trabajar al otro día, o por el incierto clima preñado de esa lluvia que en algún momento no pudo aguantar más, se bajó los churrines y nos meó bien meados, claro que por un rato nomás, o por la presencia implícita de los años de conservantismo que se dejan sentir agudamente en la atmósfera de la Ciudad Burocrática de Ottawa. O por el trabajo de zapa sostenido de una municipalidad regida por un señor con manejos dudosos pero en el fondo un hombre de negocios sumamente reaccionario. Me detuve admirado ante los break dancers, las agrupaciones de Hip Hop en frenética y fraternal competencia, los diversos acróbatas, y el espectáculo, que basta y sobra, de esa multitud multiétnica, y esa mutación temporal entonces del área del Parlamento y las manzanas colindantes, porque a veces se superponía un paraíso por el que circulaban ángeles de falda corta o larga de variados colores y formas, recuerdo un par de doncellas sin sostén, o brassieres, como se dice más elegantemente en el idioma de Descartes, Flaubert, Rimbaud y Baudelaire, pero con unas réplicas pintadas, de lo que uno sólo se daba cuenta cuando estaban muy cerca. Y a lo que iba. Los harakrisnas bailan y bailan repitiendo diversas combinaciones y recombinaciones de Hare Krishna Hare Krishna Krishna Krishna Hare Hare Hare Rama Hare Rama Rama Rama Hare Hare, y así ad infinitum. Plagados en los años sesenta y setenta de escándalos de todo tipo parece que ahora han recuperado cierto prestigio y levantan cabeza, se modernizan, los rostros sobre los amplios atuendos naranja de los monjes y aprendices varones no son tan estragados, niñas de indudable atractivo danzan girando en atuendos bastante variados y se ven más rostros hindúes en un culto que antes era más bien para jóvenes sajones. Todos los años me paso bastante rato escuchando y viendo a los haras, sintiendo cómo el corazón y el metabolismo todo se me sincopa al compás y ritmo de ese espectáculo marginal que junto a otros compensa los bodrios fomes anglo y franco que se despliegan en el escenario principal. Como este año la celebración coincide con el festival de jazz de la ciudad algunos grupos se presentan gratis al aire libre. Un extraordinario grupo de Australia incorpora instrumentos aborígenes de allá a su música y en un intermedio el intérprete portavoz expresa lo felices que están él y sus acompañantes de estar tocando aquí, en la ciudad de Québec, y luego se calla sorprendido por la hostil e inesperada reacción del público. Explica que han tocado como cincuenta veces en varias ciudades y pueblos, que disculpe el respetable, que es la primera vez que vienen a Canadá, y cuando reinician su música es un como borrón y cuenta nueva mientras la gente danza y se balancea, olvidando otra vez el mini problema del remoto (pero quién te dice en una de éstas) separatismo del Québec francófono, la leve tensión entre los anglos y los francos, que la mención de la capital del Quebec, la belle province, viene de ocasionar en Ottawa, la capital del país. Y más aún en este día en que, como pasa en el año nuevo, se abren las puertas de la moral anglófona protestante por un ratito y dejan salir un chorro o avalancha vital antes de volver a cerrarse después de la medianoche con las últimas reyertas de borrachos o pandillas (street gangs). Jorge que también anda por aquí con la Sharon me comenta que en verano, cuando él vivía en Montreal, todos los fines de semana de verano eran como carnavales y mira fijo hacia adelante, nostálgico. Yo aprovecho para ir baño del Arts Center aquí cerquita y veo a varios Hara Krishnas sentados y relajados a la sombrita, bebiendo tragos de botellas de agua mineral y pienso otra vez en que quizás sus éxitos de reclutamiento en estos últimos años se deban a esta disciplina un poquito más relajada.

Friday, June 5, 2009

Dos poemas míos

Jorge Etcheverry Hable con la mano Con esta Mírela Frente a su cara Hable con la mano como dicen los gringos No me venga con cuentos No me invente historias No me venga con amenazas Mire No lo escucho Quédese callado Mejor Hable con la mano Con esta palma abierta frente a su cara Con estos cinco dedos extendidos No me moleste No me busque los ojos Para usted no tengo ojos Hable con la mano si quiere No conmigo Como dicen los gringos con la mano De nuevo Terminemos Hable con la mano Diálogo reo y siquiatra No me asusta la muerte No creo en Dios (ojalá no exista) Hice cosas horribles Me arrepiento Pero a lo mejor no se pudo evitar Acordándome Como usted dice pero con otras palabras Es como ser el excusado genético que usaron mis padres día tras día No es culpa de ellos Y luego Como si fuera poco ahí estaba el mundo para empeorar la cosa Como le digo No creo en Dios si creyera a lo mejor otro gallo cantaría O habría cantado en su momento

Tuesday, May 5, 2009

Tagore dice que

Jorge Etcheverry dice que, específicamente en ese poema hecho melodía o canción hindú clásica, que se despliega con un fondo musical parejo, tan arcaico como electrónico, el acompañamiento de timbales y el elemento de una guitarra, y la voz se agrega o mejor surge de repente en ese idioma que no comprendo pero no es Tagore, es la traducción al inglés hecha por el padre de esa familia de artistas, al inglés, que lee el hijo de esa familia de artistas, la madre canta, el padre en los timbales y pasa que esa noche innúmeras flautas se dejan oir en alabanza a la vaca del cielo y me asalta la indecisión y la duda ontológica, a lo mejor el horror por la existencia, a la postre quizás la multiplicación del sufimiento y visualizo esa voz, a lo mejor me visualizo a mí mismo como ese carácter que sumido en un confusión vagamente urbana--como lo veo en la pintura que se despliega al interior de mi cabeza, al reverso de mis pupilas--se pregunta ¿y qué hago yo entretanto metido en este caos?. Y no hay duda de que eso me lo dijo un pájaro que ahora insunúa sus vagos colores, sus penetrantes ojos a mi derecha, casi a la altura del hombro pero un poco más arriba y el hijo me dice que eso pasa con los poemas de Tagore, que son pinturas y ese caos es lo que quizás tratamos de resolver al participar en este encuentro en Toronto de poesía de resistencia

Monday, April 13, 2009

El periplo inverso III

Jorge Etcheverry

Otro modelo teórico perteneciente a la Mecánica Cuántica, y que ya ha sido confirmado experimentalmente, es la ‘Paradoja E.P.R.’ (iniciales de Einstein, Podolsky y Rose), según la cual, dos partículas elementales que han estado alguna vez correlacionadas formando un único sistema, aunque sean separadas una de otra miles de kilómetros mantendrán una conexión no causal y seguirán transfiriéndose información de forma instantánea de FENÓMENOS PARANORMALES: ¿QUÉ LOS CAUSA? Moisés Garrido Vázquez

Pero la razón de esta elección que me ha favorecido radica fundamentalmente en otros motivos, derivados de la naciente ciencia de la neogeometría, que los países más desarrollados elaboran, perfeccionan y aplican experimentalmente en algunas instalaciones subterráneas y en otros lugares en la superficie, algunas de cuyas ubicaciones le resultarían sorprendentes si se enterara de ellas. No se conocen muy bien las implicaciones totales de la nueva física de base espacial, por así decir, derivada de hechos--por decir algo--, como la infinita divisibilidad del espacio y su atravesabilidad, que implica entonces atravesar un infinito de manera podríamos decir instantánea. En cierto nivel de la realidad esto funciona, como la física newtoniana y la relativa de cuatro dimensiones funcionan en otros niveles o bajo otras consideraciones o contextos. Pero yo no soy filósofo. Ni tampoco matemático, y ahora tocamos el porqué de mi presencia en esta embarcación que se acerca a ese gigante de nuestro sistema, Júpiter. Estos barcos (en realidad sólo dos)son la prueba máxima de lo que la conjunción de los recursos de los poderes fácticos más importantes pueden lograr si actúan de consuno. Se trata de naves de tamaño no muy considerable, pero cuyas aleaciones componentes y sus capacidades termostáticas las hacen increíblemente sofisticadas, ya que no se pretende que atravieses el espacio, sino que el hecho de su navegación significa la afirmación o díctum de su presencia en las coordenadas señaladas por los matemáticos, que podrían ser las de cualquier punto del universos, si así denominamos al conjunto de todo lo que existe. La teoría va más o menos como sigue: al atravesar cualquier distancia, digamos un milímetro, y si, como afirmaba, el espacio es infinitamente divisible, se está atravesando un infinito si se trata de un micrón, la milésima parte de un milímetro, o de, digamos, 4.500 kilómetros, o años luz (poco menos de diez billones de km), ya que un infinito es equivalente a otro, o más bien son el mismo, ya que no hay subsuciones ni jerarquías entre infinitos. No funciona eso de que hay infinitos que son más infinitos que otros, de la misma manera como no hay diferentes puntos o lugares, que al estar situados en el espacio son también infinitos, y por lo tanto uno. De ahí que esta nave espacial particular esté diseñada para soportar la atmósfera fiera de este planeta, y en gran parte está constituída por el amplificador de ondas mentales AOM--que nos perdonen los tibetanos--, que es el verdadero y unico sistema de movilización, ya que desde Vasiliev en los sesenta y setenta del siglo veinte se barruntaba el carácter de alguna manera material de las transmisiones u ocurrencias de la telepatía y la telequinesis, y se había barruntado la verdadera condición del espacio. Los matemáticos de a bordo se encuentran entre las mentes más brillantes del planeta, y ellos son los que, con ayuda de equipos sofisticadísimos, determinan las coordenadas. Luego viene mi papel. Yo soy, por así decir el piloto de a bordo. Dadas mis habilidades plásticas--en mi juventud practiqué con años y apasionamiento casi todas las formas de las artes plásticas y gráficas--y poéticas, que han valido galardones cuya obtención siempre me asombró un poco, tengo la función de imaginar, con ayuda de ciertos estímulos químicos muy sutiles, de sentir y patentizar, no la trayectoria ni el punto de origen, sino y luego de ingente esfuerzo, de intuir fugazmente, y de manera tan transitoria como no transmisible, ese espacio que nos permite la simultaneidad, o mejor, la coexistencia con cualquier otro punto, en este caso las coordenadas marcadas en líneas luminosas en una pantalla negra al frente mío.

Friday, April 3, 2009

El escritor latino, una persona difícil

Jorge Etcheverry

Uno de los rasgos, quizás el más importante, que caracterizó al período llamado modernismo en literatura, se afirme o no su ruptura con el postmodernismo, es la problemática de la identidad, que ahí se resuelve en la permanencia del yo, la subjetividad, la identidad, en términos de una conciencia cartesiana. Incluso en sus manifestaciones más tardías y extremas, como por ejemplo la trilogía de novelas de Samuel Beckett, Molloy, Malone muere y El innombrable, el yo se va despojando gradualmente de sus atributos físicos y sicológicos hasta quedar reducido a una conciencia irreductible, monádica, esencial e identitaria. Así, en esta concepción ‘occidental’, que en definitiva culmina un proceso iniciado por lo menos con la Edad Moderna, la identidad puede ser problemática, pero no está en entredicho. Existe un sustrato identitatrio monádico, cogitante, subjetivo y permanente. La identidad del mundo no occidental, que nunca fue plenamente ‘moderno’ siempre ha sido precaria. La subjetividad y la identidad ‘occidentales’ son producto del desarrollo de la modernidad y atributo de una burguesía emergente.
Las colonias y para colonias a que se impuso la concepción del mundo occidental hacen surgir manifestaciones ideológicas y culturales híbridas, reflejas o similares a las de la metrópolis, pero en cuya estructura y contenidos se dejan entrever otras concepciones implícitas o a medias expresadas, por ejemplo del yo y la identidad, que pueden aparecer como en ‘emergencia’ en el doble sentido de la palabra. Sobre todo en el siglo pasado, el avance del capitalismo, que significa entre otras cosas la homogeneización de los modos de vida, hace que en la metrópolis occidental se acentúe la alienación, que si bien no alcanza a eliminar la identidad moderna subyacente, la convierte en problemática. En la alineación uno se saldría de sí mismo, se enajenaría, pero hay un sustrato identitario previo al proceso. La urbe occidental produce al hombre unidimensional, pero se trataría de un proceso de ‘alienación’ de una identidad ya preexistente. En todo caso, esta precariedad de la identidad se viene a acentuar con esa otra extensión y profundización de los rasgos y dicotomías del capitalismo imperialista que se ha dado en llamar ‘globalización’.

En las metrópolis sujetas a la dinámica de la aceleración de la producción y el consumo, se produce una suerte de facilitación de las relaciones interpersonales y de las personas con las instituciones, para abreviar el intercambio de información entre los agentes y en lo ideal limitarlo a la practicalidad productiva y comercial. Muchos de los matices y fórmulas de intercambio interpersonal en sociedades más ‘tradicionales’, estáticas y estables, menos dinámicas y productivas, se ven simplificados o eliminados por un lenguaje ‘a la mano’ de ‘corriente principal’. La persona se define por su rol de trabajador asalariado, consumidor, objeto de consumo o administrador. Existe cada vez menos lugar para lo ‘alternativo’ mientras se subsumen las capas grises en la marginalidad. La identidad personal y colectiva se transforma y resiente con esta acentuación de los valores y formas del mercado en todos los aspectos de la vida. Ligada como está al reconocimiento social e institucional, la concesión o negación de la identidad es otro elemento del sistema para la subyugación y explotación del ser humano en tanto recurso laboral y natural. La transhumancia individual y colectiva, llámese exilio o inmigración, el desplazamiento, la accesibilidad del viaje, en general están sobredeterminados: es desde la periferia que los conglomerados humanos tienden a migrar hacia el centro, en un proceso que se reproduce al interior de las regiones y los países. El tema del provinciano en la capital se repite en todas las literaturas. Es así que, por ejemplo, por su imagen de desarrollo económico y estabilidad institucional, vecinos de países más pobres e inestables se trasladan a Chile donde rápidamente constituyen—como en el caso de los peruanos—, comunidades más o menos cerradas y discriminadas por sus anfitriones. Es decir que en alguna medida se reproduce la situación de los países occidentales desarrollados tradicionales. Con las comunidades refugiadas o exiladas, sobre todo en el caso de estas últimas, provenientes de lo que se llama Mundo en desarrollo o Hemisferio Sur, llegan a los estados metropolitanos desarrollados sus activistas políticos, profesionales y artistas, intelectuales y escritores.

Si bien se podría cualificar a estos exilios como ´progresistas’ o ‘de izquierdas’, enfrentados a estados totalitarios u oligárquicos de derecha, lo que puede haber sido la tendencia predominante en los 70 y 80 del siglo pasado, esto ya no es así. Los escritores exilados cubanos son numerosos, organizados y aparecen denunciando a una dictadura. Es de suponer que los opositores de Mugabe en Zimbawe, un régimen con un discurso antiimperialista y anticolonial, actúan de manera parecida. Si bien en las comunidades inmigrantes tradicionales sólo ocasionalmente las figuras destacadas llegan a los negocios o la política, sobre todo en la segunda generación, en el caso de los exilios son los intelectuales y escritores los que de alguna manera otorgan en gran medida el perfil de la comunidad.

En el caso de Canadá, por ejemplo, uno de los sectores profesionales con más perfil institucional y público es el de los intelectuales y escritores, cuya exposición y reagrupamiento fueron informales y asistemáticos, surgidos alrededor de las comunidades exiladas que huían o eran expulsadas de regímenes derechistas, y que definían al trabajo cultural como importante tanto para la denuncia del estado de cosas en su país como para el acopio de solidaridad. Lo que no es extraño, ya que la cultura, y la literatura en especial, por su carácter eminentemente representativo y reflejo, sobre todo en América latina, pareciera tener un signo progresista.

 El escritor latinoamericano en un país desarrollado de habla inglesa se sitúa en el centro de un haz de contradicciones y solicitaciones diversas y a veces contrapuestas. Es una figura bastante marginal en el seno de la comunidad trasplantada, salvo la coincidencia variable con la misma en el caso de los exilios progresistas, caso en que la comunidad misma es de algún modo heterogénea en el seno de la sociedad nacional. Pero en general el escritor deja de serlo sin una distancia frente a la sociedad o el sistema que posibilita su producción, lo que introduce en este caso una mediación que no coincide con la linearidad de la expresión de denuncia o comprometida al cien por ciento. Así, no ‘calza’ completamente con su misma comunidad. Sólo a regañadientes y en aras de la mantención de una cultura literaria en pro de la solidaridad, una comunidad exilada tolerará mediaciones textuales que entraben la comunicación directa y comprensible universalmente ‘de suyo’ del mensaje. Por otro lado, el autor latinoamericano se inserta en una literatura subordinada, de ‘menor difusión’ como se la ha denominado eufemísticamente, externa o tangencial respecto a la de la corriente principal y por lo tanto del continuun crítica, academia y comercialización que constituye la institución literaria. Además, sigue existiendo el sentido de pertenencia cultural de los escritores latinos a la región o el país de origen, que entretanto sigue su evolución histórica, distanciándose más y más los contenidos e idioma obsoleto y contaminado de neologismos de los escritores exilados/emigrantes.

En Canadá, la adscripción del autor latinoamericano a la literatura del país pasa por la superación no tan sólo del idioma, sino en muchos casos de la tradición literaria local. La presencia de los ‘itsmos’, tan caros especialmente al Cono Sur es bastante reducida. El mercado editorial nacional determina ciertas temáticas afines con las presuposiciones y expectativas que se supone o espera del escritor inmigrante/exilado: el compromiso y la denuncia, el proceso de aculturación, lo exótico y la otredad. Las obras son relegadas por la institución literaria y el sistema de comercialización al ámbito del ‘mulculturalismo’ y su estudio a las temáticas de la literatura minoritaria, comunitaria, la diáspora y el exilio. Lo que ha generado, junto con el aumento de la población hispanoparlante, la creación de un mercado nicho y una micro institución literaria paralelos y anfibológicos: sin ser literatura canadiense a secas, las obras pueden ser clasificadas como del exilio, de la diáspora, neo-canadienses, productos de una literatura intersticial o subordinada, latinoamericana o nacional, en cada caso, regional o provincial, anglófona, francófona o alófona, latina.

En el caso chileno los autores se pueden adscribir a la vaga ‘Región XIV’, que abarcaría a los chilenos residentes en el exterior, sin que el requisito de la ciudadanía sea imprescindible. Este proceso que atañe a los productos del quehacer literario, afecta a los escritores individuales y al estamento de los escritores regionales transplantados, emigrantes, exilados. El rol social es inseparable del estado ontológico. Proveniente de una región cuyo concepto y vivencia de la identidad son explícita o en general implícitamente diferentes de la metropolitana y moderna, emergentes, como decíamos al principio, y por estar sujeta a la escasez identitaria de la sociedad urbana desarrollada global, la persona concreta del escritor se ve solicitada por diferentes complejos sociales e institucionales, identitarios. En que su mismo ser ontológico debe mutar y adaptarse en tanto ‘persona’ a diferentes ámbitos. La publicación y reconocimiento en un sentido de exposición significa una garantía de existencia e identidad, de un rol. De ahí a veces su atractivo doble como vehículo del ser social/comunitario y de expresión y mostración, rescate público de una biografía, lo que entrega sentido y afianza una identidad mutante, anfibológica y maleable. Fuera de su contexto original, en ausencia de la sedimentación jerárquica de discursos depositados históricamente en las sociedades de origen, que legitiman los discursos como ‘literarios’, adquieren importancia junto a las formas literarias canónicas practicadas por el escritor exilado/trasplantado en su país las formas testimoniales, comunitarias y, folclóricas, que pasan a coexistir con los cánones tradicionales más o menos consagrados de los países de origen, y sus criterios de calidad estilística. En muchos casos, lo que en un determinado país de origen sería catalogado como subliteratura adquiere credenciales. Es que ya no se trata simplemente de literatura. En una realidad multicultural, que a la vez que integra a los diversos y cambiantes elementos culturales de una sociedad definida en gran medida por la inmigración, sólo ocasionalmente se da espacio al vínculo entre las diversas ‘comunidades étnicas’ (interculturalismo), y está presente una actitud cultural más de defensa contra una invasión que de asimilación transformadora.

Pero esta literatura hispanohablante subordinada o marginal y sus escritores son parte importante del acerbo y el perfil institucional y social de su comunidad. No es extraño que a nivel latinoamericano en este país, lanzamientos de libros, publicaciones, recitales y lecturas sean eventos comunitarios y políticos, lo que sólo se da en los márgenes de la producción literaria de la corriente principal. Esta voluntad de afirmación y expresión que conlleva una marca identitaria, una búsqueda o afianzamiento de un perfil social y por ende ontológico, en y frente a la sociedad anfitriona y el seno de la comunidad, es lo que explica por ejemplo en parte la ausencia de empresas editoriales comerciales hispanas de envergadura, ya que la función editorial se convierte en vehículo de expresión y afirmación individual y colectiva, además de plantearse la distribución de una literatura.

Un autor latinoamericano en Canadá puede desempeñarse según las circunstancias como escritor comprometido, escritor anglófono o francófono, escritor alófono, escritor exilado de su respectivo país, escritor del exilio latinoamericano, escritor canadiense con guión. Pero el escritor anglo o francófono de corriente principal no miembro de minorías gozará de una identidad subyacente e inmutable frente a la identidad mutable y aleatoria de los escritores trasplantados, lo que es otra marca de separación y pertenencia o marginación frente al estado de cosas en un contexto de escasez de identidad y por ende de relevancia social y ontológica. La identidad del escritor canadiense es establecida, básicamente inmodificable e inmutable, privilegio original paralelo a su papel de productor de mercancías libro real y efectivamente comercializables y por ende registrables crítica e históricamente.

Para terminar con un ejemplo, tomemos al Proyecto Adrianne, consistente en la recolección de obras de autores exilados chilenos en Canadá por la Biblioteca Nacional de Canadá y su remisión a la Biblioteca Nacional de Chile es un ejemplo de dos versiones de un mismo proyecto que opera en dos contextos culturales. Surgido en Chile: “La Biblioteca Nacional de Canadá reunirá libros escritos por escritores exilados, así como manuscritos y documentación privada para su envío a Chile, donde formarán parte de una colección especial permanente en la Biblioteca de Santiago (IFLA Journal, Vol. 27 (2001), No. 4). Este proyecto, al hacerse operativo en Canadá, pasó a incluir automáticamente en principio todo trabajo en diferentes medios relativos al exilio y estadía chilenos en el país. El proyecto relativo a la recolección del material literario se convirtió en recolección documental sobre una comunidad exilada. Indudablemente mucho más rico y útil para una posible futura investigación- Pero lo que nos interesa recalcar aquí es la modificación automática del proyecto al pasar a manos institucionales canadienses: en Chile se pensaba en autores chilenos exilados en términos de una literatura nacional. En el contexto canadiense el proyecto pasa a documentar lo que se entiende implícitamente como una literatura étnica, que carece de una identidad perfilada y que se confunde con su comunidad, en un juego sistémico implícito de presuposiciones que salvaguarda la jerarquía de literatura en tanto tal para la de la corriente principal. En este caso, los autores chilenos exilados pasan de ser el foco de un proyecto de recopilación de obras literarias a un elemento testimonial entre otros de las vicisitudes de una comunidad exilada, en este ejemplo de mutabilidad y polivalencia identitarias.

Sunday, March 29, 2009

Fronteras literarias, fronteras nacionales

Fronteras literarias, fronteras nacionales Jorge Etcheverry (*) La Insignia. Canadá, marzo del 2004. En tiempos de la delimitación geográfica y la encarnación material de la escritura en el papel, todo era más claro. Estaban las cosas, y entre ellas los libros, revistas, etc. Aunque hubieran podido tener, como creyó Heidegger, un carácter que las diferenciaba de los otros objetos 'a la mano', como bautizó a la red de objetos naturales y materialidad práctica entre los que los occidentales nos movemos en un vasto sueño de poder y manipulación. Las obras de arte y literarias 'ante los ojos' están sujetas a las mismas categorías que el resto de la materialidad y mejor aún de la mercancía. Son producto de una actividad manufacturera, se distribuyen y venden para producir plusvalía que sufrague los costos materiales y humanos y deje ganancia. Tienen que ser atractivas para un mercado nacional o internacional, publicitadas y sancionadas mediante premios, comentarios críticos, consagración institucional, etc.. El escritor produce para complejos entramados de producción, distribución, publicidad, consagración y venta, compuestos en variedad aleatoria de empresarios-privados o estatales-, evaluadores, críticos literarios y académicos, publicistas y redes de distribución. Lo que caracteriza a estos aparatos es su inserción en el marco de la 'cultura', incluyendo sus componentes ideológicos y religiosos, lo que enmascara su condición industrial y comercial. Para comercializar exitosamente el producto literario, es necesario un proceso de valorización de la mercancía-en este caso el libro. Frente a esto, hay dos posibilidades. O el libro se instala confortablemente en el medio de un conjunto de valores ya aceptados por la sociedad o un segmento significativo de la misma, insertándose en el conjunto de expectativas y presuposiciones en vigor sobre gusto y calidad, o se presenta como insurgencia, como la emergencia de algo novedoso o, mejor aún, revolucionario, siempre dentro de las expectativas y parámetros sociales, sin lo cual el autor y la obra pasan de largo y se hunden en el olvido. Ese fenómeno es más claro en el caso del arte visual. Casi siempre los experimentos más osados permanecen en los márgenes o notas a pie de página de las historias del arte. Las figuras que adornan con su obra las salas principales de los museos son quienes pueden mostrar a la vez que la innovación, el vínculo con lo anterior, es decir, lo lineal de la tradición, el equilibrio de continuidad y cambio, ya que básicamente, y en el fondo, se trata de representación, pero también del mercado. Todo esto requiere de un proceso largo, de acumulación de recursos humanos, materiales y educacionales, de superposición en un mismo lugar de redes sociales, grupos afines, instituciones, de una jerarquización social y cultural, es decir de una sociedad. La extensión de esta industria literaria está limitada por las características del objeto libro o revista, cotizable en moneda, transportable y sujeto a impuesto al cruzar una frontera. El aspecto de distribución y de precio es insoslayable. La existencia del espacio virtual viene a cambiar, no a abolir, todo eso. En primer lugar, desaparece en gran medida el soporte material del libro, y su valor comercial disminuye cada día al pasar al formato virtual. El público potencial aumenta exponencialmente, ya que teóricamente un libro se puede leer cientos o miles de veces en todo el mundo, para qué decir de otros textos más breves y fáciles de manejar, como artículos, poemas, cuentos, etc. La industria editorial, como la musical, se acerca a la bancarrota con cada mejora, expansión y disminución de precio de esta tecnología. La engorrosa cadena de la presentación del manuscrito, la evaluación, las conexiones que hay que establecer, la espera, el meterse en la máquina, el estar 'in', se pueden obviar mediante una página web y suficientes direcciones, o simplemente poniendo un texto en un mensaje o adjunto y mandarlo a los cuatro vientos, como un genio en una botella virtual echada por la borda a la mar océano. Lo más probable es que no mucha gente se moleste en leer el envío, pero siempre cabe la posibilidad. En teoría, el texto puede ser reproducido infinitamente y llegar a un vasto público, salvando los escollos y arrecifes de la institución mercantil literaria que comprende a la crítica en medios impresos, a la radio y la televisión, y a las universidades, ya que definitiva, la historia de la literatura y la crítica académica forman un continuo con la industria en lo relativo a la comercialización de las obras literarias. A la vez que soslaya la institucionalidad literaria establecida, la publicación virtual se salta las fronteras nacionales y por tanto impositivas y legales que aquejan al libro- mercancía. Este proceso es paralelo a la globalización, estado superior-hasta ahora-de la homogeneización y universalización del sistema. (Hasta ahora, ya que antes, cada cierto tiempo, ciertos vates proclamaban la llegada de la 'fase' superior y última del capitalismo, así como los del otro lado proclamaban a su vez el 'fin de la historia'). Esta tecnología ofrece la posibilidad de una conexión global entre los seres humanos, y viene a culminar una época en que la inmigración y el exilio, económicos y políticos-quizás haya que agregar para el futuro, ambientales-se han extendido y multiplicado. Ahora existen decenas o quizás centenas de exilios y diásporas, que sin embargo y potencialmente han cambiado de carácter. No para todos, ya que estos recursos no tienen la misma presencia o precio en todas partes. Con televisión vía satélite, tarjeta de llamadas telefónicas y el Internet , las formas de alejamiento forzado o elegido del terruño han cambiado de carácter. La comunicación de los miembros de un exilio entre sí y con sus connacionales 'del interior' se hace cotidiana y casi inmediata. Las repercusiones políticas y culturales son evidentes. Los gobiernos sagaces han reconocido el potencial de esta situación y buscan establecer maneras de llegar a la 'diáspora', antes fuente de divisas para el país de origen y ahora cuna de un electorado potencial, dimensionado por el interés que despiertan los eventos de 'la patria' cuando la información es fácilmente accesible, relativamente barata y casi instantánea, y reviste gran importancia para el sujeto 'foráneo' inmerso en una cultura y modo de vida percibidos como extraños o alienantes, acicateado por la nostalgia y dotado a veces de una visión del país esencializada por la distancia, la nostalgia, y la falta de implicación directa en el teje y maneje cotidiano de relaciones y necesidades. Pero esta nueva 'democracia' virtual' está muy lejos de cambiar esencialmente la institución literaria. Según algunos, la proliferación de textos virtuales habría reinstaurado el valor jerárquico del libro, que contraponen con el Internet, ese fárrago sin criterios estimativos donde todo vale. Pero la industria del libro impreso ya se había 'desliteraturizado' un poco, entre otros factores por la presencia cotidiana de medios con predominio de imágenes y sonido, la aceleración de los modos de vida, la irrupción postmoderna al canon literario de discursos antes marginales o populares, sectoriales, genéricos, culturales y sociales. Por otro lado, surgen verdaderas revistas virtuales especializadas, gestionadas por comités expertos, bajo la sombra poderosa del webmaster, pequeño Dios de la nueva tecnología. Algunos portales literarios incluyen antologías bellamente producidas y que presentan un panorama real del estado de los géneros en un ámbito determinado. Aunque esto último tiene sus limitaciones. No se alienta poner o presentar textos muy largos o difíciles, ya que la presuposición del lector virtual pareciera pedir textos cortos y relativamente sencillos. En términos de crítica o periodismo, se ha tendido a propender al artículo ágil, de difusión e información somera, más bien la viñeta, con el riesgo de la simplificación excesiva y el cliché. Pero por otro lado el Internet es un vehículo nunca visto de difusión de eventos e intercambio de ideas. Como nunca antes ha estado a disposición del lector una tal cantidad de campañas, declaraciones, manifiestos, informes, incluso ensayos, que hacen imposible mantener en la sombra hechos que suceden en cualquier parte del mundo, lo que hace que los escritores también se vean instados a 'comprometerse', produciendo a veces para el nuevo medio algunas de sus mejores piezas de principios y argumentación. En este ambiente es donde se plantean y resuelven día a día los problemas de la literatura, su ser y su propósito, su papel social, su calidad de industria de bienes de consumo y su carácter de representación de la realidad; su proposición, implícita o manifiesta, intencional o no, de ideas, proyectos, programas, sociedades, etc. Si bien es seguro que los intereses en juego lograrán adaptarse a este nuevo fenómeno, por ejemplo mediante control de contenido, gravámenes impositivos o precios, nunca el mundo va a ser el mismo para los escritores, el público y los centros de decisión. Incluso para las fronteras. Ya se acabaron los países geográficos, por lo menos a nivel de la así llamada 'superstructura', o 'noósfera', o 'mundos alternativos'. Las listas virtuales de escritores nacionales se enriquecen con nombres ausentes de los recuentos impresos y críticamente sancionados de personeros e instituciones literarios atrincherados detrás de las fronteras. Diversas iniciativas de reencuentro y reunión con la así llamada 'diáspora' surgen en el interior y el exterior de los países, en parte como respuesta al hecho de la imparable difusión virtual, en un intento de transacción y compromiso con este nuevo vehículo. No con los brazos abiertos, sino por necesidad, ya que la institución literaria, como cualquiera otra, se alimenta de la continuidad social, de la cohabitación territorial, de la comunidad de intereses y de discurso, de la segregación de estructuras de poder y el establecimiento de vínculos entre sus personeros, etc. Hay otros elementos importantes para escritores y lectores en este fenómeno. Hace unas décadas se profetizaba el fin de la escritura y la lectura, el imperio de la imagen. Hoy en día, además de una liberalización, democratización y abaratamiento considerables de las posibilidades de expresión literaria y discursiva en general, producto del Internet, hay muchísima gente que ha pasado a 'chatear' y a comunicarse en general y con mayor frecuencia a través de palabras, con el nivel lingüístico o la temática que sea. Por otro lado, respecto al formato libro, sus elementos tradicionales-- portabilidad, la página-- son perfectamente reproductibles en esta tecnología: un computador tamaño libro, con una memoria compuesta de quizás cientos de obras bajadas directa y económicamente vía Internet, para su posterior escaneo o lectura, en una micro, esperando a la polola en un café, en el consultorio médico, etc. Por ahora, es la pantalla de la computadora (en femenino), la que nos mantiene hipnotizados, dado su carácter 'espectacular', vestigialmente teatral, que míticamente, y quizás por imperativos de la percepción misma, opone al espectador esa representación teatral en que se juegan los avatares de su destino, mediación originaria y estructural que posibilita todo conocimiento.

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Ottawa, Ontario, Canada
Canadá desde 1975, se inicia en los 60 en el Grupo América y la Escuela de Santiago. Sus libros de poemas son El evasionista/the Escape Artist (Ottawa, 1981); La calle (Santiago, 1986); The Witch (Ottawa, 1986); Tánger (Santiago, 1990); Tangier (Ottawa, 1997); A vuelo de pájaro (Ottawa, 1998); Vitral con pájaros (Ottawa; 2002) Reflexión hacia el sur (Saskatoon, 2004) y Cronipoemas (Ottawa, 2010) En prosa, la novela De chácharas y largavistas, (Ottawa, 1993). Es autor de la antología Northern Cronopios, antología de narradores chilenos en Canadá, Canadá, 1993. Tiene prosa, poesía y crítica en Chile, Estados Unidos, Canadá, México, Cuba, España y Polonia. En 2000 ganó el concurso de nouvelle de www.escritores.cl con El diario de Pancracio Fernández. Ha sido antologado por ejemplo en Cien microcuentos chilenos, de Juan Armando Epple; Latinocanadá, Hugo Hazelton; Poéticas de Chile. Chilean Poets. Gonzalo Contreras; The Changuing Faces of Chilean Poetry. A Translation of Avant Garde, Women’s, and Protest Poetry, de Sandra E.Aravena de Herron. Es uno de los editores de Split/Quotation – La cita trunca.

Instalación en la casa de Parra en Las Cruces

Instalación en la casa de Parra en Las Cruces
Chile, 2005, Foto de Patricio Luco. Se pueden ver en esta "Biblioteca mínima indispensable" el Manual de Carreño, el Manifiesto Comunista y Mi Lucha

Chile, 2005

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Una foto con el vate Nicanor Parra, candidato al premio Nobel de Literatura