Friday, July 11, 2014

Nota sobre la disolución de la literatura

Jorge Etcheverry (versión de la nota en ingles de Kate Grim-Feinberg, publicada en Context N°24 http://www.dalkeyarchive.com/dissolution_of_literature/


 

Es probable que la literatura como entidad separable y distinguible por ejemplo de lo que se denomina para literatura, testimonio o documento, no sea en la actualidad más que una reminiscencia anclada a la convención de un nombre, ya que las fronteras que separan la una de la otra se vuelven cada vez más nebulosas. Pero lo que aquí nos interesa es su singularidad en lo que concierne a un país, como por ejemplo la literatura chilena o la literatura canadiense.

El cambio cultural es lento, en gran medida subterráneo y por algún tiempo las antiguas etiquetas siguen adheridas a los nuevos frascos. Aunque a estas alturas ya sea casi un lugar común, habría que hablar de las literaturas. Ya se acepta la defenestración de un cánon literario único y universal, que desde su caída ha pasado a calificarse como occidental, patriarcal, dominante, etc., y ha surgido o se ha manifestado un abanico de literaturas y estimativas en general vinculadas a la edad o a los géneros, a grupos sociales, regionales, culturales, políticos, religiosos, étnicos, de causas e intereses determinados, etc.

Así parece que, aún siendo germinales o preexistentes, adquieran pasaporte las literaturas gay y lesbiana, femenina, feminista, indígenas, regional o sectorial, de clase social. Por primera vez aparece en Chile, junto a la literatura ‘popular’, que tiene el aval histórico político de una forma canónica de la literatura comprometida, otra que muestra y reconoce sin tapujos modos de vida y discursos de la clase media urbana y de sus jóvenes (o ex jóvenes).

Correlativamente, la crítica agrupa a los autores por regiones y provincias, no tan sólo por su pertenencia a una generación determinada, ni únicamente a los autores del sur, como se hizo con la poesía en los 60–70 del siglo pasado, o la literatura exilada cuya existencia no pudo seguir siendo ignorada y que surge a raíz del golpe de 1973, que ya no es exilada, sino ‘de afuera’, de la ‘Región XIV’ o ‘diaspórica’, si se la sitúa en el contexto de otras literaturas exiladas y de la inmigración en contextos no chilenos.

Aunque es dable esperarlo, aún no se da en Chile la situación de la existencia de literaturas trasplantadas, que en los países desarrollados anglosajones produce lo que llaman literaturas ‘étnicas’ y que por ejemplo en Canadá, al menos en ciertos círculos, se denominan ‘literaturas de menor difusión’.

Pero dado el carácter de Chile de enclave relativamente exitoso, si bien no en términos de equidad, de la globalización, y de cabeza de puente de la economía neoliberal, el país se ha convertido en un imán para las poblaciones asiáticas que tradicionalmente emigran a mercados comerciales y para la población de países vecinos más pobres. Es sólo cuestión de tiempo que las comunidades inmigrantes de los países vecinos o del Asia desarrollen sus propios enclaves culturales y también su literatura.

A manera de ejemplo, conozco por lo menos una antología virtual de escritores chilenos árabes, “escritores que son parte de la migración palestina o descendientes de la ‘tierra milenaria’ y otros intelectuales nacidos en cualquier rincón de América, que se encuentra en el sitio del Comité Democrático Palestina – Chile. Y, perdonando el autorreferencialismo, una vez de vuelta a Canadá luego de un encuentro de poetas de la Región XIV, organizado por Chilepoesía, me encontré con el email en que un programa de la televisión vascongado que me quería entrevistar como escritor vasco.

Las literaturas particulares han logrado o están logrando un lugar en Chile en el contexto literario institucional. Ya existen atisbos de una institucionalidad y mercado paralelos, en el caso de la literatura femenina, la más desarrollada y sólida, que cuenta con una incipiente crítica, editoriales y sitios web feministas. También existe actividad editorial, alguna crítica y un cierto sentido de cuerpo en la literatura chilena de algunas regiones en el exterior.

Pero este corrimiento hacia el rojo de la literatura a las literaturas es por supuesto un fenómeno social. De alguna manera, el escritor como individuo, con toda la carga romántica del caso, su excentricidad, malas pulgas, etc., está siendo reemplazado por, o se ve obligado a coexistir con, el autor representativo, que se destaca más que por sus peculiaridades específicas, por el hecho de poder ser percibido como la ‘voz’, la ‘expresión’del colectivo que representa y que, en casos ideales, lo ‘encarna’.

Es más bien un portavoz y su tarea como escritor suele ser inseparable de su gestión pública como promotor del avance de su grupo o de una situación de equidad en la macro sociedad que pueda garantizarle igualdad de condiciones cívicas o libertad de expresión. Por lo menos en el Norte —como se denomina eufemísticamente a los países desarrollados del viejo y el nuevo mundo— no es bien visto que alguien no perteneciente al grupo de que se trate, hable o escriba por él o desde el punto de vista de sus miembros, cometiendo una apropiación cultural.

No es necesario mencionar que en estas nuevas literaturas la dimensión de lo que a ojo de buen cubero se puede denominar contenido predominará sobre la ‘forma’. El distanciamiento se sacrifica al mensaje o se le subordina, ya que de lo que se trata es de retratar un estado de cosas y la situación del emisor literario frente y sobre todo al interior del mismo.

Más bien en las ciencias sociales y sobretodo a nivel de las organizaciones de asistencia al desarrollo del así llamado Norte, al proceso de globalización con su imposición de homogeneidad, correspondería el surgimiento de una especie de afirmación de las singularidades en peligro, la así llamada localización, que sería una especie de polo dialéctico positivo, en tanto movimiento de salvaguarda o inclusión institucional de aquellos grupos, culturas, modalidades de vida e incluso idiomas cuyas características particulares se ven como amenazadas por la simplificación sobredeterminada del sistema de intercambio económico y por ende de las relaciones humanas, patrones de producción y consumo, y modos de vida, que se ven forzados a hacerse más expeditos, o bien a sucumbir o al aislamiento vestigial.

Si bien erigidas sobre una base de intensas luchas reivindicativas sectoriales en el así llamado Primer Mundo, a las que en muchos casos acompañaron al dar sus primeros pasos como escrituras diferenciales, las más importantes de estas literaturas han llegado a obtener una parte apreciable del mercado literario y por ende un cómodo lugar en la institución literaria.

Ese es el caso de la literatura y cultura de preferencias sexuales alternativas, la cultura negra y hasta cierto punto la indígena americana (del norte), que adquirieron un perfil distintivo en momentos en que de alguna manera y en diverso grado se pensaba que para obtener derechos y posibilidades plenos para los colectivos minoritarios o subordinados había que reemplazar el sistema vigente.

Vayan como ejemplo la temática de las relaciones entre marxismo y feminismo y los movimientos afroamericanos de derechos civiles y afirmación política. El surgimiento de literaturas exiladas en el mismo ámbito constituyó un elemento importante, que ya tenía un precedente en la literatura comprometida y combatiente en el caso latinoamericano.

Es así como en Canadá lo que hace unas décadas era una escritura exilada latinoamericana, sobre todo chilena, constituyó el núcleo inicial de una literatura latinoamericana en el país Por otro lado, en un régimen democrático, no era posible afirmar la legitimidad de las manifestaciones culturales de algunos sectores subordinados o minoritarios sin hacerla extensiva universalmente. Así, en los países más institucionalmente avanzados del primer mundo se dieron instancias políticas que apuntaban hacia el multiculturalismo, paralelas al incremento demográfico de las poblaciones exiladas/inmigrantes en la región.

Pero esta tendencia no puede ir más allá de la etapa que se vive en el sistema mismo. Los actores principales y sus instituciones están funcionando dentro del sistema, que proporciona los únicos vehículos importantes de difusión e institucionales.Los diversos sectores marginales, minoritarios o subordinados no secretan una institucionalidad literaria que necesitaría de un mercado paralelo, en general un mercado nicho o un micro mercado.

Entonces, por ejemplo en el caso de Chile, la institución literaria actual y vigente acoge en mayor o menor medida a ciertos autores ‘representativos’ de los grupos minoritarios o subordinados, cuyos representantes y activistas no se plantean una institución cultural paralela, con su propio aparato editorial, su crítica, su distribución, sino que aspira al ‘reconocimiento’ de la corriente principal, cuyas instancias editoriales y críticas escudriñan con nerviosismo los rincones del país para ver si surge un brote nuevo regional, cultural, generacional, genérico, idiomático, para llevarlo a la ‘luz pública’ y la integración a través de la consagración crítica y académica y de su publicación.

Thursday, July 3, 2014

Aproximación a Sarah Ellen Q.E.P.D., novela de Borka Sattler, Hipocampo Editores, Lima, Perú, 2013

Jorge Etcheverry


El mito del vampiro, leyenda y elemento de la cultura popular mundial, rebasó sus límites culturales originarios para hacerse universal con el príncipe Vlad Draculea III, descrito como príncipe valaco de ojos verdes, y cuyo sobrenombre era Vlad el empalador.  En la Rumania del siglo XV, habría mandado empalar a 120.000 personas. La transformación de este personaje en un mito de la cultura contemporánea es obra de Bram Stoker, escritor inglés, que lo convierte en el personaje central de la novela gótica Drácula, de 1897.  El reflejo literario de esa figura de un señor de horca y cuchillo entre tantos resulta en su conversión en una celebridad de la cultura contemporánea y  una figura histórica principal en su país. El Conde se convierte en un personaje literario en la Inglaterra finisecular y de ahí pasa a ser un arquetipo universal, además de una entidad emblemática de la historia y la mitología popular en su lugar de origen. Pero echa alas de la Rumania que lo vio nacer, un territorio medio dentro de los márgenes exóticos que rodean a occidente y donde se agazapan los sueños de la razón.

Un vástago del vampirismo en Inglaterra es la historia y leyenda de Sarah Ellen Roberts, supuestamente encadenada y enterrada viva en una provincia de Inglaterra en 1913, por prácticas de brujería, y que habría llegado por mar en su ataúd, transportada por su esposo John Roberts, al puerto peruano de Pisco. Este habría sido el único lugar del mundo que aceptó sepultar  sus restos. Pero esta historia es también un mito: el método de ejecución de brujas era habitual en Lancashire, región del poblado donde ocurren estos hechos,  en 1612, pero en 1913 habría estado un poco pasado de moda. La heroína se llamaba en realidad Sarah Gargett, una tejedora nacida en 1872, y murió en un viaje cruzando el Atlántico con sus esposo para visitar la fábrica textil de algodón que tenía su cuñado en Lima. Pero la versión más legendaria y popular de estos hechos ha tenido como resultado el aumento de un 60% del turismo en el pueblo de Pisco y ha probado tener una persistencia que se superpone a la realidad. Al cumplirse los 90 años del entierro de Sarah en Pisco, en 1993, se esperaba su resurrección, que ella misma habría predicho y que no tuvo lugar, pero provocó todo un evento mediático.

Este es el marco de la novela de Borka Sattler, redactada en los 1990 y que incluye la leyenda y la historia y entrelaza ambas hebras en esta narración del arribo de Sarah y su marido al puerto/pueblo de Pisco luego de cruzar el Atlántico. Esta historia se nos presenta en un contexto realista y a veces descriptivo  hasta al detalle.  Pero abundan los elementos mágicos o fantásticos en esta novela que a la postre es de alguna manera una novela de vampiros. Estos componentes van apareciendo sobriamente, para así ir creando una atmósfera que los legitima  y los dimensiona, justamente porque se arraigan en el mundo real. No aparece volando por ahí  Un viejo con alas enormes ni se deja sentir la presencia agobiante del a veces empalagoso realismo mágico. Pero sin embargo,  una cierta magia y fantasía recorren las páginas de esta novela.

Por ejemplo, al describir a una partera que de joven había sido prostituta, se dice “de joven Juliana había sido una brava moza de esbelta figura, caderas pronunciadas y senos insolentes que se ganaba la vida satisfaciendo a las tripulaciones que llegaban al puerto en busca de diversión” (14). Esa imagen se modifica luego para hacerla ingresar en un territorio intermedio entre realidad y la fantasía mediante el incremento o la exageración, que sin embargo no llegan a la inverosimilitud  “se había pasado la voz de sus virtudes entre los marineros, y, en su casa se veían largas colas de hombres impacientes por recibir sus favores” (15).  Así, la atmósfera propicia a la introducción  de lo fantástico se va construyendo en forma mesurada. La llegada de la forastera es casual  “La impresión que les causó la mujer de capa gris y velo sobre la cabeza fue muy extraña” (15), pero a poco andar se revela como objeto de una visión “atrás iban los dos ingleses, pero, ¿y la dama?” (16) Sarah no aparecía en el reflejo de una mampara, introduciéndose en la obra el tema clásico de de la falta de reflejo de los vampiros en espejos y similares.

En en esta versión de la supuesta vida de Sarah, lo fantástico, mágico o sobrenatural que el personaje aporta en la mejor tradición gótica, se va introduciendo naturalmente en la vida cotidiana y tiene su correlato en las creencias y tradiciones de la población del hasta entonces tranquilo y casi feliz puerto/pueblo de Pisco. Este ámbito se representa mediante un realismo que no es naturalista. Sus objetividades  y habitantes aparecen de alguna manera mitificados. Valga como ejemplo esta descripción “era un hombre apuesto, alto, de músculos pronunciados y tez curtida por los aires marinos. Sus ojos negros y profundos siempre estaban atentos…” (22). Por tanto, nos parece advertir una nostalgia por ese pasado y de ese lugar hasta cierto punto idílico, la que se asocia con el illo tempore del mito,  pero que no oscurece la reconstrucción histórica de la novela, sino proporciona el tono justo para la introducción del elemento fantástico de manera por así decir “natural”. A lo anterior ayuda la gran sensorialidad o sensualidad presente a nivel del lenguaje con que se nos presenta este microcosmos de los personajes que componen el entramado social del puerto/pueblo, sus costumbres y quehaceres. En medio de estos ires y venires, y paulatinamente, se comienza a hacer sentir la presencia de esta Sarah borkiana, que a la manera de Camilla (1971), la seductora vampira de Sheridan Le Fanú, altera de manera ambigua la vida de quienes la tocan o vislumbran y la vida misma del pueblo.

Si bien está presente el elemento maligno e incluso la muerte,  hay augurios nefastos, nacen monstruos,  aparecen fantasmas, se pierden barcas, aquí no se trata de la plaga que desencadena en Wisborg la llegada del Conde Orlok, en la película Nosferatu, una versión fílmica inicial del tema vampírico realizada en 1922. El despertar erótico, sensual, que la presencia de Sarah provoca en Pisco ya estaba latente en el pueblo y no es ajeno al tema del vampirismo, cuyo elemento sexual ha sido vastamente puesto de manifiesto, ni a la fascinación que Sarah despierta en sus víctimas. Hay además elementos que insinúan en ella—al menos en una de sus instancias—al súcubo, que se liga al vampiro por su mezcla del mal con lo erótico y la absorción de la vida de la víctima. Aquí, esta versión femenina del íncubo suplanta a la mujer amada, objeto de deseo de un durmiente. El lector no tiene problema para asimilar esta entidad a la vampira “De pronto, ya no era ella, su amada Remedios…ahora era fina, de blanca porcelana, y sus ademanes tenían toda la furia de las olas de un mar en tormenta absorbiendo su cuerpo…Cambiaba de posturas, deslizándose por su cuerpo con ávidos deseos, lo hacía revivir una y otra vez. (113).  La presencia de la anemia en el vampiro es otro elemento tradicional del vampiro presente en esta novela “A la señora le falta el elemento vital, la sangre, tiene una anemia aguda” (116), dice el doctor que examina a la postrada Sarah.

Otros elementos clásicos, como la necesidad de sangre y dormir en un ataúd también están presentes.  Esta figura ambigua, a las finales quizás más mala que buena, es extranjera, lo que lleva a la novela—como otro elemento enriquecedor de su trama—a la siempre presente y literariamente fructífera contradicción o pugna entre colonizados o ex, o la periferia, contra el hemisferio norte,  la metrópoli, que ocasiona o trae el mal hasta el paraíso del buen salvaje: “Los únicos culpables son los ingleses que llegaron el viernes. Ellos trajeron al demonio consigo, sobre todo la mujer” (92) exclama otro personaje. Pero eso es ocasional. Sarah manifiesta, a contrapelo de su presencia etérea por las calles y sobre todo la playa, conductas muy sensuales. Pero la mitad pueblo, la más cerrada en sí misma de  Pisco, tiene que adecuarse a su parte puerto, que es una puerta al mundo y a los marineros extranjeros que dejan su simiente, y abrirse a la presencia inquietante del mar. Tanto el mal importado como el de raíces locales son ambigüos y tienden a rescatarse por el lado de una vitalidad rayana en lo exuberante quizás con un pansexualismo subyacente. Esta novela, difícil de clasificar,  no es una novela de vampiros clásica, sino que este personaje y sus elementos conexos sirven de disparador para ir desplegando las mentalidades de los personajes, en una atmósfera con toques de irrealidad. De contenido multifacético y entretenida lectura, esta novela  parece ser otro intento de rescate, reinterpretación, entendimiento, etc., de la historia, algo  que parece caracterizar a la narrativa peruana contemporánea.

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Ottawa, Ontario, Canada
Canadá desde 1975, se inicia en los 60 en el Grupo América y la Escuela de Santiago. Sus libros de poemas son El evasionista/the Escape Artist (Ottawa, 1981); La calle (Santiago, 1986); The Witch (Ottawa, 1986); Tánger (Santiago, 1990); Tangier (Ottawa, 1997); A vuelo de pájaro (Ottawa, 1998); Vitral con pájaros (Ottawa; 2002) Reflexión hacia el sur (Saskatoon, 2004) y Cronipoemas (Ottawa, 2010) En prosa, la novela De chácharas y largavistas, (Ottawa, 1993). Es autor de la antología Northern Cronopios, antología de narradores chilenos en Canadá, Canadá, 1993. Tiene prosa, poesía y crítica en Chile, Estados Unidos, Canadá, México, Cuba, España y Polonia. En 2000 ganó el concurso de nouvelle de www.escritores.cl con El diario de Pancracio Fernández. Ha sido antologado por ejemplo en Cien microcuentos chilenos, de Juan Armando Epple; Latinocanadá, Hugo Hazelton; Poéticas de Chile. Chilean Poets. Gonzalo Contreras; The Changuing Faces of Chilean Poetry. A Translation of Avant Garde, Women’s, and Protest Poetry, de Sandra E.Aravena de Herron. Es uno de los editores de Split/Quotation – La cita trunca.

Instalación en la casa de Parra en Las Cruces

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Chile, 2005, Foto de Patricio Luco. Se pueden ver en esta "Biblioteca mínima indispensable" el Manual de Carreño, el Manifiesto Comunista y Mi Lucha

Chile, 2005

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Una foto con el vate Nicanor Parra, candidato al premio Nobel de Literatura