Jorge Etcheverry
Estábamos en esa habitación, en esa casa, sin saber a ciencia cierta qué esperar, pero de pronto y con el paso de las horas se encrespa la situación. Todos esperan algo pero sin saber a ciencia cierta qué. O cambiamos el escenario y se trata de un café en que salvo contadas excepciones la gente opera y mira sus tabletas—juntos en el espacio físico pero separados cada uno en su mundo en pantalla. En un horizonte vislumbrado se despliega la imagen ambigua de una mujer erguida cuyas mitades corporales se disputan una gama de colores y otra de sombras. Aterricemos eso y achaquémoslo a un sueño que alguna vez tuvimos. Tratemos de despojarlo todo de cualquier matiz trascendente o adivinatorio mientras nos tomamos el primer café del día. Afuera el cielo se lo disputan palomas y cuervos