Tuesday, January 27, 2015

Una antología con bemoles

una crónica del abuelo

Hace tiempo que Jorge me viene pidiendo que escriba una crónica, que no desaparezca del mapa así como así, pero lo que creo es que le están faltando colaboradores para su página, además de que yo propiamente no hago crónicas, en general muy delimitaditas y que versan sobre los temas de moda, los problemas de actualidad, lo que está pasando, las más serían pseudo o a para crónicas. Y a lo que iba, la moda de los cafés con conexión WiFi ha resultado, personalmente hablando, un gran avance tecnológico, hasta tengo una tableta, entonces me puedo pasar un buen rato frente a un decaf, como todas esa niñas y jóvenes, algunos ya no tanto, pero yo por lo menos tengo la precaución de vestirme más o menos decente, lo que me da un aire muy respetable. Un día que estaba comprando pan, otro cliente me dijo que me parecía a Christopher Plummer. Debo aclarar que estoy cortando el trago y los cigarros, a mi edad hay que hacerlo, me dijo mi doctor en mi último chequeo, no es que me haya encontrado nada, pero me dio una lista de exámenes que creo que no me voy a hacer, total, de algo hay que morirse. Total, dicen que los buenos mueren jóvenes y soy más o menos, como decían en  mi tierra de origen, ni chicha ni limonada. Los años pasan, Guagua al fin se consiguió un tenior en la universidad, y echó de la casa al vago con que se había arrejuntado. Enseña en el departamento de Woman Studies, pero la rara vez que se junta conmigo, aquí mismo, en este café, se le nota un poco  en los ademanes el pasado no tan bien enterrado de striptisera. Pero bueno, parece que se me volvió a salir el yoísmo, que mantengo bien guardado cuando la gente que no sé porqué siempre habla conmigo de sus problemas cae a mis diversas picadas. Para la exportación tengo la reputación de ser un tipo muy comprensivo, que escucha a los demás, pero sospecho que esta actitud es más bien para ir juntando material para estas crónicas que nunca verán la luz en forma de libro. Y es por eso que ahora estoy en este café en lugar de en el bar en que me junté con ese fulano al que Guagua le había hablado de mí y del que ahora me ando corriendo su poco y esa es la verdad de la milanesa, como dicen los cuyanos, para venir a dar a esta lata de café.
Y resulta que se trata de un proyecto en un principio de bastante buen lejos que tiene este poeta y editor que viajó especialmente de Toronto, para hablar con otra gente que corta más queso que yo, que en realidad no corto ninguno, pero que por si las moscas se juntó conmigo para hablarme de su proyecto de antología. Para mi desazón y secretos celos, venía acompañado de la Phyllis Phillmore, que en su momento y años atrás fuera conocida en el tablado como Guagua L’amore. Ella le había exaltado mis virtudes por cuenta propia y lo había convencido que viniera a verme, contándole quizás qué historia sobre mis posibles recursos, mi inventado interés y mis inexistentes conexiones.  El colega (porque alguna vez yo también me las he dado de editor), me expuso su problema: estaban saliendo muchas otras editoriales chicas, de gente más joven, más al tanto, más dinámica; se multiplicaban las posibilidades de imprimir bajo demanda, cualquier cantidad de libros; el asunto del internet para la difusión, los libros electrónicos, estaban poniendo de lado a muchas editoriales pequeñas y medianas, como la suya. La única manera de saltar de nuevo a la palestra era publicar algo visible, que él pensaba era LA ANTOLOGÍA, abierta, pero invitando a nombres más o menos conocidos, a autores que a su vez tuvieran sus redes de contacto propias, para la difusión, que tuvieran a alto nivel sus amigotes, sus arreglines.
—Bueno, ¿y qué tema tienes pensado?—
“mira, el tema es lo de menos, cualquier tema, ahora están por ejemplo las cosas relacionadas con el medio ambiente, la paz, los derechos de las mujeres, su poesía, los pueblos indígenas, la cosa del Medio Oriente, aunque lo palestino está muy parqueado, creo que eso es lo que está sonando más ahora”
—Pero mira, eso está re hecho, además para que se note, habría que conseguirse algunos nombres famosos, para eso se necesita guita, o contactos políticos, institucionales gordos, además  de que es difícil que quieran participar en una editorial chica, que no conoce casi nadie, sin ofender—
“No, si no me ofendo, de eso se trata pues cumpa, de que quiero tirar esto pa’arriba de una vez, o todo o nada, estoy aburrido de andar mascando lauchas con esta editorial ratona, perdonando la redundancia”
—Mira, eso de la editorial desconocida que se apunta el tremendo poroto y empieza a vender como pan caliente, a salir en las noticias, son puros cuentos. No te niego que a lo mejor pase, es teóricamente posible que alguno o alguna de los antologados jóvenes, que se inician, o que están empezando, se llegue  a convertir en un pescado gordo y entonces se va a decir que empezó a publicar en una oscura editorial, etc. (y ahí viene el nombre de la tuya), pero para entonces tú (y yo) vamos a estar re muertos. A lo mejor el diablo o el tatita dios nos llegan con la noticia en el otro mundo, si existe, o mejor, una de las cuarentaytantas vírgenes del otro paraíso ese que está de moda, pero que si nos morimos de viejos no nos van a servir de mucho tampoco—
“La revolución, entonces, ese tema está de actualidad, en Europa del este, en el Medio Oriente, en América Latina, donde mires, el capitalismo está en crisis en todo el mundo, ¿o no?. Vamos a recibir montones de colaboraciones, de todo el mundo, entre nosotros, podemos leer y traducir más o menos por lo menos del inglés, el francés, a mí si me apuran, desde el portugués y el italiano”
—Oye, pero de qué revolución me estás hablando, de los conflictos nacionales, étnicos, religiosos, que están en alza por todas partes, pero una revolución en el sentido estricto dónde, la única parte en que se están produciendo cambios graduales que apuntan un poco a modificar a lo que se llama “modo de producción” capitalista, es en América Latina, un proceso que pese a ser diferido e incierto, está produciendo algunos cambios en el patrón capitalista global, pero ahí nos metemos en problemas, porque ya es una cosa más de base, y más peligrosa para el sistema, que todas estas revoluciones étnicas, culturales, nacionalistas, religiosas, que no parecen alterar esa cosa de manual de estudios marxistas que se llaman las “relaciones de producción”, es decir el sistema capitalista que está vigente en todo el mundo sin importar religiones, razas, continentes, etc., y que tiene algunas mejoras hacia lo colectivo, como decía, en algunos países de América Latina, con la excepción de Cuba, por supuesto, que hasta ahora ha estado más cerca del socialismo real que esos países del este y centro de Europa que colapsaron hace unas décadas, y que prefiero llamar socialismo fáctico y no socialismo real, como se estila, porque de socialismo real tenían poco. Si planteamos hacer una antología con ese tipo de revolución a la clásica, la revolución socialista de carlitos, el pelao Lenín, el barbas de chivo Trotzky, nos van a llover piedras desde todos lados, de todos continentes, no te creas—. Entonces no solo no va a haber interés, a no ser que sea ese tipo de interés que es mejor no despertar, tú sabes a lo que me refiero—
Pero metido en esta perorata, con la cabeza caliente y hablando bastante fuerte, lo que provocó la  inquietud o la censura de algunos de las mesas vecinas que se medio dieron vuelta para mirar a la de nosotros, no me había dado cuenta de que alguien se había sentado, el pelo blanco y abundante, no como el mío, no como el mío, ralo y casi inexistente en la parte superior de la cabeza. Era el poeta Patrick Phillmore, el primo de la Phyllis, es decir Guagua, que tiene mi edad pero es más delgado, más alto y no tiene guata, además de ser gringo, claro. Y como mencionaba, tiene más pelo. Seguramente ella le había dicho que nos íbamos a juntar.
Y claro, empezó a hablar con su castellano machacado, y se lanzó en una perorata, sin siquiera escuchar, parece de lo que estábamos hablando, o agarró sólo esa parte de lo que yo estaba diciendo de la revolución, porque dijo algo más o menos así, que paso a transcribir, hasta donde yo pude entender:
“Ya se acabó el nacionalismo biológico, más adecuado para los nazis del siglo pasado. Es la hora de encarar al socialismo como el único sistema de gestión para salvar al hombre y al planeta. Ningún pueblo debe tener derecho a ninguna tierra, solo a administrar una parte de la naturaleza, y con un sistema social y político socialista y medio ambiental. No importa quién lo lleve  a cabo. Si Palestina adopta la faz de un estado teocrático y fundamentalista islámico, entonces que sea un país no aportará nada a la salvación de la tierra. Si los israelitas manejan mejor el medio ambiente, que lo hagan ellos. La meta universal debe ser la única que garantiza la supervivencia de la raza humana sobre el planeta, un socialismo universal, multiétnico, multicultural y laico, ambientalista, que controla la totalidad del interfaz entre hombre, medio ambiente y se rige por el principio de la Stasis: 0 desarrollo económico, 0 aumento de la población. Solo los pasos que conduzcan hacia allá son revolucionarios, todo lo demás es reaccionario”.
Así pude constatar que seguía pegado con la teoría de la estasis del descreditado Robert Leach, y que el otro compadre lo miraba con tamaños ojos. Con una sabiduría, o mejor astucia, ganada por años en este tipo de situaciones lo interrumpí: “hola, parece que ustedes no se conocen, Patrick Phillmore, Edgardo Sapiaín”, los presenté y les dije, dándoles sendas palmadas en la espalda, mientras me ponía de pié sin darles tiempo a reaccionar: “huuy, me tengo que ir volando”, mientras miraba mi reloj y me guardada con la otra mano la tableta en el bolsillo de la chaqueta. “Tengo una cita con el dentista. Los dejo aquí conversando” Y así lo hice.

 

 

Saturday, January 17, 2015

Doppelgangers

Jorge Etcheverry Arcaya

Miro hacia la calle acodado en la baranda del balcón, ella adentro se atarea en la cocina con unos trastos, su hija baja unas fotos en la computadora y el gato se refriega  contra mis piernas en un paréntesis de su eterna siesta,  elementos de esa vida en última instancia apacible que se deja escurrir día tras día y que ofrece la ilusión—o la verdad—de un envejecimiento suave, con las viejas series por fortuna repitiéndose en la tele, gracias a esos canales nuevos en el paquete. Los mismos libros con hojas gastadas a fuerza de la repetida lectura. La chaqueta de cuero acumula polvo en el closet, sobre todo en esos aditamentos, bolsillitos, botones de cobre, el vistoso cierre relámpago, unas hebillas—chaqueta de roto, como se decía en mi país. Frente a mí se abre un cielo malva, los árboles muestran esa variedad de colores del otoño de estas latitudes, que si uno los viera en una tarjeta postal, creería que son mentira. Y las veo que avanzan, pasan debajo del balcón y se alejan calle abajo cuando por fin termino de reconocerlas, la madre, con su pelo rojo, seguramente teñida, las faldas amplias del tono de las hojas secas, tacones altos, la hija garbosa, de un negro gótico que acentúa sus rasgos exóticos, su abundante cabellera azabache, y ese perro que conduce, airoso y feral, con un collar de metal reluciente. Son ellas, que avanzan intrépidas hacia la noche que se anuncia y me pregunto con pavor, ¿con quién entonces he estado viviendo esta vida amablemente adormecida, durante estos años?

Tuesday, January 13, 2015

Poemas de Antología Esencial II, Publicada en España en 2014

Ulises Varsovia

 
 
Circo

 

Cuando llegó el circo a La Campana,

e hinchó su enorme carpa en el viento,

sostenida por dos enormes mástiles,

en cuyo interior el entramado

de horizontales tablas ofrecía

un sitio de honor para las nalgas,

 

cuando llegó el circo a La Campana,

salieron de sus escondrijos

los díscolos y audaces arrapiezos,

con la cara sucia y la honda colgando,

euforicos en la algarabía

como una turba de apaches gritando.

 

Ya salen a la pista los payasos,

ya fascinan los malabaristas

al público con sus prodigios,

ya ejecutan el salto mortal

en el sumo silencio los gimnastas,

ya vuelan ligeros por el aire

como los primates los trapecistas,

ya danza como una ballerina

la equilibrista en la cuerda floja.

 

Baila, rubia semidesnuda,

tu electrizante danza erótica,

cimbra enloquecedora las caderas,

encabrita tus abultados senos,

y mueve el culo en un ritmo febril

atragantándonos de regocijo..

 

Y ahora, silencio, que Campuzano

saldrá al centro de la pista, a saltitos,

y anunciará, con su voz de eunuco,

señoras y señores el final

del espectáculo de esta tarde.

 

(¡Esperad, no desarméis la carpa,

no desamarréis el entablado,

no desmanteléis la cuerda floja,

no os vayáis, no me dejéis solo,

abandonado en aquella infancia !)

 

 

Cantar

 

Oh cantar por toda una eternidad,

oh estallar de repente en sílabas

castalienses, saltar en millones

de luciérnagas, briznas o chispas

de luz astral, de luz intempestiva,

de luz que el mismo metal que la lira,

transformarme en una nebulosa

de millones de notas del canto,

 

oh dormirme de pronto en mitad

del canto, dormirme para siempre,

y quedar para siempre despierto,

sentirme declamar, extasiado,

refulgente de fulgor olímpico,

de fulgor délfico, de fuego pítico,

 

oh rasguear y rasguear con mis dedos

el arpa eólica, las finas cuerdas

interconectadas del firmamento,

el inalámbrico instrumento acústico

tendido a través de las estrellas,

comunicándolas con el universo,

 

oh sacudir la cabellera

de los grandes bosques planetarios,

soplar con mis labios en éxtasis

a través de sus intersticios,

arrancarles melodía eólica,

melodía silvestre, melodía,

 

oh correr cantando por los ríos,

correr por el Nilo, por el Éufrates,

por el Rin, el Támesis, el Tajo,

por el Missisipi, el Bío-Bío,

por el Ganges, por el Amazonas,

el Danubio, el Dnieper, el Yang-Tse,

 

oh morirme de pronto empuñando

la cítara con mis dos manos,

y dejar mi numen temblando

en sus cuerdas, sin extinguirse,

cantando hasta el fin de los tiempos.

 

 

En algún cerro

 

En algún cerro de Valparaíso

un trozo de terreno espera a por ti,

un solar llevará tus iniciales.

 

Sobre él edificarás tu casa,

sobre él darás morada a tus huesos,

y cuando desde el océano en ira

aúllen sobre el Puerto las tormentas,

tú subirás al puente de mando

y sostendrás el timón en tus manos,

tú llevarás a la nave por entre

arrecifes, escollos y estrechos,

por entre el furor de los elementos.

 

En algún cerro de Valparaíso

tomarás posesión de la tierra,

la medirás a grandes zancadas,

la cercarás con eucaliptus fresco,

pondrás en ella piedra sobre piedra.

 

Con tus propias manos la erigirás,

con tus propias manos la harás tu hogar,

y en cada habitación de espacio

cautivo de la arquitectura,

dormirás oyendo al océano

arrullar tu sueño con sus ninfas.

 

¿En dónde edificaré mi casa,

en cuál de los cerros carcomidos

por el soplo oceánico del viento,

en cuál de los cerros suspendidos,

en cuál de los cerros patrimoniales ?

 

¿Será en el populoso Cordillera,

será en el Mariposa florido,

serán en Playa Ancha de húmedos sonidos,

será en el Barón de vieja raigambre,

o en los promontorios del Placeres ?

 

¿Edificaré, cerro Concepción,

sobre tus espaldas mi morada,

o la erigiré en el cerro La Cruz,

o en los vericuetos del Yungay,

o en las alturas del Santo Domingo?

 

En algún cerro de Valparaíso

clavaré mi estandarte de niebla,

y con eucaliptus fragante

elevaré mi nido en el viento,

haré por fin una casa final,

daré hogar a mis huesos errantes.

 

Frente al mar, amor, donde las olas

mecerán mi sueño vagabundo,

y dormiré, Claire, bajo los astros,

en el agua maternal que me llama.

 

 

Agua materna

 

Difícil la percepción del latido

del agua materna en las raíces,

cuando ya la boca adiós al pezón,

y la mala leche fluyendo

a raudales desde el exilio,

apagando los fuegos filiales.

 

Tarde ya cuando el mismo varón

reanudándose en el parentesco,

y tendido junto a un cuerpo joven

erguido en sus cúpulas fragantes,

de pronto el mismo aroma filial,

la misma ansiedad reconocida.

 

Desde ese instante volver, o, mejor,                                                                                                                                               insistir en la antigua tentativa,

acercando con furor los labios

a la vertiente de la identidad.

 

Interferencias, sin embargo,

de alguien parecido a tu fruición

libando en la fuente de la hoguera,

y el latido como ahogándose,

perdiendo en el rencor su intensidad.

 

Difícil, pues, la percepción,

cuando los cuerpos paralelos,

y ya el aroma disgregándose,

el agua materna interrumpida.

 

 

Música astral

 

Música de instrumentos siderales,

música de esferas y de planetas

fluyendo en la partitura de un orden

de inquebrantables leyes de piedra,

sonando desde el mismo génesis

en el principio de la luz y el tiempo.

 

Como el susurro de divinos labios

de vírgenes cautivas en el Partenón,

o como el fluir de olímpicas linfas

a través de la lira de Morfeo,

¡grandiosa, Universo, tu arquitectura

de sublimes notas equilibradas

en la armonía del cosmos eterno !

 

En ella vamos los seres terrestres

cautivos, y nuestra gran rebeldía

apenas un rasguño en la faz del Padre,

apenas una leve disonancia

en la suma euritmia de las esferas.

 

Un violín inalámbrico, Padre,

tu cascada de indescriptibles notas

derramándose en la casta aurora,

una flauta de apolíneo timbre

el rumor de la brisa en la enramada

pulsada por miles de invisibles dedos,

un oboe de líticos registros

el sonido de la ola quebrándose,

o el crepúsculo de hojas crepitantes.

 

Y la noche pura llena de chispas

desgarrando su materia incombustible,

y las tempestades oceánicas

rugiendo su furor hacia los cielos,

y el aroma de la rosa en sazón,

y el galope del ciervo en el bosque,

y el murmullo del arroyo diáfano…

 

Música de misteriosas cítaras

el planeta todo sacudido

por un rumor de castalienses linfas,

música de instrumentos siderales

el orden perfecto del universo

girando en su movimiento eterno,

música de una sublime armonía

cimentada sobre leyes de piedra.

 

 

Afrodita de Melos

(Venus de Milo)

 

Déjame tocar tu piel y quemarme,

déjame acariciar tu cuerpo

con mi mirada de varón en celo

trepando las gradas de la fiebre,

consumido en tus besos de piedra.

 

Mudo y pasmado estoy en tu presencia,

indestructible ícono de mármol

revoloteando por siglos y milenios

en la conciencia de la humanidad,

en el subconsciente de la idea de arte.

 

En un duro bloque de duro material

te fue a buscar el aprendiz de creador

armado de su soplo de metal,

día tras día y noche tras noche

fue escarbando en los velos del misterio,

y al final de la séptima aurora

emergió tu cuerpo desde la luz

petrificado en su propia belleza.

 

Bella como ninguna diosa

tu forma triunfal semidesnuda,

torcida en la curvatura invicta

donde el pubis esconde su secreto

bajo un follaje de pliegues textiles.

 

Qué importa que tus hermosos brazos

cayeran al pozo de los siglos,

si la turgencia inédita del pecho

eleva sus llamas paralelas,

y corren dos ríos de agua pura

más allá de la sed y de los labios.

 

Sólo al genio griego le fue concedido

arrancar de un frío bloque de materia

un cuerpo de ansiedad inconsumible,

un rostro de olímpicas líneas faciales,

un monumento de mármol y de luz

a la belleza, Afrodita de Melos.

 

 

Ceniciencia

 

En el atardecer de la edad,

con estas palabras cenicientas

detenido frente al otoño,

asumiendo su amarga substancia

de raíces de ruda intemperie,

 

qué decir antes que la mañana

abra su cúpula de tinieblas,

y me descubra la claridad

en mi sitio usurpado a un extraño,

 

qué decir, Claire, en este instante,

con estas palabras vesperales,

antes que el otoño recrudezca

y me cubra de su edad en ruinas.

 

Frente al tránsito de las castañas,

bajo una campana de ceniza,

mi edad en vísperas y enferma,

mi edad detenida y en marcha,

atascada en el engranaje

de estas cenicientas palabras.

 

 

Clepsidra

 

Tal vez rómpase el cristal,

tal vez emerja de la clepsidra

su forma centelleante,

su deslumbrante deidad,

 

y desfallezcamos

mirándola mirarnos,

sintiéndola orbitar

con sus atributos

de etérea divinidad

sobre nosotros,

sobre el pasmo y la atrición.

 

Tal vez sobrevivamos,

tal vez el prodigio

ocurra sin nosotros,

y largos siglos después

regrese a soplarnos

de nuestro ensueño.

 

Tal vez no existamos,

tal vez vino y no encontró,

y sigue esperándonos

en su clepsidra.

 

 

Retrato

 

Durante que sentado

frente a mi retrato,

frente a una extraña imagen

de alguien que con mis rasgos

mirándome estupefacto,

inmóvil en el tiempo…

 

Durante que durando, pues,

con todas mis facultades

adentro de mi cráneo,

y sólo el corazón rebelde

reconociéndose en él,

tocando sus líneas faciales…

 

Él allí suplicando

piedad desde un pasado

ajeno, irreconocible,

él desde allí impetrando

admisión a su orfandad

de hermano suplicante.

 

Y durante que la mañana

sobre mí transcurriendo,

 yo negándolo tres veces,

yo mintiendo sus facciones,

y él observándome huir,

atónito desde el tiempo.

 

 

Cuándo

 

Cuándo, cuándo, Valparaíso,

cuándo, cuándo, puerto querido,

escucharás mi voz cansada

llamarte desde las montañas,

llamarte desde una comarca

de ásperos climas y engendros

gesticulando en torno a mi casa,

 

cuándo, cuándo, ciudad amada,

me enviarás una señal de sal,

una señal de peces y espumas,

una señal de sangre y prosapia,

 

cuándo regresaré a tus calles,

cuándo treparé tus escaleras,

cuándo subiré en tus ascensores

al corazón desordenado

de tu caótica arquitectura,

a escuchar el viento marino

susurrarme sus viejos secretos,

 

cuándo, perdido hogar de mi infancia,

cuándo, metrópolis oceánica,

pisaré nuevamente tus playas

con mis pies fatigados de viajes,

y sentiré bullir tu arena

de miles de huellas allí estampadas,

 

cuándo, cuándo en tu costanera

veré zarpar tus barcos de niebla,

veré arribar tus naves de hierro,

y al igual que una barca errante

atracará a tu orilla inquieta

mi corazón de navío fantasma,

 

cuándo, cuándo, ciudad principal,

me enviarás una señal rotunda,

una ráfaga de viento agreste,

un chillido de tus gaviotas.

 

 

Tus poetas

 

¿Y qué de tus poetas, Valparaíso,

dónde en toda la inmensa tierra

se apretujan tus callados hijos

a la noche extraña y temblorosa,

llenos de tu maternal substancia ?

 

¿Qué de aquellos que por Placeres,

por Cordillera, por Santo Domingo,

qué de quienes en Ramaditas,

en Porvenir, en el Mariposas,

en toda la retorcida geografía

soñando, corriendo en el viento,

trepando tus arduas escaleras,

elevando al cielo sus volantines ?

 

¿Dónde están ahora, madre amada,

dónde yerran sus pasos errantes

indisolublemente ligados

a tus calles inverosímiles,

a tu arquitectura revuelta,

a tu costa de olas en estampida ?

 

¿Será que estamos ciegos, madre,

será que vamos con nuestras vidas

sin dirección por la tierra toda,

y sólo en tu abrupta presencia

despertaremos de nuestro exilio,

se encenderá la luz en el alma ?

 

En La Matriz, de repente, silencio,

silencio de voces declamatorias

pronunciando su amarga poesía,

y un cirio por cada poeta errante,

un cirio encendido por tus ausentes,

por tus hijos errantes, Valparaíso.

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About Me

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Ottawa, Ontario, Canada
Canadá desde 1975, se inicia en los 60 en el Grupo América y la Escuela de Santiago. Sus libros de poemas son El evasionista/the Escape Artist (Ottawa, 1981); La calle (Santiago, 1986); The Witch (Ottawa, 1986); Tánger (Santiago, 1990); Tangier (Ottawa, 1997); A vuelo de pájaro (Ottawa, 1998); Vitral con pájaros (Ottawa; 2002) Reflexión hacia el sur (Saskatoon, 2004) y Cronipoemas (Ottawa, 2010) En prosa, la novela De chácharas y largavistas, (Ottawa, 1993). Es autor de la antología Northern Cronopios, antología de narradores chilenos en Canadá, Canadá, 1993. Tiene prosa, poesía y crítica en Chile, Estados Unidos, Canadá, México, Cuba, España y Polonia. En 2000 ganó el concurso de nouvelle de www.escritores.cl con El diario de Pancracio Fernández. Ha sido antologado por ejemplo en Cien microcuentos chilenos, de Juan Armando Epple; Latinocanadá, Hugo Hazelton; Poéticas de Chile. Chilean Poets. Gonzalo Contreras; The Changuing Faces of Chilean Poetry. A Translation of Avant Garde, Women’s, and Protest Poetry, de Sandra E.Aravena de Herron. Es uno de los editores de Split/Quotation – La cita trunca.

Instalación en la casa de Parra en Las Cruces

Instalación en la casa de Parra en Las Cruces
Chile, 2005, Foto de Patricio Luco. Se pueden ver en esta "Biblioteca mínima indispensable" el Manual de Carreño, el Manifiesto Comunista y Mi Lucha

Chile, 2005

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Una foto con el vate Nicanor Parra, candidato al premio Nobel de Literatura