Thursday, May 26, 2011

Jardín del edén

Arturo Méndez-Roca

La salvación de la humanidad iba a ser un procedimiento de máquinas. De más está decir que nosotros no lo podíamos hacer. En esto estoy pensando cuando se procede a seleccionar al elegido para la misión. Somos dos, pero eligen al otro, que se mete primero a la caja, una especie de ataúd metálico o un guardarropa vertical, muy angosto. Pero no se puede cerrar, porque yo tengo que entrar también en la caja, para que se produzca la interacción. Cabemos apenas, él y yo, apretujados, nos ahogamos. Medio asfixiados pujamos por abrir la puerta. Luego al fin nuestras fuerzas aunadas y multiplicadas consiguen romper la caja, salimos, él bajo la forma de lobo y yo con la de león. Afuera hay un territorio vasto, que multiplica sus formas, sonidos y colores para estos nuevos sentidos de fiera míos. Los límites no se advierten. Hay colonias de animales—mato uno ejercitando estos nuevos instintos, esta nueva potencia—y gente, lo que queda de humanidad en el mundo, unos 60.000 como llegaremos a saber más tarde. Ellos nos acogen como a salvadores y guardianes. Para vigilar el perímetro no basta ni con la inteligencia humana ni con la fuerza, agilidad y sensitividad animal. Por eso las máquinas nos han elegido, trasmutado y trasladado hasta acá, a este último refugio humano que han posibilitado. No por compasión. Sino fascinadas por dos cosas: el proceso de reproducción de los tejidos vivos y esos elementos tan específicamente humanos que siempre dábamos por supuestos. Lo que solíamos llamar cultura. Que las máquinas pueden desarrollar a partir de las cosas ya existentes, en infinitas y complejas repeticiones, combinación es y mutaciones. Pero que no pueden originar de la nada simplemente por la trasmutación de ingredientes materiales y la aplicación de patrones.

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Ottawa, Ontario, Canada
Canadá desde 1975, se inicia en los 60 en el Grupo América y la Escuela de Santiago. Sus libros de poemas son El evasionista/the Escape Artist (Ottawa, 1981); La calle (Santiago, 1986); The Witch (Ottawa, 1986); Tánger (Santiago, 1990); Tangier (Ottawa, 1997); A vuelo de pájaro (Ottawa, 1998); Vitral con pájaros (Ottawa; 2002) Reflexión hacia el sur (Saskatoon, 2004) y Cronipoemas (Ottawa, 2010) En prosa, la novela De chácharas y largavistas, (Ottawa, 1993). Es autor de la antología Northern Cronopios, antología de narradores chilenos en Canadá, Canadá, 1993. Tiene prosa, poesía y crítica en Chile, Estados Unidos, Canadá, México, Cuba, España y Polonia. En 2000 ganó el concurso de nouvelle de www.escritores.cl con El diario de Pancracio Fernández. Ha sido antologado por ejemplo en Cien microcuentos chilenos, de Juan Armando Epple; Latinocanadá, Hugo Hazelton; Poéticas de Chile. Chilean Poets. Gonzalo Contreras; The Changuing Faces of Chilean Poetry. A Translation of Avant Garde, Women’s, and Protest Poetry, de Sandra E.Aravena de Herron. Es uno de los editores de Split/Quotation – La cita trunca.

Instalación en la casa de Parra en Las Cruces

Instalación en la casa de Parra en Las Cruces
Chile, 2005, Foto de Patricio Luco. Se pueden ver en esta "Biblioteca mínima indispensable" el Manual de Carreño, el Manifiesto Comunista y Mi Lucha

Chile, 2005

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Una foto con el vate Nicanor Parra, candidato al premio Nobel de Literatura