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Pero sin
que lo supiera el falso profeta, formado y perfeccionado en planteles
educaciones de lo más granado y caro del occidente—aquí ya no sabemos si se
está hablando de la misma persona. Muchas incidencias que incluso se oponen,
para una vida tan corta—
Un enjambre
tan nebuloso como vasto, abejas parece, entontecidas se lanzan contra los
cristales de los edificios nuevos de cristal parece, porque reflejan o más bien
son parte
Del cielo
que se encapota súbito, como parece que siempre sucede en estas latitudes que
todavía nos son extrañas
Que se
encabritan como yeguas en celo—incólumes y persistentes—la marca de la (así
llamada) civilización no podrá nunca amansarlas
Aunque
borre y tape los paisajes—así las abejas se lanzan ciegas y embadurnan los cristales
al reventar contra ellos—su brújula instintiva indicando flores que ya no
existen
Así, sin
que lo supiera, lanzado como otra abeja u otro animal pese a la cuidada
musculatura que se arquea en la polera con un logo reconocible y reconocido,
arquea las addidas el fuerte empeine, los muslos, pantorrillas y glúteos bajo
los pantalones fit con cada paso elástico
Entrando
saliendo del mall del café mientras guarda su tableta y atrae las miradas de las
niñas, de las señoras jóvenes
Pero se
pueden entregar algunas precisiones: 1) Entre los malls
que hay en la ciudad el mejor para gente como uno es el de Billings Bridge, en
cuya cafetería se pueden ver viejos eslavos jugando a las cartas y al ajedrez,
a somalíes hablando y gesticulando, que a veces asustan al paseante casual que
no sabe que no están peleando sino que es su estilo de hablar
2) La mesa a la que se sientan ciertos
personeros para dividirse lo que queda del mundo es larga, los comensales son
numerosos. Uno de los discípulos renegados afirma que no se trata de 12, sino
de 12 x 12, 144. No vamos a disputar sobre cosas de números, puede que sean
hasta 666. Las insignias, distintivos, símbolos de los que atienden el banquete
son variados, y uno podría decir, incluso opuestos. El estudioso o el interesado
(no soy ni uno ni otro) podrá reconocer algunos emblemas milenarios entre
algunos muy nuevos. Tampoco queda claro quién hizo, o envió, las invitaciones,
o si se autoconvocaron. O cómo.
Ellos a medias han llegado a creer lo que
dicen las teorías conspirativas que proclaman gran parte de la edípica
izquierda anglosajona: una conspiración de estadistas, magnates y empresarios
que se dividen el mundo—que inventan guerras y ocupaciones—financian y entrenan
movimientos y grupos. Desconfiados escudriñan las expresiones de los otros
asistentes. Al menos eso es lo que quisiéramos creer. Por doctrina sin embargo
sabemos que esta imagen oculta una pavorosa dialéctica sin sujeto
II
Los humores recorrían las venas y arterias,
impregnaban los tejidos de este protagonista, incluso su cerebro mismo. Su piel
respondía a las variaciones de la humedad ambiente y llevaba ese mensaje a las
terminaciones nerviosas ellas mismas viscosas hasta el instante y lugar mismo
de la sinapsis con otras como ellas, donde por un instante florecía la energía
eléctrica, pura y seca, luminosa, antes de perderse otra vez en ese miasma
acuoso que identificaba ese ser con la otra infinidad de la vida a la postre
marítima. Un científico premunido de todos los adelantos y avances de la
ciencia en un laboratorio intocado por las múltiples guerras debido a su
auspicio por un consorcio de las mismas corporaciones que financiaban el
armamento de las facciones en lucha y que
a través de intermediarios les vendían productos de diversa
sofisticación y poder de fuego infirió que ese momento electrónico era el que
señalaba el nacimiento del espíritu
En otro extremo del planeta el artista urbano
no concilia el sueño pese a dos masturbaciones, la lectura de viejos comics,
dos cigarrillos y unas uvas, ¿es acaso el despeñadero de la historia
contemporánea que en las pantallas, la chica y la grande, se desbarranca en
multitudes sin fin de fanáticos que enceguecidos por la religión de
desmiembran, crucifican y decapitan
entre sí, avizorando allá en lo alto multitudes de vírgenes, ríos de miel y
leche? ¿O simplemente que decide que el único libro que lo puede entretener o
divertir es ése que tendrá que escribir él mismo, pero que nunca podrá
publicar?