Monday, August 10, 2015

Dos textos

Jorge Etcheverry




El testamento de Elizondo


La familia se congregó en el despacho del abogado. Después de casi una hora una secretaria de pelo platinado restregándose las manos informó a los concurrentes, sumidos en la meditación expectante, el aburrimiento y la ansiedad que el abogado Romero, encargado por la firma para el caso no había aparecido esa mañana. Se lo esperaba a las diez pero eran más de las once, eso no lo dijo pero estaba en la mente de los concurrentes. Un joven de cara larga, de terno, consultó su reloj, miró a la niña pero no dijo nada. La familia de Elizondo debía esperar o ausentarse de la firma, abandonar el despacho. La natural inquietud de los concurrentes, la nerviosidad de la funcionaria de la firma, una de las más prestigiosas, indicaban lo inusual e inesperado de la situación. Algunos parientes venidos de otros países no sabían a qué atenerse: ¿era común ese tipo de situación?


De vejeces y metapoesía

Como poema tan ágrafo como injustificado
Fruto de la pluma ininteligible de un dios hipostasiado y personificado
El hado se cierne ocultando los finales de los versos encerrándolos en
marcos tan definitivos como engañadores
Mejor como volutas de un cigarrillo sin forma
Emitidas por una boca inimaginable
Pero otra vez estamos personificando
Así como agnósticos contemporáneos y ya calmos de las necesidades
corporales—en general
Titilando al borde de la extinción corporal que se perfila en el vacío de
los sueños
El poeta viejo intenta delinear la figura del universo

Las neuronas menguantes no ayudan
Sin embargo sin mayor esfuerzo las dualidades
Se abren como piernas variadas otrora
El centro vellosos el tao
Y se dice tomándose el  último trago
Encendiendo el último cigarro de la noche
Esta visión machista del universo nos acompañará hasta el último
Ya estamos muy viejos
Y quizás los gerundios nos seguirán penando
Hasta el final

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Ottawa, Ontario, Canada
Canadá desde 1975, se inicia en los 60 en el Grupo América y la Escuela de Santiago. Sus libros de poemas son El evasionista/the Escape Artist (Ottawa, 1981); La calle (Santiago, 1986); The Witch (Ottawa, 1986); Tánger (Santiago, 1990); Tangier (Ottawa, 1997); A vuelo de pájaro (Ottawa, 1998); Vitral con pájaros (Ottawa; 2002) Reflexión hacia el sur (Saskatoon, 2004) y Cronipoemas (Ottawa, 2010) En prosa, la novela De chácharas y largavistas, (Ottawa, 1993). Es autor de la antología Northern Cronopios, antología de narradores chilenos en Canadá, Canadá, 1993. Tiene prosa, poesía y crítica en Chile, Estados Unidos, Canadá, México, Cuba, España y Polonia. En 2000 ganó el concurso de nouvelle de www.escritores.cl con El diario de Pancracio Fernández. Ha sido antologado por ejemplo en Cien microcuentos chilenos, de Juan Armando Epple; Latinocanadá, Hugo Hazelton; Poéticas de Chile. Chilean Poets. Gonzalo Contreras; The Changuing Faces of Chilean Poetry. A Translation of Avant Garde, Women’s, and Protest Poetry, de Sandra E.Aravena de Herron. Es uno de los editores de Split/Quotation – La cita trunca.

Instalación en la casa de Parra en Las Cruces

Instalación en la casa de Parra en Las Cruces
Chile, 2005, Foto de Patricio Luco. Se pueden ver en esta "Biblioteca mínima indispensable" el Manual de Carreño, el Manifiesto Comunista y Mi Lucha

Chile, 2005

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Una foto con el vate Nicanor Parra, candidato al premio Nobel de Literatura