Sunday, September 30, 2012

Monday, September 24, 2012

Los Huasos Quincheros. Aniversario 75

Esta crónica de Anita Junge, autora chileno canadiense, fue leída por ella el 21 de septiembre recién pasado, en el evento organizado por el Taller Cultural El Dorado, en Ottawa, Canadá

Hace unos días me encontré con el comentario de un compadre que vio una foto de los Huasos Quincheros, en Face Book, que dice, Anita... ¿Los Quincheros? Y de ahí pasé a los mensajes para responderle.


Amigo, mi madre me agregó la foto de los Huasos Quincheros, en FB para alegrarme. Eso fue todo. Sus recuerdos. Aprendió a tocar guitarra con la Clara Solovera y a veces la acompañaba. Más adelante yo aprendí a tocar guitarra con Sergio Sauvalle, por seis meses, a los trece años y al mismo tiempo, mi hermana decidió a aprender a tocar guitarra con Alfredo Sauvalle. Fueron clases magistrales. Para mi viejita de ochenta y tres, esto es parte de su vida, y ella fascinada con ese folklor que llamamos artificial, que en ese entonces pasaban por las radios. Hasta el día de hoy, sigue hablando del folklor de toda América, mostrando fotos y relatos en FB. Es una mujer extraordinaria. Aprendió a manejar el Face Book a los ochenta.

Durante mis vacaciones en el campo, iba a las fiestas de la vendimia, en donde la Carmen tocaba su guitarra con tres cuerdas, por horas, con el mismo sonsonete sin que molestara a nadie y el galpón lleno. No hay nadie capaz de decirnos que no aprendimos nada en ese entonces. Todo lo contrario. La inmersión que recibimos, fue maravillosa y esos son mis recuerdos, a la par de los de mi mami.

Al poco rato apareció Eugenia de Québec en FB. Me encantan los Huasos Quincheros, dijo...y sobre todo cuando cantan, "El Patito chiquito no quiere nadar... es muy divertida... Me imagino una estupenda experiencia, con ellos dijo, felicidades…

Gracias le contesté feliz…

A los trece fue que nos llevaron a Iquique por lo de las anchovetas, y yo con mi guitarra con las cuerdas sueltas, en el avión. No tenía idea lo que iba a suceder. Lo que me pasó ya lo he contado. Fue la etapa más interesante que haya vivido en esos años.

‎Arremetió el compadre "... estos “huasos”, que respaldaron decididamente el golpe militar, se transformaron en embajadores a nivel internacional de lo que pasó a denominarse como el “verdadero folclore chileno”, y apoyaron activamente a las nuevas autoridades, no sólo en eventos musicales sino también en la promoción de iniciativas tendientes a rescatarla chilenidad." (cita: DICTADURA MILITAR EN CHILE Antecedentes del golpe estético-cultural por Luis Hernán Errázuriz, Pontificia Universidad Católica de Chile) …

Ni perdón, ni olvido, agregó al final…

Entiendo. Por favor lee mi mensaje FB.

De ahí me cambié de músicos, la Violeta, con los Parra, El Gitano, gente de la UP. Tengo recuerdos de cargar sacos de harina para hacer pan en las Torres de San Borja. Hasta las mujeres chileno-canadienses saben que soy de izquierda y que soy ex-prisionera. Y eso es extraordinario. Tranquilo amigo…un abrazo...

No había caso, se amurró…

El tema de la foto de los Huasos te recuerda tu vida en Chile. Entiendo tu rabia y más. Yo hablo de un tiempo viejo, caduco…

Tengo 63 años. Mis recuerdos van a 13 años. Nos fuimos a Iquique, a conocer el Chile real. De vuelta a Santiago, me fui a un liceo, no al colegio alemán, le dije a mi padre de largarse, por asuntos que le pillé con una amante con guagua. Mi vieja me mandó a estudiar y a trabajar a los 17. Fui a la escuela de taquígrafos, para pagar la olla y unos meses me casé con un comunista, el cual me consiguió mi carnet de comunista en la 7, con dos peques en ese entonces.

Desde el Golpe, me pillaron al tercer día y me llevaron los pacos con metralletas. Me obligaron a subir al bus verde con muertos y heridos en el suelo, y nosotras en pié sobre ellos, pasaron hartas cosas, que no contaré nunca. Cuando hablo de esto, me siento en la diferencia con los de la oligarquía, que no vi ni me junté en toda mi vida, y me corren las lágrimas por siempre, puesto que nada ha cambiado compadre. Hoy sigo acarreando miedo y tortura. Mi pena no se va nunca compañero.



¿Vas a El Dorado este septiembre? Llevo una ensalada de papas.



Un abrazo,

Anita

Tuesday, September 11, 2012

El retrato de Dios (texto interpósito del abuelo)

Se esperaban muchas eventuales colaboraciones al sitio medio fantasma desde el que se había hecho la convocatoria. Gran equivocación. Sólo aquellos artistas o aficionados peritos en enmascarar su verdadera identidad en el web (cosa que nunca es segura por lo demás) habían más que nada hecho preguntas, aventurado elucubraciones o pedido certificación de que no se tratara de un cazamoscas, ideado por quién sabe qué grupo, secta, iglesia, institución o aparato, inquisiciones todas muy pertinentes en estos “tiempos del cólera”, para parafrasear a un maestro de las letras. Entre los comentarios cabe destacar por ejemplo uno en que al autor se preguntaba que si Dios tenía cara, no sería irrepresentable. Hubo varios que se alejaban de las tradiciones monoteísticas predominantes y ofrecían rostros y figuras variados de mujer. Algunas bastantes ecológicas, pero que más bien representaban a la tierra, Gea, como la Gran Madre y cosas así, ya bastante conocidas. Alguno insinuó que como Dios estaba insito en toda su creación, su eventual retrato significaría la duplicación de todo el universo, cosa evidentemente imposible. El diálogo que siguió en el espacio para chat contó como punto culminante con un post de alguien que aventuró que si se podía formular matemáticamente el universo, bastaría con reproducir esa fórmula para retratar a Dios. Alguien recordó a Hawking y su abarcadora fórmula universal, discusión que a estas alturas se vio anegada de amenazas de muerte de ciberyihadistas por el impensable sacrilegio de intentar representar a la divinidad,. Hubo a pesar de todo algunos académicos que entraron sin embargo en la discusión, y ofrecieron variadas fórmulas que representaban estratos últimos e indivisibles  de la materia a nivel micro. Lo que prueba que en el caso de algunos de estos científicos, incluso las amenazas de muerte no logran distraerlos de sus conjeturas habituales. El problema es que varios de los miembros del comité de redacción, especialmente el webmaster, empezaron a tener sueños bastante extraños, que me apresuré a explicarles como consecuencia natural de estar revisando, clasificando y subiendo al sitio—en realidad nada más que un blog un poco pretencioso—todo ese material. Como yo  no tenía esos sueños (en realidad no sueño casi nunca), encargado más bien de las relaciones públicas (PR en este continente), tenía problemas relativos más bien a patrocinio (sponsorship) y financiamiento, y solo daba una ojeada ocasional a los productos finales, estaba un poco afuera del asunto, ocupado más bien de la parte publicitaria, de difusión y por supuesto contable, solo puedo informar de las interferencias, algunas explicables, como hacking y las ya referidas amenazas de muerte, no puedo emitir juicio sobre eso, y solo reiterar que, a pesar de lo novedoso, y porqué no decirlo, vanguardista de este proyecto, las ofertas de apoyo han sido más bien escasas, por lo que recurrimos a la difusión eventual de este valioso trabajo (in progress), por lo que he decidido recurrir no solo a este sitio sino a varios otros, en los idiomas que al menos puedo leer, si bien no entender cabalmente, para lograr más reach (alcance) y de esta manera quizás obtener algunos benefactores que nos permitan, con su apoyo, seguir adelante...

Friday, September 7, 2012

El “Tequila Sunrise”, de Erik Martínez,Una versión del desarraigo y el exilio en la primera poesía del exilio chileno en Canadá

Jorge Etcheverry

La única agrupación poética chilena que llegó al exilio en Canadá fué la Escuela de Santiago, y lo hizo más o menos incólume: 3 miembros de cuatro, el cuarto, Julio Piñones, alias Carlos Zarabia, ya había renunciado a la agrupación y a sus poéticas, aunque recientemente ha renegado de su renuncia de ese entonces. Este grupo constituyó quizás lo más cercano a la vanguardia en la poesía chilena en la segunda mitad del siglo XX, al menos en intención, no sólo por su experimentalismo en la escritura, sino por su actitud general hacia las instituciones, opuesta a la que en general tenían los otros poetas y agrupaciones de la misma generación. La crítica Soledad Bianchi expresa: “Pienso que también los separaban intereses sociales, políticos y culturales. Entre éstos, creo percibir: el recelo--y hasta el temor--de algunos de sus miembros de institucionalizarse o de ser institucionalizados”, aunque la revista Orfeo, la primera publicación que los presentó en Chile en su número antológico sobre poesía chilena contemporánea, los universalmente atacados 33 nombres claves de la poesía chilena (Santiago: Editorial Zig-Zag, 1968), pese a esa rebeldía fue “patrocinada por cuatro universidades” (Ibid). Pero por otro lado podría mencionarse el caso de que los cuatro miembros de la Escuela, al momento del golpe de estado, habían pertenecido o pertenecían a la así denominada ‘izquierda revolucionaria’. A esta mezcla de antiinstitucionalismo, experimentación en la escritura y radicalismo político se agrega la redacción de manifiestos y en algunos casos incursiones en la literatura oculta e iniciática. Esto forma un cuadro casi clásico de vanguardismo, pero surgido quizás en este caso como una mini antítesis frente a la reacción antisurrealista (y de algún modo antimodernista y antiurbana) que representó la poesía de los sesenta en Chile y pienso que en Latinoamérica. Además, el grueso de la poesía de la década de los sesenta representa una acometida poética de las provincias, principalmente del sur del país, que se convirtió en la poesía de la corriente principal y fue avalada por la izquierda, como consecuencia lógica resultó la escasa fortuna institucional literaria de la Escuela de Santiago, que no hizo nada por congraciarse con esta corriente mayoritaria que además contaba con el apoyo político, la crítica y las instituciones. Tampoco ayudaba la actitud de la Escuela, que no parecía tener en cuenta al escribir la existencia de lectores concretos.




En Canadá, la concentración de estos poetas en las tareas culturales no tan sólo de creación de poesía, prosa y crítica, sino en la solidaridad, que siempre involucraba a la cultura, y en la labor editorial, hizo surgir un tipo de exilio literario chileno muy sui géneris, caracterizado por la creación, difusión y publicación de textos poéticos multivalente en contenido y forma, cuya recepción positiva inicial por un público y una crítica canadiense ‘inocente’ marcó por algún tiempo las expectativas de la crítica y público canadienses. Eso fue antes de la normalización y homegenización de la actividad de producción textual chilena/latinoamericana canadiense producto de las necesidades político de acomodar las diferencias etnoculturales y linguísticas en el marco dictado por el sistema de inmigración y multiculturalidad de Canadá. Quedan algunos textos muy especiales, valga mencionar además de textos de los miembros de la Escuela de Santiago los textos de los libros de Luis Lama, controvertidos pero interesantes y a veces excelentes la imaginería de la Escuela que subsiste combinada con el lirismo básico de la poesía de Luciano Díaz, etc.. En el microcosmo que era la Escuela de Santiago, reducida a partir de mediados de los setenta a sus tres miembros ‘canadienses’, había varias gradaciones en lo que respecta, por ejemplo a la referencialidad: la poesía de Naín Nómez era y es, por así decir, la más aterrizada, la mía—autor de esta nota—estaría en el medio, y la de Erik Martínez sería la más autorreferente, podríamos decir. Aunque el aspecto general de su poesía da esa impresión, no se puede olvidar que la materia misma constituyente de un texto es el lenguaje en su ‘materia de uso’, o ‘ser a la mano’, y que ese carácter instrumental del lenguaje de alguna manera se destaca en la sociedad desarrollada anglófona y paradojalmente en las exigencias de comunicabilidad de la literatura comprometida, que junto a la nostalgia y a la vanguardia, constituían para el que habla los rasgos distintivos de lo que era el exilio literario poético chileno hasta 1989--fecha de término del exilio chileno per se con la caída de Pinochet en Chile. La obra principal y la única en forma de libro de Erik Martínez fue publicada por Editorial Cordillera en 1985, un tomo bilingue inglés/español de poemas, cuya misma existencia impresa es un testimonio de las especiales condiciones del exilio cultural chileno en Canadá, por ejemplo la producción de textos vanguardistas y herméticos en el marco de la solidaridad con Chile y con apoyo de la comunidad chilena exilada. Pero en esa época hay también elementos irreverentes y experimentales en la poesía de los ‘lolos’ antologados por Soledad Bianchi y que vivían en Europa o la poesía, también publicada por Cordillera, de Castellano Girón, junto a la emergencia de lo que Raúl Zurita denominaba la neo-vanguardia.



En este único libro hasta la fecha de Martínez, pese a su carácter hasta cierto punto hermético, se da testimonio de las circunstancias. En el poema Estado de cosas, titulo favorecido también por otros miembros y aledaños a la Escuela, nos enteramos que



“El poeta mismo se desplaza lentamente por las populosas calles de la ciudad;

ciego como el viejo Edipo al comienzo de la última pieza de Esquilo, pero sin sentir esa nostalgia por los territorios enterrados en las oscuras aguas de la memoria;” (TS 11)

Aquí la misma negación de 'esa nostalgia' nos desmiente su ausencia de estos textos. Vemos que el tópico de la memoria, una constante en la literatura exilada/del exilio/transplantada, adquiere la forma de la nostalgia, interiorizada y negada/mostrada por el hablante lírico. La memoria como un ámbito amplio y abarcador, del que la nostalgia extrae, o no, y trae de vuelta. O no. La memoria aparece a veces manifiesta implícitamente y negada por una voluntad por su opuesto, el olvido, al que se llega mediante una anulación del tiempo:



“Yo he sentido que los días del pasado y el futuro no

existían

sino en los calendarios.

Sólo había una extensa geografía de montes desérticos”, leemos en



Volando con yerba colombiana (TS 21)



Este intento de anulación de la historia, del tiempo es demasiado presente para no evocar lo contrario. El hablante que se sustrae al tiempo institucional se abre a un paisaje interior desolado en proporción directa al carácter frío y enunciativo de este emisor poético que revela así un lirismo desgarrado de base, que curiosamente opera por la misma ausencia del drama lírico desgarrado tan abundante en las versiones de la poesía del recuerdo:



“A mi lado, un personaje me insistió en que nunca podría olvidar la muerte de su hijo fusilado en el norte”, leemos en el poema Figuras en el fuego (TS 95) imagen muy concreta y “real” podríamos decir, en un poema en que estos versos constituyen un elemento más de un espectáculo/situación cuya intensidad negativa y por así decir ‘extraña’ es producto del distanciamiento, resultante en parte producto de la heterogeneidad de esa combinación de elementos de imaginería con la distante descripción de unos soldados y sus concretas y siniestra connotaciones:



“Alguien me señaló al pintor

que se declaraba hermano de los soles y de la noche

sentado frente a su caballete.

Unos soldados empezaron a empujar un bulto

desde la colina a nuestra espalda.

Era como una especie de masa blanda envuelta en lona.

( Figuras en el fuego (TS 95)



Aquí queda de manifiesto la productividad de este particular lenguaje poético, que inserta las referencias por así decir ‘actuales’ en este estado de cosas enrarecido, en gran parte producto de la actitud objetiva y de inventario del emisor poético:



“Ellos, todos ellos, todos esos rostros

se alejaron como atrapados en burbujas de tiempo”



Constatamos en el poema Nosotros (TS 13)



Luego en el mismo poema, la perspectiva se radica en un espectador individualizado que da cuenta del estado de cosas y que otra vez nos ofrece ese espectáculo ambiguo, en términos plásticos casi surrealistas. El desaparecimiento de estas caras contra el fondo sereno de un cielo idílico:



“y los vi alejarse muy despacio

contra el cielo muy azul de la mañana” (TS 13)





Y después se culmina con la perspectiva misma del hablante/partícipe, colectivizada en un nosotros:



“Para nosotros la extendida red de la rutas internacionales

para nosotros el espeso alquitrán de este mar” (TS 13)



Este emisor poético se personifica como separado/alienado/extraño al nuevo espacio, faceta característica de la literatura exilada/del exilio:



“Voy caminando por calles llenas de gente extraña”



Leemos en Anestesia, (TS 19)



“Camino por calles inverosímiles sin creer que soy yo,

pregunto por direcciones y me responden amablemente

como se responde a un extranjero, con una distante

cortesía”

Así, si se nos permite, podemos leer en Consideraciones (TS15), esa disminución social y ontológica producto del desarraigo y del transplante, lleva a la alienación y a la pérdida de la identidad. Este poema termina:

“Quiero enterrar mi pasado,

Ansío la protección del anonimato total.

Quiero formarme un rostro anodino”.
Al menos así se puede leer en un espacio cultural sensibilizado a la situación o vivencia del exilio primero, y luego a su tematización cuasi-institucional, en que el hablante asume el anonimato de la vida en la urbe desarrollada del primer mundo.

Esta poesía nos ofrece una mezcla de lirismo, grotesco, humor, absurdo e imaginería altamente plástica y geométrica en una atmósfera tan enrarecida como kafkeana. Es una poesía de alta concentración (emotiva, plástica, linguística), que opera en el lector por una transmutación distanciadora vehiculizada por (y cuyos elementos son) la ‘atmósfera’ y la imaginería, operadas a menudo por los avatares del emisor poético que se va construyendo paulatinamente en un carácter, un protagonista, llegando a dar al lector la impresión de una voz cuasi narrativa, que hace del Tequila un poema largo, una crónica del exilio y el desarraigo. Mediante estos dispositivos, el texto se instala así mismo como ámbito alternativo, y por ende representativo, en un sentido ambiental, o de totalidad opuesta o friso, sin destacarse así mismo como mera voz que expresa sentimientos/valores y la actitud frente a éstos, o refiere hacia un mundo desde la especificidad anecdótica del poema individual. El lector y por el ende el hombre mismo se encuentran en una situación de ‘yecto’ de estar ‘botella’ en ese mundo en que predominan el aislamiento y la alineación.





Blog Archive

About Me

My photo
Ottawa, Ontario, Canada
Canadá desde 1975, se inicia en los 60 en el Grupo América y la Escuela de Santiago. Sus libros de poemas son El evasionista/the Escape Artist (Ottawa, 1981); La calle (Santiago, 1986); The Witch (Ottawa, 1986); Tánger (Santiago, 1990); Tangier (Ottawa, 1997); A vuelo de pájaro (Ottawa, 1998); Vitral con pájaros (Ottawa; 2002) Reflexión hacia el sur (Saskatoon, 2004) y Cronipoemas (Ottawa, 2010) En prosa, la novela De chácharas y largavistas, (Ottawa, 1993). Es autor de la antología Northern Cronopios, antología de narradores chilenos en Canadá, Canadá, 1993. Tiene prosa, poesía y crítica en Chile, Estados Unidos, Canadá, México, Cuba, España y Polonia. En 2000 ganó el concurso de nouvelle de www.escritores.cl con El diario de Pancracio Fernández. Ha sido antologado por ejemplo en Cien microcuentos chilenos, de Juan Armando Epple; Latinocanadá, Hugo Hazelton; Poéticas de Chile. Chilean Poets. Gonzalo Contreras; The Changuing Faces of Chilean Poetry. A Translation of Avant Garde, Women’s, and Protest Poetry, de Sandra E.Aravena de Herron. Es uno de los editores de Split/Quotation – La cita trunca.

Instalación en la casa de Parra en Las Cruces

Instalación en la casa de Parra en Las Cruces
Chile, 2005, Foto de Patricio Luco. Se pueden ver en esta "Biblioteca mínima indispensable" el Manual de Carreño, el Manifiesto Comunista y Mi Lucha

Chile, 2005

Chile, 2005
Una foto con el vate Nicanor Parra, candidato al premio Nobel de Literatura